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Déjà vu: se van cada vez más dólares por turismo y las compras con tarjetas suben 55% en un mes

Mientras que el BCRA “retacea” divisas a industrias clave como la automotriz o la electrónica, los viajes al exterior no sufren nuevas restricciones. Así, se espera una recuperación de la actividad, con más argentinos cruzando la frontera. ¿Por qué el Gobierno evita profundizar el “cerrojo”?

Pese a la fiesta de “dólares chinos” y a las presiones a cerealeras para que aceleren el ritmo de liquidación de la cosecha, quedaron en evidencia las grandes limitaciones con las que se está topando el Gobierno para poder sostener el nivel de reservas.

El titular del BCRA, Alejandro Vanoli, dejó en claro que la prioridad fijada por el Ejecutivo, es la de cuidar la “estabilidad financiera”, incluso si esto significa resentir el nivel de actividad.

Y esto no fue un rumor de pasillo sin mayor asidero. Lo admitió el propio funcionario a través de un comunicado en el que dejó bien en claro que “la ampliación del abastecimiento de divisas a importadores se concretará de manera gradual, teniendo en cuenta el objetivo de preservación de la estabilidad cambiaria y financiera y el incremento del ingreso de divisas proveniente de liquidaciones por parte de los exportadores”.

Cabe recordar que este comunicado se emitió luego de que, durante tres días, el BCRA dejara de habilitar divisas a empresas y a bancos, lo que provocó un parate total de las operaciones aduaneras.

Para Miguel Ponce, ex gerente de la Cámara de Importadores y actual director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior, “negar divisas para el pago de importaciones, cuando todas las industrias del país utilizan al menos un insumo del exterior, es una clara demostración de que no son suficientes para sostener el ritmo de actividad”.

En este contexto, están proliferando los reclamos de dos sectores industriales clave: el automotriz y el de la electrónica, que están pidiendo por una ampliación y cumplimiento de los cupos de dólares que se comprometiera a entregar el Ministerio de Economía.

No sólo eso: las empresas que conforman estos conglomerados tienen, en conjunto, una deuda acumulada con casas matrices, filiales y proveedores del exterior que alcanza los u$s3.500 millones, con lo cual, se está empezando a cortar el financiamiento que hasta ahora las socorría ante la escasez de billetes verdes.

En medio de esta compleja situación que atraviesan varios sectores, hay una rama de actividad que está viviendo una realidad aparte: el turismo.

Si bien días atrás, cuando tuvo lugar el “feriado cambiario” virtual, hubo rumores de que el BCRA había dejado de entregar dólares a las agencias de viajes, lo que en realidad sucedió fue que algunos bancos prefirieron no realizar operaciones.

“Fue un tema puntual de entidades que recomendaron no hacer transferencias. Pero no hubo ningún cambio en las regulaciones oficiales. De hecho, la operatoria hace unos días que está completamente normalizada”, aseguró a iProfesional un alto directivo de la Asociación de Viajes y Turismo (Aaavyt).

Para los analistas es toda una señal que un Gobierno que basó su discurso en la reindustrialización, hoy esté castigando al sistema productivo negándole parte de los dólares para importación de insumos y componentes para que luego éstos terminen saliendo por otra ventanilla, como la del turismo internacional.

¿A cuánto asciende la “factura” por turismo?

Según registros del INDEC, a lo largo de 2014, 2,8 millones de personas salieron del país por vía aérea; cerca de 750.000, en tanto, utilizaron la vía marítima; mientras que casi 3 millones cruzaron los pasos fronterizos mediante el transporte terrestre.

En total, fueron 6,5 millones de personas las que viajaron hacia otros destinos fuera de la Argentina.

¿Cómo repercutió esto en la demanda de divisas? De acuerdo con datos oficiales, a lo largo del año pasado este flujo de turistas fue responsable de que las arcas del BCRA perdieran u$s6.700 millones.

Si bien esta cifra implicó una caída del 35% respecto de la del 2013, no es un dato menor el hecho de que esta demanda equivale al 40% de todas las reservas líquidas (no totales) en poder del BCRA que, según la consultora Economía & Regiones, apenas suman u$s16.400 millones.

Además, un dato clave es que el 60% del total, unos u$s4.200 millones, correspondieron a gastos con tarjeta en moneda extranjera.

Este concepto superó con creces a todos los demás: las transferencias al exterior que realizan las agencias mayoristas y minoristas, por ejemplo, representaron casi u$s1.100 millones, un 16%.

La cuenta de turismo también se incrementó por compras de pasajes aéreos (14% de share) y por la demanda de billetes verdes por la ventanilla de AFIP (8%), tal como se observa en el siguiente cuadro.

El problema que enfrenta el Gobierno es que, a medida que siga apostando por la “estabilidad financiera”, con un dólar corriendo por debajo de la inflación, más se agudizará el atraso cambiario y mayor será el abaratamiento del turismo internacional en términos de salario.

Para Fernando Baer, director de la consultora Bconomics, este año es de prever una recomposición del ingreso del orden del 30% en términos nominales.

De modo que, en el transcurso del primer semestre, un tipo de cambio avanzando por debajo de esa pauta implicará un mayor incentivo para viajar al exterior.

“Esto generará más presión sobre las reservas de cara a las vacaciones de invierno y las del próximo verano y planteará otro desafío para el Gobierno, que también deberá hacer frente a vencimientos importantes y a la demanda del sector importador”, comentó Baer.

En la misma línea, desde la consultora Ecolatina advirtieron que una exacerbación del atraso cambiario, “impactará negativamente en la actividad turística nacional, dado que abaratará los viajes al exterior en detrimento de los destinos locales”.

Parte de este incentivo ya se está viendo reflejado en los gastos que los argentinos hacen con sus tarjetas en moneda extranjera.

Según datos del BCRA, el saldo por compras con plásticos fuera del país alcanzó el último día de enero unos u$s412 millones, cifra que implica un salto del 55% respecto de los registros de mediados de diciembre (ver gráfico).

Las razones del incremento en el nivel de consumo con tarjetas obedece también a la relativa quietud del tipo de cambio, que apenas avanzó 1% en enero, por debajo de la inflación, lo que alivió un poco los temores -en el corto plazo- sobre posibles movimientos bruscos.

Además, se suma el hecho de que el informal cotiza un 12% por encima del “dólar turista” (oficial + recargo del 35%), lo que empuja a muchos particulares que viajan a quedarse con los billetes en mano y sacar sus plásticos para realizar compras.

Las razones detrás del “siga siga” de Vanoli

Un dato clave es que el último trimestre del año pasado, el turismo internacional en su conjunto -es decir, considerando demanda de dólares, transferencias por parte de agencias, gastos con tarjeta y ventas de tickets aéreos-, sumaron u$s1.800 millones, lo que arrojó un promedio de u$s600 millones mensuales (ver gráfico).

Para tener una noción de lo que representa esta cifra, basta considerar que implica tres veces más que el monto que el BCRA habilitó para la importación de autos en el mes de diciembre.

También, se ubica por encima de lo que demandó toda la Argentina en concepto de bienes de consumo (u$s539 millones).

En este contexto, surge la inquietud sobre si el Gobierno comenzará a ponerse más rígido con la habilitación de dólares para bancar operaciones de turismo internacional.

“A primera vista, parecería que no hay ninguna lógica en que el Banco Central entregue divisas a los argentinos que viajan pero, por otro lado, se las termine negando a sectores productivos que generan miles de puestos de trabajo y encima exportan”, comentó Baer.

Sin embargo, para el economista, el Gobierno tiene una razón poderosa para actuar como lo está haciendo.

“Al Ejecutivo le interesa sostener la idea de que hay dólares y que el sistema está funcionando. Si a una automotriz no se los habilitan, el debate queda más encapsulado en un plano económico”, explicó Baer.

Sin embargo, destacó que “restringir la venta de dólares o implementar medidas para trabar los viajes al exterior, tendrían un impacto mediático muy grande y agravaría la percepción entre los ahorristas de que los dólares que hay en la economía no son suficientes, lo que incrementaría las tensiones sobre el tipo de cambio y presionaría sobre la brecha entre el paralelo y el oficial”.

En definitiva, para el economista, “el Gobierno se está jugando la estabilidad emocional de la gente”, especialmente en la recta hacia el final de este mandato.

“Tiene que evitar dar señales de que hay escasez de divisas y la forma en que lo hace es tratando de evitar cualquier ruido en el acceso de los particulares”, recalcó.

Claro que, según el experto, “para el BCRA, en la medida en que tienda a incrementarse la demanda de dólares para ahorro y turismo, entonces resultará vital asegurarse aquellos que ingresen por la cosecha”.

El flujo de billetes verdes por parte del agro había arrancado enero a un buen ritmo, pero en febrero comenzó a desacelerarse.

En efecto, hasta el 6 de febrero habían ingresado u$s1.343 millones, el nivel más bajo desde el año 2010 y esto terminó por empujar al Central a decretar tres días de “feriado cambiario” virtual.

Las flojas perspectivas impulsaron a Vanoli a volver a negociar con las cerealeras.

Según el funcionario, el plan oficial es buscar “un esquema como se hizo en el último trimestre del año pasado para evitar la volatilidad cambiaria” y así transitar el primer trimestre.

Es que, para el economista Miguel Bein, “febrero y los primeros días de marzo son los peores para el sector externo de la Argentina”.

Sin embargo, así como los analistas coinciden en que el Gobierno pondrá sus esfuerzos en evitar restricciones al dólar ahorro y a los gastos por turismo, también son muy escépticos respecto de una mejora para las principales ramas de actividad que requieren de importaciones.

Así, la última etapa del kirchnerismo, en la que se prioriza reservas y dólar estable, en detrimento de la industria, muestra una faceta que dista mucho de aquel relato que hizo de la reindustrialización su gran canto de guerra.

Fuentes: iProfesional

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