
El dólar movedizo también descoloca a las pymes
En la agenda económica actual, hablar de tipo de cambio es hablar de una de las variables más sensibles para el entramado productivo. La reciente visita del presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini, a Córdoba, volvió a poner sobre la mesa una preocupación que crece entre las pequeñas y medianas empresas: el esquema de bandas cambiarias introduce un nuevo factor de incertidumbre en las operaciones cotidianas.
El diagnóstico que surgió del encuentro entre Rappallini y los Jóvenes Industriales de Córdoba fue claro. En un contexto de caída del consumo y suba sostenida de costos –que ya no pueden trasladarse como un “passthrough” a precios finales–, el dólar dejó de ser una herramienta de planificación para convertirse en una línea incierta.
Una pequeña variación diaria, dentro de las bandas establecidas por el Gobierno, alcanza para desajustar una operación de comercio exterior, encarecer un insumo clave o dejar fuera de mercado a una empresa que intenta competir afuera.
En teoría, las bandas otorgan flexibilidad. En la práctica, quitan bastante previsibilidad. Y ese es un lujo que las pymes, que manejan el volante con la punta de los dedos, no pueden darse. Porque, a diferencia de las grandes firmas, no tienen espaldas financieras para cubrir desvíos, ni departamentos de cobertura que trabajen con futuros o derivados. Operan al día, con márgenes estrechos y plazos que no admiten sorpresas.
El problema, además, es que este esquema convive con una inflación que, si bien desacelera, aún se prevé elevada. Es decir: los costos suben, el consumo cae y el dólar se mueve, aunque sea poco, para arriba y para abajo. Y todo eso ocurre en simultáneo.
Como bien advirtió Rappallini, el tipo de cambio es hoy una de las principales inquietudes que se le trasladan al Gobierno nacional. No por ideología ni por especulación, sino por necesidad. Porque sin un dólar previsible, no hay exportación sustentable. Y sin exportaciones, no hay industria que aguante.
Lo que las pymes necesitan no es que se “planchen” los números hasta las elecciones, sino reglas claras que permitan tomar decisiones. El dólar flotante con anclas informales podrá ser funcional a la macro, pero desorienta a quien tiene que cerrar una orden de compra, cotizar un embarque o comprometer un precio.
En definitiva, todo incide en la competitividad y opaca el esfuerzo para conseguir estabilidad y crecimiento.