Bolsillos más débiles: la inflación venció a los salarios
En 2014 cayó entre 4 y 12% el poder de compra de los trabajadores; para el año que viene, el ciclo de pérdida del poder adquisitivo se mantendría
Con alta inflación y un mercado laboral golpeado por la actividad económica en caída, 2014 deja un saldo negativo en el poder adquisitivo de los trabajadores. Se estima que la pérdida de la capacidad de compra acumulada en el año es de entre 4 y 12%, dependiendo del índice de alza de precios que se considere y de variables como el sector económico o las condiciones en que se trabaja. Se va un año en el que -a diferencia de lo ocurrido en la mayoría de los que siguieron a la devaluación de 2002- los precios subieron por encima del aumento nominal de sueldos, conseguido principalmente por la negociación de convenios, que se dio en un escenario de pérdida de empleos.
La caída de los salarios en términos reales es superior para quienes están alcanzados por el impuesto a las ganancias, ya que en el año no se actualizaron las bases para el cálculo del tributo, al tiempo que la inflación trepó hasta ubicarse en un nivel de entre 35 y 40 por ciento. En estos casos, el doble efecto de precios más altos y presión impositiva creciente, lleva a reducciones de hasta 12% en el poder adquisitivo. Ello ocurre porque con una suba salarial nominal se salta en la escala de tasas del tributo, y el descuento resulta mayor -medido como porcentaje de la remuneración- aun con ingresos que en términos reales (corregidos por inflación) son iguales o más bajos que antes.
Las condiciones que se plantean para el año que está a punto de iniciarse no permiten mucho optimismo. Con una realidad laboral signada por la debilidad y sin muchas expectativas respecto de una disminución significativa del índice de inflación, los bolsillos volverían a tener un retroceso. A la vez, las negociaciones para conseguir mejoras podrían traer una creciente conflictividad entre empleadores y sindicatos, algunos de los cuales tendrán a sus dirigentes tratando de ganar su lugar en el escenario electoral.
Un análisis de 13 grandes convenios de 2014, realizado por la consultora Abeceb, muestra que sólo dos de ellos logran superar, muy levemente, el índice de inflación estimado para todo el año por ese centro de estudios, de 35,7 por ciento. Esa tasa está entre las más bajas de las calculadas por los analistas respecto del cierre del año en materia de suba de precios (otros pronósticos hablan de un índice más cercano a 38%). Aun así, la gran mayoría de los sueldos no empata siquiera con la inflación.
“Según el aumento promedio de paritarias, los salarios cerrarán 2014 con un avance de 30,3%, de lo que surge que la caída del salario real asciende a 4%”, señala Soledad Pérez Duhalde, economista de Abeceb.
¿Cómo se llega a ese número? En el promedio, quien percibía $ 100, cobra ahora $ 130,3; pero si antes adquiría por $ 100 bienes y servicios que hoy valen $ 135,6, entonces esa persona podrá acceder al 96% de lo que compraba antes. Con un índice de inflación más alto, en el Ieral estiman una caída de salario real en el sector privado, de 6%, que recorta las mejoras de los últimos años.
Claro que los asalariados amparados por convenios forman el grupo de trabajadores que mejor pueden resguardarse de la inflación. Con los últimos datos disponibles de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec (EPH), un informe del Instituto Pensamiento y Políticas Públicas concluye que, al finalizar el segundo semestre del año, el conjunto de ocupados tuvo un ingreso real inferior en 7,7% al de 2013. Los empleados no registrados, con una caída de 10,9%, y los cuentapropistas (muchos, en la informalidad) con una baja de 9,2%, fueron los más perjudicados.
“El poder adquisitivo de los ingresos de los ocupados retrocede hasta ubicarse en los niveles de fines de 2008, cuando comenzó a sentirse el impacto recesivo de la crisis internacional”, dice el informe. Para el conjunto de ocupados, el ingreso real había mejorado, entre fines de 2001 y mediados de 2014, 10,6%; la suba fue de 67% si se toma como punto de partida 2002 (con un avance que frenó mucho su ritmo hacia 2007).
“Para 2015 no hay signos de la política económica que permitan pensar que vaya a ocurrir algo distinto a lo de este año con los sueldos”, dice el economista y director del citado instituto, Claudio Lozano, quien agrega que la inflación podría ser menor (en los últimos meses se registró un leve alivio) si se lograra no devaluar, un objetivo que choca con las presiones por el retraso cambiario, que convive con la recesión y el déficit fiscal.
En el sector formal de la economía, entre quienes reciben remuneraciones más altas y están alcanzados por Ganancias, 2014 dejó los bolsillos de muchos, en términos reales, en una situación similar a la de 8 años atrás, según señalan los economistas Marcelo Capello y Alejandra Marconi, del Ieral. Influyen al menos dos cuestiones: una es que frecuentemente el personal fuera de convenio recibe recomposiciones inferiores a las de los convencionados; la otra es la falta de adecuación del esquema de Ganancias (la única medida fue la exención del medio aguinaldo de fin de año para quienes no perciben más de $ 35.000 al mes). Este año se evitó que, por efecto de las subas nominales, más personas quedaran alcanzadas por el impuesto. Pero eso se logró en virtud de una medida muy desprolija, que trae a la vez mayor desigualdad y provoca que algunos no tributen, aun cuando lleven a sus bolsillos más dinero que otros que sí contribuyen.
Las estimaciones del Ieral muestran que, con una inflación cercana a 40% anual, un empleado soltero con un salario bruto de $ 23.000 tuvo una pérdida de valor real de su ingreso de 9,4%. Esa caída llega a 11,8% para una remuneración de 30.000 pesos.
Por efecto de la no actualización del impuesto, si alguien recibe una suba nominal igual que la inflación, entonces pierde. En ese supuesto y según explica Pérez Duhalde, de Abeceb, el poder de compra cae entre 3 y 3,6%. ¿Por qué? “Si se toma un salario bruto de $ 18.800 que sube a $ 22.000 (17%), se salta de una alícuota del impuesto a otra más elevada, y en la práctica se pasa de pagar 10% del salario, a pagar 13%”, ejemplifica la economista.
Dentro de los convenios, entre los que se llevaron la peor parte según el análisis de Abeceb, están los empleados bancarios, los trabajadores de la construcción y los del transporte automotor, sectores en los que los porcentajes de aumento por paritarias no alcanzaron el 30 por ciento.
Esa situación ya ejerce presión para las negociaciones de 2015. Y se anticipa un verano caliente, porque los reclamos se hacen escuchar. “La UTA (transporte) ya anunció que buscará aumentos de 50% y el pedido será imitado por empleados de estaciones de servicio y por el gremio ferroviario La Fraternidad”, comenta Pérez Duhalde. En el sector público, las tensiones están a la orden del día y las negociaciones con docentes se anticipan.
Tal como ocurrió en años anteriores, gremios como el de la construcción y camioneros pactaron el pago de un bono adicional, que en parte se abonará en los próximos meses y antes de la negociación de 2015. También los docentes, en la ciudad de Buenos Aires, recibirán montos a cuenta de las paritarias por venir.
Con la proyección promedio de una inflación de 35% en 2015, 120 compañías líderes encuestadas por SEL Consultores consideran que, tras recibir reclamos de subas de entre 32 y 38%, darán aumentos nominales que rondarán 33% para el personal de convenio, y 30% para los no convencionados. “No se espera que 2015 sea un año de quiebre positivo, sino que esté en línea con 2014”, analiza María Laura Calí, directora de SEL, que recuerda que un año atrás las compañías tenían previsto subir los salarios 25% durante 2014, cifra que finalmente fue cinco puntos más alta (también fueron más las firmas que redujeron sus dotaciones que las que a fines de 2013 anticipaban tal cosa).
Calí señala que, antes de iniciarse cada año, los directivos de recursos humanos consideran que moverán los salarios según criterios de mérito y de mercado. Pero luego, las decisiones se ven presionadas por la realidad y empujadas por la necesidad urgente de que los ingresos no se retrasen respecto de los precios. Una carrera que, este año, quedó perdida.
Fuente: La Nación