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Un embajador a imagen de Elon Musk, ¿pero se puede crecer más en tecnología?

Un embajador a imagen de Elon Musk, ¿pero se puede crecer más en tecnología?

La industria tech se ha posicionado como un gran exportador de horas de trabajo de recursos calificados, a un bajo costo a nivel internacional; y no como un mercado que apuesta a sacar el máximo provecho.


El Gobierno designó al tecnólogo Alejandro Carlos Francisco Oxenford como el nuevo embajador de Argentina en Estados Unidos. Sonó a una ofrenda en la conexión que Milei tiene a través de Elon Musk con Donald Trump. De hecho, al puente para conseguir la audiencia con el presidente norteamericano lo realizó el propio Musk.

Oxenford, casi un desconocido para el establishment diplomático de la Argentina, es un emprendedor argentino, creador de gigantes tecnológicos como OLX y LetGo. Milei se mueve como pez en el agua en ese océano, de hecho uno de sus más fervientes defensores es el fundador de Mercado Libre, Marcos Galperín.

Pero, ¿puede la Argentina tener más oportunidades en el mundo de la tecnología? ¿O ha llegado a su techo? ¿Qué debería hacer? 

Alejandra Oniszczuk, socia y directora de AW Global, en la cual analiza esa situación y hace una advertencia: el país exporta talento y servicios, pero consume poca tecnología.

En el año 2004, la Ley de Promoción de la Industria del Software y Servicios Informáticos (o “Ley de Software” a secas), se propuso impulsar a ese sector mediante beneficios fiscales y apoyo a la investigación, exportación y creación de empleo calificado. 

Con el mismo espíritu, en 2019 el Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento amplía estos incentivos a sectores innovadores como biotecnología e inteligencia artificial. 

“Así, durante las últimas dos décadas y bajo el gobierno de diferentes espacios políticos, la industria IT viene encontrando contextos ideales para convertirse en uno de los motores económicos de Argentina”, dice Oniszczuk.

Durante ese período, la industria tech ha sido la de mayor crecimiento en nuestro país y se ha consolidado como uno de los motores económicos y una de las principales fuentes de exportaciones de Argentina: 12 empresas consideradas “unicornios” (es decir, valuadas en más de mil millones de dólares) y todas son de base tecnológica; además de que dos tercios de las empresas tech autóctonas son exportadoras. 

“También Argentina ha sido el país que mayor cantidad de inversiones del exterior ha recibido en esta materia: todas las grandes empresas desarrolladoras del mundo hoy tienen presencia en nuestro país”, describe 

Sin embargo, “si nos comparamos con otros países de la región y del mundo que son nuestros competidores en el mercado de exportaciones IT, Argentina ha crecido a una tasa menor, perdiendo posicionamiento internacional dentro de esta industria”, alerta. 

La industria del conocimiento creció exponencialmente en todo el mundo durante el último cuarto del siglo, y Argentina pudo subirse a esta ola; “pero hay otros mercados que vieron mucho mejor el negocio que nosotros, o fueron mucho más consistentes con sus planes, y lograron un mayor crecimiento”, sostiene.

¿Por qué no pudimos hacerlo, cuando el contexto político siempre, en mayor o menor medida, acompañó? ¿Será que nunca hemos articulado un plan de exportaciones coherente y sostenible en el tiempo que haga que las empresas sean más atractivas para el exterior?, pregunta la experta.

“Tengamos en cuenta que el impulsor de las exportaciones en IT sigue siendo el hecho que el mercado doméstico es muy chico y consume muy poco tiempo del talento disponible”, reflexiona. 

La transformación digital en Argentina “ha sido leve: nuestro consumo de aplicaciones sofisticadas es baja, porque la industria Pyme en general no se ha transformado. Entonces, ese sobrante de talento, en un contexto en el que el mercado mundial comenzó a demandar cada vez más, es lo que Argentina exporta. Al igual que otros países”.

Salvo algunas excepciones, nuestra industria tech “se ha posicionado como un gran exportador de horas de trabajo de recursos calificados, a un bajo costo a nivel internacional; y no como un mercado que apuesta a sacar el máximo provecho, realizando las inversiones necesarias para lograrlo”.

“Hoy, la industria IT se debate en cómo no perder competitividad internacional en materia de precios, a partir de la baja del dólar; incluso considerando relocalizar su operación en otros países que hoy ofrecen fuerza de trabajo más económica”, recalca Oniszczuk. 

Para la ejecutiva, el enfoque debería estar en la generación de una oferta de valor reconocida por su calidad, sabiendo que el mercado va a pagar lo que vale, “en lugar de seguir compitiendo en un mercado que prioriza el volumen y con márgenes menores; y ahorrará valioso tiempo a los empresarios del sector que hoy se destina a estrategias de pricing y salarios”, enfatiza.

“Lo que está ocurriendo evidencia que los contextos económicos cambian. Esto ratifica que el objetivo de todo el sector debería ser el liderazgo basado en la calidad de sus soluciones, ya que para mantener el mismo no dependerá de otros factores”, concluye Oniszczuk.

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