
400 veces CONTAINER
Con esta, CONTAINER cumple 400 ediciones y quieren las circunstancias que ello ocurra en medio del estrépito global desencadenado por la guerra arancelaria. Desde que nacimos, en 2005, muchas y altamente cambiantes fueron los contextos en los que se desarrolló el comercio internacional.
A esa actividad apuntábamos cuando un grupo de despachantes, docentes y entusiastas del comex dio al puntapié a CONTAINER, quizás una de las primeras publicaciones del rubro del interior del país y que, además, aún se mantiene vigente con una edición semanal.
En este tiempo, como le ocurrió a todos los que de alguno u otro modo tienen que ver con el intercambio de mercancías en los diferentes mercados, nos asombramos, nos preocupamos, nos sorprendimos y hasta nos enojamos por diferentes hechos.
También aprendimos mucho y no dejaremos de aprender. Y ampliamos la mirada hacia otras actividades económicas porque todo es comercio exterior, hasta una empanada que tiene comino importado.
CONTAINER nació por un hecho tan simple que hasta suena ingenuo decirlo: es resultado del amor por esa actividad, inspirado bajo el firme deseo de que el país que habitamos con nuestras familias cruzara las fronteras con sus productos y acelerara su integración a un Mundo que –al menos hasta hace un par de semanas–, era dinámico en la materia.
En este tiempo, al igual que nuestros lectores, pasamos de todo. De aquellos superávits gemelos sobre los cuales escribíamos en nuestras primeras ediciones, a los estropicios que luego la clase política le deparó a la actividad y a la economía en general.
Nada fue normal, nada fue previsible, nada fue totalmente alentador para que la bandera argentina llegara con éxito a más países del planeta, salvo esfuerzos individuales y sectoriales que hay que aplaudir de pie.
El resultado de esa mirada exigua con escasas políticas de Estado nacional (que acá sí hacen falta) está a la vista. Las dos terceras partes de las exportaciones argentinas se concentran en la actividad primaria o la agroindustria. Las Pymes que consiguen algún mercado, luego deben cruzar los dedos para que después la “macro” no les arruine el intento.
Y a la vez, habiendo transcurrido ya 20 años desde aquella fecha en la que CONTAINER soltó sus primeras líneas, no se ha logrado una síntesis acerca de qué nivel de apertura Argentina debe tener. Cualquier amague es cuestionado.
Pero aquí estamos, con la antorcha en la mano, diciendo lo mismo que en el “Año 0, número 1”: sin comercio exterior no hay país posible. Algún día deberíamos aprender.