Comercio internacional: Los acuerdos que pesan
Los últimos convenios de los países desarrollados con China encienden una luz de alarma para los emergentes, entre ellos Brasil e India. Argentina debe estar atenta.
Entre los varios proyectos de ley en discusión en el Congreso norteamericano, sobresale el destinado a modificar la matriz energética, que el presidente Obama enfatiza diciendo “Debemos terminar con nuestra dependencia de la importación petrolera”. Dicho proyecto, tiene como uno de sus aspectos centrales el apoyo a la investigación, desarrollo e inversión en nuevas energías, a través de fondos especiales, por más de 260.000 millones de dólares.
En definitiva lo que propone ese proyecto es recuperar y luego ganar, la carrera tecnológica que actualmente encabeza Alemania mas Francia, Japón, España y China en materia de energías mas limpias.
En este sentido y frente a la reunión prevista en Copenhague en el mes de diciembre para definir el nuevo acuerdo sobre Metas para reducir el Calentamiento Global que reemplazará al Protocolo de Kyoto, la Unión Europea y Estados Unidos –a través de la OCDE– están proponiendo a China un acuerdo comercial de reducción progresiva y rápida de los derechos de importación que gravan los bienes y servicios ecológicos.
El objetivo de ese denominado “pacto global” que engloba una parte sustancial de los flujos de comercio e inversiones de la “nueva economía” es tener como aliado a China en la definición de las metas de reducción de emisiones a establecer en el Kyoto II.
De lograrse ese acuerdo, China ya actualmente el país más contaminador del planeta, superando a los Estados Unidos, lograría apoyos financieros de la UE y Estados Unidos para su reconversión industrial y poder de esa manera continuar como gran exportador, sin tener que enfrentar las barreras en frontera que hacia futuro, intentarán imponer los países desarrollados a las empresas que no cumplan con las reglas a fijar de cuidado ambiental.
China por otra parte, es un competidor importante en turbinas eólicas y también en productos para el aprovechamiento de la energía solar, por lo tanto un acuerdo de este tipo facilitaría su expansión y la posibilidad de sus empresas –parte de ellas con apoyo o participación estatal– integrarse con empresas norteamericanas y europeas en otros mercados.
Notablemente el acuerdo que buscan concretar los países de la OCDE, no incluye los biocombustibles y de ahí que no se han efectuado tratativas para incluir a Brasil, líder mundial en etanol de caña ni tampoco a los países productores eficientes de biodiesel como lo son Argentina, Indonesia o Malasia.
El fondo de la cuestión está centrado, en que los sectores empresarios norteamericanos y europeos, visto la imposibilidad de incluir estos temas en la Ronda Doha, si no cedían previamente en sus prácticas proteccionistas en el comercio agrícola, y la posición brasileña e india de que los “productos verdes” debían necesariamente incluir los biocombustibles, decidieron cortejar el interés chino que, por supuesto, está mucho mas centrado en evitar barreras a sus productos industriales, que liberalizar la agricultura.
Hace poco tiempo atrás, se cerró un acuerdo comercial sectorial que abarca aproximadamente el 90% la producción global de fármacos celebrado también entre la UE, Estados Unidos y China –incluye insumos específicos para su fabricación– con arancel 0 de importación.
¿Que nos están señalando ese acuerdo ya cerrado y el propuesto sobre bienes y servicios ecológicos desde el punto de vista de las relaciones económicas y comerciales internacionales?
Primero, que se está priorizando los intereses de los países desarrollados y en especial la propuesta norteamericana del año 2008 –apoyada por la Unión Europea– de cerrar acuerdos sectoriales en los campos de interés de las empresas de esos países con los emergentes mas importantes. Esa propuesta no fue aceptada por Brasil que encabezaba con India el G-20 en DOHA, por no asegurar mejoras en el acceso a esos mercados de los productos agrícolas, por la no inclusión de los bío-combustibles como bienes ecológicos y por debilitar la posición de los PED en la negociación de productos NAMA.
Segundo, China si bien es miembro de ese G 20 siempre tuvo una posición ambivalente, defensiva en materia agrícola y mas ofensiva en los temas de productos industriales (NAMA), esto es lo que explica la aceptación de este tipo de acuerdos sectoriales que le permitirían seguir su carrera exportadora en las productos mas avanzados en la nueva economía verde y por supuesto en la industria farmacéutica.
Tercero, esta estrategia de los PD coincide con un período de crisis de la economía mundial aún no finalizada, aunque se haya alcanzado aparentemente un piso, y donde tanto la UE como Estados Unidos no quieren discutir agricultura, todo lo contrario, los países europeos han aumentado apoyos internos –por ejemplo en lácteos– y en Estados Unidos han mantenido programas de subsidios a pesar de fallos desfavorables en la OMC.
Resumiendo, es crucial seguir atentamente la evolución de estas negociaciones y actuar desde el ámbito regional conjuntamente con Brasil, pues si bien el posible acuerdo sobre bienes y servicios ecológicos tiene como referencia la reunión de Copenhague sus alcances y consecuencias van mucho más allá de diciembre de este año.
El “aislacionismo” es claramente la menos aconsejable de las políticas a seguir
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