
Remes no necesitaba ni reuniones
Columna de Walter Giannoni.
En la intensa refriega política que vive Argentina, la actitud más frecuente entre las partes es achacarse la responsabilidad por los niveles inflacionarios. Con el IPC de mayo la inflación acumulada en lo que va del año ya suma 21,5%. Aquella pauta del 29% anual quedó en el olvido, en una asimilación de la realidad el Ministerio de Economía corrió esa estimación varios puntos por encima.
En las propias entrañas del Gobierno se conspira contra estos cálculos. CFK y Massa dieron un aumento del 45% a los empleados del Congreso y pulverizaron cualquier otra expectativa. Moyano ya la ubicó ahí.
Cuando la oposición le recrimina al oficialismo que el año terminará con esos niveles inflacionarios, desde la Casa Rosada le devuelven la pelota recordándoles que Macri terminó 2019 con una inflación de ¡53,8%!.
Más allá de los cruces de chicanas, algo de razón tienen en las filas del kirchnerismo. Juntos por el Cambio tiene otras cosas para mostrar antes que sus paupérrimos resultados económicos.
Pero el punto es que en ese ida y vuelta de acusaciones y contracusaciones, la inflación continúa demoliendo con prisa y sin pausa a todos los habitantes del país, en especial a los más pobres.
Nada de lo que ha hecho el Gobierno para frenar a la inflación dio resultados y lo grave es que esto se produce en medio del parate que impone la pandemia.
Queda claro que vamos a convivir con una inflación, con mucha suerte, no menor al 30% anual durante varios años. Tantos serán como los que se necesiten para que la clase dirigente argentina asuma que sin un acuerdo básico resultará imposible controlar a ese monstruo de mil cabezas.
Jorge Remes Lenicov, un economista al que le tocó hacer el trabajo sucio de la posconvertibilidad, recordó esta semana en la Fundación Mediterránea que en sus dos meses de gestión en 2002 cuando necesitaba acordar algo con la oposición simplemente llamaba por teléfono a la bancada radical del Congreso. Ni reuniones necesitaba.
La expresión, además de ser una “miniprueba” de que a De la Rúa también lo empujaron entre sectores del peronismo y el radicalismo, marca algo imposible de conseguir hoy en esta Argentina que nos demuele la cabeza.
Esta columna fue publicada en la edición digital de la Revista Container el 19/06/2021.