Ya ni el relato sirve para exportar
El pulso económico.
Desde la primera presidencia de Cristina Kirchner la crisis del llamado “modelo” era evidente para muchos. Pero el “relato” siguió teniendo muchos adeptos. Y mientras los problemas de competitividad crecían y las exportaciones tenían cada vez más problemas, el “relato” se vendió bien en el extranjero.
¿Cuántos irresponsables aconsejaron a Europa hacer “como la Argentina” devaluadora y defaulteadora? ¿No mostraba el Nobel Paul Krugman el gráfico de la evolución del PBI con la brutal caída y la veloz recuperación? Olvidándose, claro, de “detalles”. El corralito, por ejemplo, la fenomenal crisis política, las muertes, la fuerte licuación de los salarios.
En 2011 algunos sectores supuestamente progresistas europeos seguían sugiriendo aplicar la “solución argentina”, pese a que el “modelo” pulverizó la capacidad de exportar carne, trigo, leche y lácteos. La “matriz diversificada” llevó a que dos tercios de las ventas a China sean productos primarios.
Las cifras de 2014 muestran que la Argentina seguirá agravando su falta de divisas. Como decía entonces el economista Ricardo Arriazu, la “solución argentina” no funcionaría por esos tiempos para Grecia, que además del alivio de la deuda, necesitaba un escenario internacional propicio: dólar caro y petróleo barato. Justo lo contrario de lo que había y que tan bien le vino a la Argentina.
Hoy el escenario está cambiando. El dólar se aprecia y las materias primas se abaratan.
Es la oportunidad para el discurso o “relato” de los socialistas griegos, que han descubierto que hay que hacer como en Estados Unidos y estimular monetariamente la economía. Nada nuevo, ya lo está haciendo el Banco Central Europeo. Después de haber hecho los saneamientos bancarios y el ajuste fiscal. Que aquí hicieron Duhalde y los Kirchner, culpando a la convertibilidad y la crisis. Los oportunistas griegos culpan a Merkel. Pero el “relato” argentino ya no es de exportación. Hace rato que Krugman dejó de elogiarlo. Compartir el podio de la inflación con la impresentable Venezuela regida por el insólito Maduro es costosísimo.
Todo hace prever que en 2015 no habrá alivio para la falta de divisas. Aun si empujados por el “viento de cola” algún “progresista” europeo se sube al caballo de la recuperación, ¿dirá que es porque copió el ideario de un país que pactó en secreto con un gobierno fundamentalista iraní negador del Holocausto? ¿Que se aplicó el ideario de un país que usa sus medios públicos para seguir y delatar a un periodista de un medio oficialista que se vio empujado al exilio por razonables temores? ¿Que si se aplican los métodos del Gobierno al que le aparece inexplicablemente muerto el fiscal que denunció a la Presidenta se está “condenado al éxito”?
En toda la gestión de los Kirchner la Argentina nunca salió del default. En ningún momento volvió a estar en situación regular con todos sus acreedores. El default más grande de la historia sigue sin resolverse después de casi 12 años de un gobierno hegemónico, que ha hecho lo que quiso con los organismos de control, las leyes y el Estado, acumulando y ejerciendo un poder descontrolado como nunca se vio desde el regreso a la democracia.
Con Nisman muerto y con las reacciones de la Presidenta y el PJ no es raro que en el extranjero casi nadie quiera ya defender como otrora al kirchnerismo. En Brasil, el gobierno de Dilma Rousseff ya no sabía qué hacer para convencer a la Presidenta “de entrar en razones y dejar de seguir profundizando la crisis”, que también complica al Mercosur. Ninguna señal sugiere que haya tenido éxito. Tal vez el final sea para la Argentina ser a Brasil el equivalente de México para Estados Unidos, cuando hace apenas 25 años lo superaba en muchos aspectos.
Es un profundo llamado de atención para aquellos que creen que para que la Argentina recupere el equilibrio alcanza con que el cristinismo se vaya del poder.
La economía en estanflación por más de un año (si se hacen bien los números), una debacle política e institucional, el agro trabado por múltiples regulaciones insensatas y totalitarias, el sistema energético colapsado. Es sabido que muchos de los que fueron a apoyar a la Presidenta desde el PJ no lo hicieron unidos por el amor; lo raro es que no sientan el espanto de insistir con los dislates..
Fuente: La Nación