
¿Qué será de ellos?
Columna por Walter Giannoni.
Esta semana nació un nuevo Gobierno nacional. La quinta versión de este desaguisado político confirma antes que nada un dato: la gestión de Alberto Fernández terminó. Eso, un presidente testimonial, mal que mal, no había ocurrido hasta ahora. Sus dos principales adversarios, el “súper Massa” y Cristina Fernández están ahora completamente a cargo de la gestión.
La primera versión del Frente de Todos fue la que asumió el 10 de diciembre de 2019; la segunda, apareció cuando CFK mostró los dientes y le impidió a Guzmán asumir el control de la política energética. La tercera versión emergió con la derrota en las elecciones de medio término, episodio que dio paso a las críticas más feroces (aquella carta de Vallejos lo evidenció).
La cuarta versión fue más reciente, tuvo el prefacio de la dimisión de Kulfas y luego la renuncia de Guzmán en medio de incesante torpedeo kirchnerista, acentuado por una enorme saga de errores en la política económica del niño mimado de Joseph Stiglitz (que dicho sea de paso, no habló más).
Los mercados financieros saludaron con una discreta caída de los dólares blue y financiero, los dos que no puede controlar directamente el Gobierno pero, sin embargo, la semana concluyó con más pérdida de reservas y el mes, ni hablar, 1.200 millones de dólares.
Ahora en la cabina de comando están Massa y ella. Alberto mira por la lucera, sólo firmará los decretos que le pongan al frente. CFK se abraza a quien detesta, es un destino cruel, pero peor podría ser una salida anticipada del poder en medio del fárrago de causas judiciales que la rodean.
¿Podrá Massa encaminar la economía? ¿Qué significa a esta altura de las cosas encaminar la economía? Dos objetivos de corto son maniatar al dólar y morigerar el efecto de la inflación que ya todos los economistas sitúan en las tres cifras para el año.
Ambas cosas requieren de señales claras hacia los agentes económicos que lo único que quieren ver es cómo se achica el gasto y la emisión. Esto debería poner a prueba al “mejor de los Massa”, el negociador, porque hacerlo implica necesitar del acompañamiento sindical y al menos la tolerancia de los movimientos sociales.
Después vienen las especulaciones, si con eso podrá ser el próximo candidato presidencial del kirchnerismo. Una fórmula con ella, como deslizan en ese espacio, sería “una prueba de amor”. Pero es adelantarse mucho, por ahora, la pregunta es, ¿qué será de ellos? Y, en consecuencia, de nosotros.