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50 años de fracasos en la integración Latinoamericana

Un completo repaso sobre los acuerdos de integración que jamás funcionaron.

Quien escribe esta nota pertenece a la generación de los sueños rotos. Si como dijo un personaje de Shakespeare en “La Tempestad” estamos hechos con la misma sustancia que nuestros sueños, los sueños de la integración latinoamericana que comenzaron hace cincuenta años se han evaporado. Comenzamos a trabajar en comercio exterior y en la integración latinoamericana hace 45 años. Por eso es que pertenecemos a la generación de los sueños rotos.

La integración de nuestros países mal llamados latinoamericanos (en realidad somos iberoamericanos, de manera de poder incluir a Brasil que ha sido un extraño a nuestro proceso de emancipación porque su independencia de Portugal fue una cuestión meramente de entrecasa, familiar) fue la gran ilusión de los veinteañeros, como nosotros, que vivimos la década de 1960. La integración de América Latina comenzó en 1960 con la firma del primer Tratado de Montevideo que creó la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC).

¡Cuántas ilusiones teníamos entonces! Creíamos todos los jóvenes en la verdadera integración de nuestros países. Pero la historia de la integración latinoamericana es la historia de los fracasos, lamentablemente. No hemos consolidado uno solo de los procesos y de las metas que nos propusimos. Ante la conclusión penosa de que somos unánimes para los fracasos ¿no sería mejor emprendiéramos otros rumbos diferentes? Aunque, como decía Séneca, no hay rumbo bueno para el que no sabe adónde va. Los invito a repasar la situación de esos procesos. La ALALC tenía por objetivo la creación de una zona de libre comercio entre los países miembros (al principio siete, poco después y hasta el final once) para el 31 de diciembre de 1973. Este plazo fue prorrogado por el Protocolo de Caracas (1969, cuatro años antes de la fecha acordada) hasta el 31 de diciembre de 1980. Hace casi veintinueve años. Como todos sabemos la finalidad propuesta no se alcanzó ni entonces ni ahora.

El MCCA (Mercado Común Centroamericano) creado por el Tratado de Managua en 1960 también se proponía la conformación de una forma de integración más ambiciosa aún que la zona de libre comercio. La ridícula y triste “Guerra del Fútbol” de 1969 entre Honduras y El Salvador, le propinó un golpe de muerte. Aunque las verdaderas razones eran más profundas. Hoy, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua han formado el CAFTA (Central America Free Trade Agreement) conjuntamente con la República Dominicana y Estados Unidos. ¡Adiós mercado común! El Pacto Andino (hoy Comunidad Andina de Naciones – CAN) fue creado por el Acuerdo de Cartagena en mayo de 1969. Nunca se alcanzaron las metas propuestas. Entre tanto, hubo varias rupturas de relaciones y hasta guerras. Hoy tiene como miembros solamente a cuatro países (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú). Hace un tiempo se retiró Venezuela. Hace décadas se había retirado Chile. En la actualidad dos de ellos (Colombia y Perú) están tratando de conformar un tratado de libre comercio bilateral con Estados Unidos. Los otros dos (Bolivia y Ecuador) giran alrededor del eje chavista-bolivariano contrario a los Estados Unidos. Otro fracaso.

La Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) se creó por el Tratado de Montevideo de 1980 que sustituyó a la ALALC. Tiene por objetivo la creación de un mercado común latinoamericano (¡nada más ni nada menos!), eso sí, a largo plazo. Han transcurrido desde su firma ya, como se dijo, veintinueve años. ¿Es ése un plazo corto, un plazo largo, qué es? Seguramente la meta está tan lejos que si hay algún día llegamos a ella estaremos para entonces, como decía Keynes, todos muertos: los jóvenes de aquella época como nosotros y también los jóvenes de ahora.

El Mercado Común del Sur (MERCOSUR) creado por el Tratado de Asunción firmado entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay el 26 de marzo de 1991, preveía conformar el mercado común para el 31 de diciembre de 1994. Antes de llegar esa fecha y ante la evidente imposibilidad de alcanzar el mercado común, nuestras autoridades se conformaron con una más modesta unión aduanera, inicialmente prevista para el año 2000. ¿La tuvimos en esa fecha? Obviamente no. La última fecha para alcanzar la unión aduanera, aunque tímidamente prevista, fue el pasado 31 de diciembre de 2008, cuando se estimaba que estaría terminado el Código Aduanero del MERCOSUR (algo que ya se había conformado catorce años atrás pero que despertaba oposiciones) y el reparto de la renta aduanera, entre otras cosas fundamentales. Hoy no tenemos ni al viejo ni al nuevo Código porque no ha sido terminado. Muchos menos llegamos a ponernos de acuerdo en la distribución de los fondos de la aduana común. Tampoco tenemos ahora una unión aduanera. ¿Cuándo la tendremos? Ni el mejor adivino del mundo puede saberlo, tan imprevisibles, impotentes, desconcertantes, ineficaces e inoperantes son las autoridades de nuestros cuatro países que supimos conseguir. Y existen en el diccionario más adjetivos para calificarlas.

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