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En los dominios de Vaca Muerta, otra “vaca viva” con los nuevos biocombustibles

En los dominios de Vaca Muerta, otra “vaca viva” con los nuevos biocombustibles

Carlos Petroli
Especial para Container | leer más notas
La transición energética da paso a una ola de innovación que incluye a los “biojet” o SAF, combustibles para la aviación, potencial negocio para Argentina y el agro por 50.000 millones de dólares.

En el reino de Vaca Muerta, los paisajes que separan a los yacimientos neuquinos de petróleo y gas no convencionales con la “vaca viva” de los biocombustibles de las cadenas del maíz y de la soja, no se hacen cargo de la supuesta grieta. A caballo de la transición energética mundial, se abren paso tecnologías y opciones muy potables, para nada incompatibles, y la Argentina tiene al alcance para engrosar su andamiaje productivo y generador de divisas.

Con esta prospectiva se presentó Agustín Torroba, especialista del IICA (Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura), durante el ciclo “coyuntura y agro, escenario económico y político” convocado por el diario La Voz del Interior en Córdoba. Entre los disertantes estuvieron Tomás Kember (analista meteorológico de la BCCBA); el consultor y analista del mercado de granos Pablo Adreani; el economista Daniel Artana y el periodista y analista político Eduardo van der Kooy.

El ministro de Bioagroindustria Sergio Busso se refirió a la importancia estratégica de los biocombustibles para Córdoba y dimensionó que por cada punto que se incremente por ley el corte con las naftas, equivale a una nueva planta de bioetanol, con más empleos directos, producción y valor agregado.

El IICA, como agencia del Sistema Americano de Cooperación en materia de agricultura y seguridad alimentaria, constituyó la Coalición Panamericana de Biocombustibles Líquidos (CPBIO), “una convocatoria a todas las cámaras y a toda la cadena de valor de los biocombustibles y el agro de las Américas”, destacó Torroba. Estas instituciones contienen a los países que en su conjunto producen 70% de los biocombustibles a nivel mundial. Desde esta visión, el experto se focalizó en los desafíos y oportunidades que la actividad ofrece para la economía y la transición energética global.

La meta de “descarbonizar” la matriz energética en los próximos 25 años, que hoy es 80-20% entre fósil y limpia, para lograr su reversión hacia 2050, incluye a su vez reducir el consumo un 7% en promedio. “Tecnologías que hoy no están a escala comercial se tienen que desarrollar masivamente, como nuevas generaciones de baterías, hidrógeno, captura y secuestro de carbono y hay una gran apuesta a la electrificación. Dentro de ese 80% de energías limpias que necesitamos, los biocombustibles tienen un rol muy importante”, enumeró Torroba. La producción de estos biocombustibles se tiene que expandir entre tres y seis veces para cumplir los escenarios de descarbonización. 

140 aeropuertos ya despachan SAF.

Torroba dedicó especial atención a las nuevas tecnologías y desarrollos de biocombustibles de segunda generación, en particular el biojet o SAF (Sustain Aviation Fuel-Combustible de Aviación Sostenible), que utilizan materias primas originadas en el agro, como los aceites vegetales y el almidón de maíz.  Describió cómo en los últimos años fue creciendo la producción de SAF, mediante normativas con la que cuentan muchos países, incluido Brasil.

“Las aerolíneas están haciendo contratos con las plantas que ya están construidas o que están en construcción. Hay 140 aeropuertos en el mundo que despachan regularmente SAF, hay 33 países donde se vende este combustible, 45 estados que tienen políticas públicas adoptadas o bajo desarrollo”, ilustró Torroba. Una tendencia a seguir muy de cerca e incorporar en las regulaciones del sector público y en los planes de negocios del sector privado, recomendó.

En cálculos del IICA, los complejos de soja y maíz de Argentina podrían generar volúmenes en combustibles sostenibles de la aviación para un negocio entre 45.000 y 50.000 millones de dólares. Es multiplicar el valor del aceite por tres y el valor de la tonelada de maíz por cuatro.

Una planta de biocombustible de aviación, de acuerdo a la escala, demandaría entre 300 y 900 millones de dólares. Según Torroba, la transición energética va a requerir más biocombustibles, y no cualquier tipo, sino los más sostenibles. Y concluyó que los países del Mercosur deben converger en una política común para negociar regulaciones y hacer valer sus activos ambientales. 

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