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Tras conflictos con Vale y ALL, la estrategia de Brasil para depender menos de Argentina


La crisis que desató la salida de la minera sigue “caliente”. Ahora se sumó la decisión del gobierno K de estatizar un ramal ferroviario manejado por capitales brasileños. Industriales “están a los gritos” con el Mercosur, piden que la nación se corte sola y busque nuevos socios. El cambio ya empezó.

El Gobierno kirchnerista se especializó, en los últimos años, en practicar un peligroso ejercicio: cuanto más necesitó de su principal socio, más pareció empeñarse en patear el tablero y generar todo tipo de roces.

Así es, según el consenso de un creciente número de analistas, el tono que caracterizó en los últimos años a la relación que mantiene con Brasil.

En otras palabras, al igual que un socio díscolo, la Argentina ya demostró cómo su especialidad puede ser la de “morderle la mano” a un país responsable de comprar gran parte de la producción nacional y que resulta clave para mantener la actividad industrial a nivel local.

Esto se vio reflejado claramente durante la última crisis mundial (2008-2009), momentos en que, para defender a la industria argentina, la administración K castigó con mayor vehemencia a los bienes con sello brasileño que a los de origen asiático, generando así un conflicto comercial bilateral que puso en riesgo miles de puestos de trabajo de la industria automotriz nacional.

Más cerca en el tiempo, el Ejecutivo se compró otro problema con el “caso Vale”, cuando amenazó con expropiar parte de los bienes que la minera poseía en el país tras abandonar un proyecto de más de u$s6.000 millones por los problemas de competitividad que hoy castiga a la minería en suelo argentino.

Este conflicto, que llevó a los directivos de Vale a “sacar los trapitos al sol” y poner en el tapete los problemas de la economía doméstica -como ninguna otra empresa antes lo había hecho-, derivaron en una reciente cumbre entre Cristina Kirchner y su par, Dilma Rousseff que, según revelaron medios brasileños, fue “durísima”.

Desde la creación del Mercosur, nunca antes un mandatario brasileño se había ido de una reunión bilateral dando un portazo, como lo hizo Rousseff, quien además del tema Vale traía consigo numerosos reclamos por el continuo e irresuelto “cerrojo” importador, frente al cual Cristina había prometido en reiteradas veces una solución, algo que nunca terminó de cristalizarse en la realidad.

“La relación está muy tensa, a punto tal que actualmente hay muy poco contacto entre los funcionarios argentinos y los brasileños”, alertó Gonzalo Dalmasso, economista de Abeceb.

En este contexto, desde la consultora advirtieron que la decisión de los últimos días de quitarle las concesiones ferroviarias a la empresa de capitales brasileños ALL amenaza con convertirse en un “nuevo hito que alimente las rispideces bilaterales”.

“Si bien la estatización de este servicio venía madurándose desde hace más de un año, y habría razones de peso para que las autoridades locales adopten esta decisión, la medida se tomó en un mal momento”, afirmaron, para luego recalcar que “la relación está pasando por un equilibrio muy bajo”.

Crece un frente “anti argentino”
Si bien desde la diplomacia brasileña no hubo, por el momento, una respuesta enérgica ante esta decisión anunciada por el Gobierno kirchnerista, en el país vecino sí se desató una catarata de fuertes críticas ante lo que consideran el camino hacia una expropiación.

Así, los analistas se muestran cada vez más preocupados por un frente “anti argentino” que se está gestando en buena parte del sector industrial brasileño y que podría presionar a Rousseff a tomar algún tipo de medida concreta.

Es en este marco en el que el influyente diario brasileño O Globo criticó a la mandataria por “atarse ideológicamente” a la Argentina.

Desde ese medio consideraron la decisión de rescindir el contrato de la ferroviaria ALL como una medida “beligerante” que llevó a que la Argentina pase de ser un “aliado estratégico” a una “fuente impredecible de problemas”.

Como corolario, aseguraron que “Brasil se hunde abrazado a la Argentina”.

En la misma línea marcada por la dureza, otro diario con gran influencia como O Estado de San Pablo señaló que la reestatización de los ramales de carga que operaba ALL se dio a conocer en un momento “particularmente difícil” para las empresas brasileñas en la Argentina y que brinda “más munición” a los críticos del Mercosur.

A esto se suma un dato no menor: en una suerte de coro orquestado, dos de las más poderosas asociaciones empresarias de Brasil echaron más leña al fuego al exigirle a Rousseff que le de un golpe de gracia al maltrecho Mercosur para que Brasil pueda “cortarse solo” y así salir a tejer acuerdos comerciales más fructíferos.

Al respecto, desde la Federación de Industrias de San Pablo (FIESP) consideraron al bloque como un “chaleco de fuerza” que le impide salir a buscar oportunidades comerciales más redituables con nuevos socios, un reclamo al que también se sumó la poderosa Confederación Nacional de la Industria (CNI), que pregonó por una reformulación del Mercosur.

Cambio de estrategia: represalias “indirectas”
Frente a este nuevo escenario, los analistas locales no creen ahora en que el “tsunami” llegue -desde Brasil- en forma de represalias comerciales hacia la Argentina.

Una prueba de ello es que, en el peor momento en años de la relación bilateral, la administración de Rousseff ordenó a las automotrices de su país mantener el “status quo” y establecer una suerte de prórroga al acuerdo automotriz que está por vencer el 1° de julio y sin el cual comenzaría a regir el libre comercio bilateral, escenario que haría insostenible a la industria Argentina así como funciona hoy en día, dada la escala y competitividad de la competencia brasileña.

En este contexto, es cierto que nadie descarta que el país vecino, sin mediar ninguna advertencia, frene camiones cargados con productos argentinos y hasta embarques de autos nacionales, como ya ocurrió en 2011, tras el agravamiento del “cerrojo” ordenado por Guillermo Moreno.

Sin embargo, aseguran, no estará aquí el principal foco de conflicto para la Argentina.

Para el economista Tomás Bulat, el punto de inflexión llegará por el lado de un Brasil mucho más agresivo en el plano internacional, con una diplomacia -famosa por su pericia y su altísima capacidad de negociación- saliendo a tejer nuevos acuerdos que darían más ventajas comerciales a nuevos países, lo que pondría a los industriales argentinos -afectados por el atraso cambiario y sin un remedio a la vista- en una preocupante desventaja.

En este sentido, Bulat alertó que “Brasil está comenzando a negociar un convenio con México que, si avanza, va a complicar muchísimo a la Argentina”.

Para el experto, el hecho de que el Gobierno kirchnerista haya desairado una y otra vez al Ejecutivo brasileño, impulsando a éste a salir a ver qué hay más allá del Mercosur en la búsqueda de nuevos acuerdos, es el peor de los escenarios: “La Argentina está jugando con fuego”, sintetizó de manera contundente.

Por su parte, el analista argentino y CEO de la consultora Center Group, Gustavo Segré, radicado en San Pablo, aseguró que “los industriales brasileños están muy cansados. Perdieron la paciencia, están hartos, y ellos son los que más empujan al gobierno de Rousseff a dejar de depender del bloque”.

Segré fue más allá al asegurar que el “cerrojo” de Guillermo Moreno, el caso Vale y la reciente quita de concesiones a ALL están llevando a un nuevo escenario en la relación bilateral: “Ya no se habla más de negociar conjuntamente y los planes de complementar ambas industrias quedaron en la nada. Ahora está todo dado como para que Brasil retroceda varios pasos en el Mercosur. Y esto a la administración de Cristina Kirchner no le conviene en absoluto”.

En este sentido, la luz de alerta para la Argentina se encendió en el momento en que se iniciaron las tratativas para avanzar en un posible pacto comercial entre Brasil y México.

De hecho, en mayo último se creó un Grupo de Alto Nivel Empresarial para conocer necesidades e intereses de los principales sectores económicos involucrados.

Si bien lo que se busca firmar es un Acuerdo de Integración Económica, dado que un Tratado de Libre Comercio no es posible a menos que lo encaren todos los socios del Mercosur, los expertos afirman que, en la práctica, podría terminar funcionando como tal. Esto dependerá del abanico de productos que sean incluidos en el pacto.

En este contexto, Marcelo Elizondo, ex director ejecutivo de Fundación Exportar y un funcionario clave a la hora de abrir mercados para la Argentina hasta 2008, aseguró que en el país vecino “está avanzando toda una corriente que presiona para reformular el bloque”.

“Más que represalias, el cambio de actitud para con la Argentina va a venir por el lado de un Brasil saliendo a firmar acuerdos por afuera. Lo está haciendo con México y es probable que también lo haga con la Unión Europea, un pacto al que Cristina Kirchner siempre se opuso”, sostuvo Elizondo, quien fue más allá al asegurar que, de cara al futuro, el Mercosur podría convertirse en una mera zona de libre comercio, dejando así de ser una unión aduanera, lo que finalmente sí habilitaría a cualquier socio a firmar todo tipo de acuerdos con terceros países.

El problema de un “Mercosur light”
El inconveniente que se abre para la Argentina es que el “Mercosur light” que se está gestando, choca de frente con la fuerte dependencia que se terminó desarrollando hacia el mercado brasileño, especialmente en el sector automotriz.

En efecto, en esta rama de actividad, la “brasildependencia” no ha parado de crecer: mientras que en años anteriores el país vecino llegó a comprar 7 de cada 10 vehículos exportados por las terminales nacionales, en la actualidad está “acaparando” casi 9 unidades por cada 10 vendidas al exterior.

Esto se da producto de que, de los quince principales mercados para los 0Km argentinos, doce vienen experimentando fuertes caídas en lo que va del año.

Es decir, el mundo adquiere menos vehículos albicelestes y las terminales locales están refugiándose en Brasil que, hasta ahora, “tolera” la pérdida de competitividad del “Made in Argentina” por un real que se venía manteniendo apreciado.

El problema es que esto cambió: días atrás, el dólar alcanzó los 2,14 reales por unidad, el nivel más elevado desde principios de mayo de 2009.

Así las cosas, los analistas consideran que, en la medida en que Brasil logre seguir depreciando su moneda, volviendo más competitivos a sus productos y encima logrando contener la presión inflacionaria, se conformará el peor escenario posible para la Argentina donde, contrariamente a lo que sucede en el país vecino, queda poco margen para devaluar.

El problema para los expertos es que, quedarse con un tipo de cambio estático, implicará un mazazo a la competitividad.

“Estamos asistiendo a un escenario inédito en los últimos años: siempre que se nos caían mercados externos, Brasil fue una tabla que nos ayudó a sobrellevar el temporal. Pero, con la actual coyuntura, difícilmente pueda volver a ser el refugio de siempre”, alertó Elizondo, para quien “esto es grave, especialmente para un país como el nuestro, que fue el menos dinámico de la región en términos de exportaciones durante la última década”.

Fuente: iProfesional.com

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