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El E-100, una carta en la manga para bajar el precio de las naftas

El E-100, una carta en la manga para bajar el precio de las naftas

En una entrevista con Container, el presidente de Bio4 Manuel Ron abordó la política nacional de combustibles. Advierte que el Gobierno debería instalar las políticas de Estado necesarias para que el negocio se desarrolle si pretende que haya más etanol.

CARLOS PETROLI – ESPECIAL PARA CONTAINER

El E-100, alcohol anhidro puro derivado de la molienda de maíz, es un combustible que tiene un 20 por ciento de rendimiento menor a las naftas, pero podría costar un 40 por ciento menos.

Para Manuel Ron, presidente de Bio4 (el complejo instalado en Río Cuarto por productores y empresarios cordobeses), “es una oportunidad excelente para bajar el precio de las naftas. El Gobierno tendría que definir cuánto quiere gravar este combustible –el bioetanol– que es muy competitivo pero, en la medida que lo graven mucho, va a perder competitividad”, analizó en una entrevista con Container durante la 5a Convención del Maíz de Córdoba, que se llevó a cabo a fines de 2018.

El encuentro tuvo lugar en la sede de la Bolsa de Cereales de Córdoba, organizado por esta institución junto al Ministerio de Agricultura y Ganadería y la Sociedad Rural de Jesús María, con el apoyo del movimiento Crea, Aapresid y la Regional Córdoba del Inta.

–¿Qué posibilidades hay de aumentar el corte de etanol en naftas? Hubo un pedido de la Provincia de Córdoba. ¿Cómo lo ven ustedes desde la industria?

–El corte del 12 por ciento está estable y no sé si hay mucha intención de subirlo; sí hay una intención muy clara de la Secretaría de Energía de habilitar otro tipo de combustibles que, en definitiva, no pasen por las petroleras, que puedan ser producidos, comercializados y fraccionados o mezclados en el interior. Que no haya necesidad de ir a Buenos Aires, mezclarse y volver al interior. Todo eso es flete e ineficiencia. Y las empresas quieren empezar a atomizar la oferta de combustibles. Cuando se desempeñó como secretario de Energía Javier Iguacel ha comentado que quería descartelizar el sector.

–¿De qué tipo de combustibles estaríamos hablando?

–Por ejemplo, el E-100, alcohol anhidro puro; en Brasil hay alcohol puro que es hidratado, pero el alcohol anhidro también podría funcionar; es un combustible que tiene un 20 por ciento de rendimiento menor a las naftas pero podría costar un 40 por ciento menos. Es una oportunidad excelente para bajar el precio de las naftas. El Gobierno tendría que definir cuánto quiere gravar este combustible (el bioetanol), que es muy competitivo, pero en la medida que lo graven mucho va a perder competitividad. Ese es el dilema que hay hoy; por eso, el gravamen quedó fuera del Presupuesto nacional. Hubo bastante oposición y eso frenó la posibilidad de poner combustibles alternativos en el mercado. En los primeros años, en el Gobierno creen que tiene que estar gravado en proporción a las naftas para evitar que haya una menor recaudación. En los primeros años, la cantidad de etanol que se va a vender es muy incipiente porque es un proceso que arranca lento, que requiere surtidores, autos flex, muchas modificaciones, por eso la adopción va a ser lenta. Lo bueno es que el impacto mediático podría ser inmediato. Hay un combustible mucho más barato que las naftas, disponible para el público.

–¿La misma industria etanolera instalada hoy puede proveer el E-100?

–De hecho, vendemos E-100 a las petroleras, que lo mezclan con las naftas y hacen el E-12. Pero la industria del etanol de maíz en Córdoba tiene un potencial enorme y puede crecer rápido. En dos años, Córdoba podría estar usando todo E-100, para ponerlo bien gráfico. Todos los autos de Córdoba podrían estar usando E-100 en dos años. Se tendrían que construir siete plantas más de etanol para sumar a las tres que ya hay, y con esas 10 plantas de etanol se podría reemplazar toda la nafta de Córdoba por E-100. Tal vez es una utopía pensar en un reemplazo del ciento por ciento. Pero se podría hacer; Córdoba puede ser autosuficiente en dos años, que es lo que demora en construirse siete plantas nuevas. Pero para eso tiene que haber un marco regulatorio, una cancha donde las empresas sepan que van a jugar; tiene que haber préstamos para que se puedan construir esas plantas, y es algo que el Gobierno de Córdoba podría tomar como una política de Estado. Ya las tres plantas que hay (Acabio, Promaiz y Bio4) han generado una revolución en el interior y tranquilamente, por el maíz que hay en Córdoba, podrían seguir haciendo plantas.

–¿Cómo analizan la actual política de precios para los biocombustibles?

–Hemos quedado con un precio para el etanol de maíz y otro para el de caña de azúcar. Y el etanol de maíz salió ampliamente perjudicado porque tiene una fórmula polinómica que no refleja los costos reales de la industria; tiene un término de amortización que está fijo en pesos desde abril de 2018. Cuando los funcionarios armaron esto pensaron que Argentina iba a una vía de inflación de un dígito; después de mayo voló todo por el aire y nos vemos muy perjudicados por tener ese término de actualización de la amortización en pesos. Y el etanol de caña llegó a tener un diferencial de cinco pesos a favor (a enero de 2019, esa brecha se redujo a dos pesos por litro); lo vemos como una injusticia, una inequidad para el mismo producto que va al mismo mercado. Básicamente se debe al lobby provincial que tiene los ingenios azucareros.

–¿Y en relación con las naftas cómo se ubica el precio del etanol?

–Hoy estamos muy competitivos; contra una nafta Premium cerca de los 50 pesos, que es lo que vale en surtidor en Córdoba, un etanol de 20 pesos (a noviembre ´18) es recontra competitivo. Y eso es una gran oportunidad para el consumidor; depende de que el Gobierno lo quiera implementar y llevarle un bálsamo al consumidor, que está sufriendo la suba de las naftas desde hace varios meses.

–¿Si la política de precios impacta sobre la capacidad de inversión de la industria, el Gobierno no debería arbitrar y hacer sintonía fina?

–El Gobierno debería poner las políticas de Estado necesarias para que el negocio se desarrolle si quiere que haya etanol. Si se busca que haya más etanol rápido en dos años, se debería generar una cancha de juego propicia para que vengan las inversiones. Hay mucho maíz, hay muchas empresas tratando de industrializar las materias primas, de agregar valor, y hay posibilidades. Hay gas disponible, electricidad, y hay mucho interés de generar trabajo genuino y es lo que el Gobierno debería estar mirando. Están más preocupados a veces en recaudar en el cortísimo plazo para cubrir el déficit, que es lo que pasó ahora con el etanol. Iba a salir el E-100, la posibilidad de mayores cortes, pero rápidamente quisieron meter en el Presupuesto un impuesto al etanol equivalente al de las naftas (que se llama ISL, el ex ITC). En la industria hubo muchas quejas y no prosperó. Los gobernadores del norte, sobre todo de Tucumán, dentro de la negociación del Presupuesto, quisieron sacar ese impuesto y eso inhibió que el Gobierno siguiera adelante con el “plan de más etanol”. Entonces, indudablemente, la prioridad es más recaudación y no el aumento de fuentes de combustibles alternativos.

 

El sol sale para todos: Vaca Muerta y los “surtidores” de la zona agrícola

Desde la mirada estratégica de los productores de etanol, el desarrollo del polo petrolero y gasífero en Vaca Muerta no genera un escenario de contingencia o de conflicto con la industria nacional de biocombustibles. Por el contrario, prevén una complementación entre las demandas del mercado doméstico y la exportación.

El análisis de Manuel Ron es el siguiente: lo que puede llegar a generar Vaca Muerta es un saldo exportable de crudo; para las divisas del país es buenísimo, muy positivo. La capacidad de refinería de naftas en la Argentina está medio acotada; en la medida que crezca el mercado, que crezca la economía, estaría acotada la posibilidad de seguir refinando naftas. Y ahí quedan dos opciones: o se importa naftas refinadas, o se colocan combustibles vegetales en la matriz. Y todos nos han dicho que prefieren meter combustibles vegetales como el etanol, para complementar el faltante de naftas, por una cuestión lógica de la balanza comercial. El otro escenario podría ser que siga subiendo el corte, hasta llegar al 27 por ciento, como tiene Brasil hoy. Son estrategias que el Gobierno debería definir. Lo más importante hoy sería poder dar al consumidor un combustible más competitivo, que lo tiene al alcance de la mano, que se produce materia prima y que se puede transformar en Córdoba, como ya lo estamos haciendo, y que después podría comercializarse a pocos kilómetros de las plantas de etanol.

–¿La inversión en refinación no está dentro de las metas estratégicas de la industria del etanol?

–Los negocios de commodities como el petróleo necesitan una economía de escala y para hacer una refinería de clase mundial hay que hablar de 500 mil barriles diarios. Y eso es casi toda la capacidad instalada de la Argentina en refinación. Se tendría que estar duplicando el mercado de refinado del país para que sea viable; entonces no vemos que la industria petrolera tampoco lo haga.

 

 

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