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Milei y la batalla por el poder político

Milei y la batalla por el poder político

Walter Giannoni
Periodista | leer más notas

Maquiavelo sigue siendo una fuente permanente de sabiduría política para quien quiera construir poder en serio, no como un capricho de coyuntura, sino como un proyecto de transformación real. El Gobierno de Javier Milei, que atraviesa un momento bisagra en su plan económico y político, haría bien en tomar nota de al menos dos de sus enseñanzas fundamentales.

La primera: la apariencia importa. Aunque un gobernante no siempre actúe con virtud, debe aparentarla. La percepción popular es tan determinante como la realidad. “Todos ven lo que pareces, pero pocos sienten lo que eres”, escribió el florentino.

Milei, centrado en consolidar el superávit y domar la inflación, corre el riesgo de ser visto como un presidente que solo habla de “la macro”, sin sensibilidad productiva. Aún si su equipo trabajara activamente por reactivar sectores, necesita comunicar un mensaje claro: que la industria, el empleo y el consumo forman parte de su visión, no un costo colateral del ajuste.

La segunda lección de Maquiavelo es tan dura como urgente: la estabilidad del Estado es la prioridad. No hay reformas posibles en el caos. La siempre frágil paz social argentina requiere mantener la expectativa de que el rumbo tiene sentido. Cuidar el equilibrio fiscal es una bandera irrenunciable. Como dice el economista Juan Carlos de Pablo, hoy es lo único que tiene Milei.

La tarea por delante no es menor. Debe lograr que la recuperación llegue al bolsillo de la gente, que el consumo vuelva a ser motor junto con la inversión y la exportación. Y debe posicionar al país en un contexto internacional complejo, donde China amenaza  con barrer ramas enteras de la industria local. Argentina no puede abrir la economía sin cuidar su entramado productivo, que representa un cuarto del empleo formal.

Mientras tanto, la oposición en su desconcierto pos condena a Cristina Fernández sigue regalándole aire a La Libertad Avanza. El vergonzoso  episodio reciente en la legislatura bonaerense, donde los parlamentarios se blindaron en sus cargos como si fueran cargos hereditarios, la reelección indefinida sancionada con “orgullo” según el propio kirchnerismo, refuerza la vigencia del mensaje anticasta que Milei capitalizó como nadie.

En definitiva, si quiere llegar a octubre con chances de consolidar su proyecto, el Gobierno deberá equilibrar percepción y realidad, estabilidad macro y narrativa productiva. A veces, gobernar –como enseñó Maquiavelo– es una cuestión de forma, tanto como de fondo.

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