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Política: Lejos de la noche más feliz

Política: Lejos de la noche más feliz

Por Walter Giannoni.


Cuando ganó las elecciones en primera vuelta, aquél 28 de octubre de 2019, con los festejos del kirchnerismo en pleno desarrollo, alguien con aguda capacidad de observación disparó por las redes sociales: “Esta puede ser la noche más feliz de Alberto en los próximos cuatro años”.

Existen pocas dudas de eso. El Presidente acaba de atravesar sus dos peores semanas desde que está en el Gobierno. El escándalo por el vacunatorio VIP, que todavía tiene una fase judicial en evolución, y la contundente condena contra Lázaro Báez, un personaje abiertamente identificado con el kirchnerismo, le depararon un trago demasiado amargo.

Debería agregarse a la lista la marcha de la economía que a fin de 2020 mostró una mejoría rápidamente desvanecida en enero. Es cierto, la gente atraviesa el verano con salarios viejos. Los nuevos emergentes de las paritarias deberían aparecer en marzo y abril. Veremos qué capacidad de compra les queda.

El Gobierno, según marcan todas las primeras encuestas post “sincericidio” de Vertbisky, muestran un derrumbe en la imagen presidencial. Aún así, no es sensato pensar en que todo esto desencadenará una crisis política mayor.

Es complicado revertir esa percepción de la gente con escasos recursos en la mano y una inflación núcleo amenazante. Ya se sabe, a los resultados electorales los domina el bolsillo. En el supermercado, la verdulería y la carnicería se tejen las conclusiones que deciden el voto. Macri lo pagó caro.

Desde ese punto de vista, Alberto llegará débil a las elecciones a menos que apele a alguna receta de salida escasamente responsable cuyo costo se pagará en los próximos años. Emitir con mayor velocidad que la actual, por ejemplo, para colocar más pesos.

Las alquimias para hacer bajar al dólar blue marcan que ese no sería el camino elegido. También la eliminación de los subsidios eléctricos para un determinado grupo de empresas, indican que en Hacienda queda una cuerda de sensatez, aunque esa medida tenga otros costados reprochables.

La épica del aguante también pasa factura. El Gobierno está en ese punto donde comienza a jugar decididamente la ficha de octubre. Ningún plan económico revierte los resultados en ocho meses. Menos aun cuando los problemas son de tal complejidad que si se aprieta un botón se descompone otro. Aquella noche feliz es sólo un buen recuerdo.

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