
Otra manera de ver el momento: Argentina, ¿cara o barata en dólares?
Un dólar alto ayuda a encarecer importaciones y dar respiro a exportadores, pero no sustituye reformas estructurales.
Esta columna pretende enfocarse en el valor del dólar, pero no ese valor que volvió loco al Gobierno esta semana. No el nominal. Vamos a enfocarnos en la siguiente pregunta: ¿Argentina está cara o barata en dólares? Para ello, es necesario no mirar la cotización en el spot, el dólar oficial, ni los financieros. Hay que enfocarse en el Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM). Al incorporar al análisis los diferenciales de inflación entre Argentina y sus principales socios comerciales, ese dato que nos muestra si nuestra economía es competitiva (o no) respecto a esos países. Nuestros principales socios son Brasil, China, la Unión Europea y EE.UU..
La evolución histórica del Índice de TCRM nos ayuda a evaluar la posición actual. Cuando aumenta, los bienes y servicios argentinos se vuelven relativamente más baratos en el exterior (hay depreciación), lo que favorece las exportaciones. Cuando disminuye, esos productos se encarecen (hay apreciación) y las exportaciones no pueden competir en el mercado internacional facilitando el ingreso de importaciones. A finales de la Convertibilidad el índice se ubicaba en 65 y nuestros productos eran muy costosos internacionalmente lo que deterioró nuestra balanza comercial. En 2002 se situó por encima de los 200 puntos, bajando a 80 luego de 2008. Entre 2015-2019 nuevamente se recompuso superando los 100 puntos. A partir de fines de 2023, con la devaluación del 54% y el crawling peg se ubicó en los 160 puntos, con lo que el país quedó barato en dólares. Sin embargo, durante 2024 fue bajando hasta ubicarse en los 80 puntos. Luego de la liberación del cepo el índice nuevamente se acerca a los 100 puntos, que es el valor estimado de equilibrio.
Esta suba del dólar –en términos nominales– dio un respiro a algunas empresas porque las importaciones se encarecen, pero este escenario no es sostenible. Hasta ahora, la suba del dólar no se traslada a precios en la proporción que solía hacerlo en épocas anteriores. ¿Falta de demanda de bienes y servicios? ¿Consumo deprimido? ¿Menor producción? Un poco de todo, pero todos coincidirán en que es insostenible, social y políticamente.
El tipo de cambio no reemplaza las mejoras en términos de competitividad que las empresas argentinas deben tener, lo que depende de mejoras tecnológicas, ajuste de márgenes y menores costos operativos. Pero también de menores costos de logística, impositivos y laborales, lo que es competencia de los tres poderes del Estado Nacional, provincial y municipal. Mejores rutas para el transporte, menor presión tributaria y leyes laborales más modernas que no conviertan a los empleados en una carga insoportable para los empleadores. Y definitivamente eliminar la doble (y hasta triple) tributación que soportan productores y consumidores.
El tipo de cambio es sólo una variable más que da competitividad a las empresas y productores locales, pero definitivamente no es la más trascendente, porque su efecto es tan efímero como las políticas cambiarias que aplican los gobiernos. Stay tuned!