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A 15 años de la OMC y 10 de la Batalla de Seattle

La Organización Mundial de Comercio (OMC) cumple quince años. Desde aquella lejana Ronda de Uruguay, que comenzará en 1986 y finalizará con la creación del organismo allá por 1994, dando inicio formalmente el 1 de enero de 1995.

La OMC busca aumentar los flujos de comercio internacional, y lo intenta mediante una serie de funciones:

Administra los acuerdos comerciales de la OMC

  • Foro para negociaciones comerciales
  • Trata de resolver las diferencias comerciales
  • Supervisa las políticas comerciales nacionales
  • Asistencia técnica y cursos de formación para los países en desarrollo
  • Cooperación con otras organizaciones internacionales

Después de la Segunda Guerra Mundial y mientras se creaban el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, se frustraba la posibilidad de generar la Organización Internacional de Comercio, especialmente por desavenencias de Estados Unidos.

En cambio se firmó el GATT (Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio), al que llegaron a adherir más de 120 países antes de la creación de la OMC, pero que tenía grandes problemas e injusticias que golpeaban a los países menos desarrollados, como que no incluía textiles y bienes agropecuarios.

El GATT era básicamente injusto para los países menos desarrollados.

En plena década de los noventa, la liberación comercial avanzaba rápidamente por distintos caminos.

Clinton lograba el NAFTA (1994), Europa firmaba el Tratado de Maastricht (1992) y creaba la Unión Europea (U.E.), en América del Sur, iniciaba el Mercosur (1991), se creaba la OMC (1995) y otros acuerdos importantes alrededor del globo.

Todo parecía indicar por entonces que el aumento de la liberación y la caída de las barreras serían vertiginosos.

Hubo dos cumbres más, una en Singapur en 1996, y otra en 1998 en Ginebra.

Sin embargo, la que cambiaría la historia sería la cumbre de Seattle.

La Batalla de Seattle

En 1999, miles de manifestantes invadieron las calles de Seattle.

Entre el 29 de noviembre y el 3 de diciembre de 1999, fueron sindicatos, organizaciones ecologistas, profesionales, y personas comunes, las que se movilizaron contra la Organización Mundial de Comercio (OMC) hasta hacer fracasar la llamada Ronda del Milenio.

Los reclamos eran variados, aunque la crisis que se vivía en varios países del mundo influía en el ánimo general.

Se declara el estado de sitio, y comienza una batalla entre la policía, la guardia nacional y miles de manifestantes. Heridos, balas, y muchas peleas callejeras, ocupan las portadas de los diarios. Las negociaciones se paralizan.

Están consideradas como el inicio de una nueva etapa del movimiento antiglobalización, a partir del cual han tenido lugar protestas masivas en todas las cumbres de la OMC.

La mayor manifestación, conocida como N-30 o Batalla de Seattle, tuvo lugar el 30 de noviembre. Según el departamento de policía de Seattle esta manifestación contó con 40.000 participantes aproximadamente.

Aunque no se logró avances, significó un golpe anímico para los países en desarrollo, que podían aspirar a un trato más justo, y a negociaciones más equilibradas.

Luego en Doha, aunque se determinó un sitio en donde los manifestantes no pudieran repetir lo de Seattle, los ánimos habían cambiado, y la relación de fuerzas, aunque despareja, mostraba al G-20 y otros grupos que podían obtener mucho más de lo logrado hasta entonces.

El 1º de diciembre Clinton llega a Seattle. Ya actuaban grupos SWAT para intentar asegurar la tranquilidad en la ciudad.

La “Batalla” de Seattle dura tres días, y desde allí la historia de la OMC no significa una continua repetición de triunfos de los países desarrollados.

Desde la Ronda de Doha o del Desarrollo, la oposición de los menos avanzados en no ceder si no hay correlación de parte de U.E. y Estados Unidos, sobre todo en la eliminación de los subsidios agrícolas.

Argentina, muy demandada

Nuestro país tiene una extraña relación con la OMC: invitada  a participar de la original OIC, no acude a la misma. Luego ingresa al GATT, cuando los países desarrollados eran amplia mayoría.

Como miembro de la OMC ha tenido una actividad importante en cuanto a las disputas comerciales en que se involucró. Argentina realizó 15 reclamos y fue demanda en 16 oportunidades. Para comparar, vemos que China fue demandada 17 veces y EE.UU. en 107 oportunidades. Ahora si analizamos la relación entre volumen de comercio y demandas recibidas, es claro que Argentina es el país más demandado en estos casi quince años.

Los reclamos presentados por nuestro país fueron: por productos agropecuarios con Hungría, Brasil por resinas, Perú por aceites vegetales, Chile por banda precios, aceites comestibles, fructosa, productos lácteos y harina de trigo, la Unión Europea por vino, ajos y productos biotecnológicos, con EE.UU. por maní y tubos para petróleo.

Cuando Argentina fue demandado lo fue por Brasil (tejidos de algodón y pollos), Chile (duraznos), U.E. (prendas, calzados, gluten de trigo, cueros, brocas, baldosas, cerámicas y aceite de oliva), EE.UU. (patentes, textiles, calzado, productos químicos), India (productos farmacéuticos) e Indonesia (calzado).

Los que más nos demandaron fueron la U.E. con 7 casos, y EE.UU., 4. En la región, Brasil en 2 oportunidades y Chile 1.

Sin dudas el mecanismo de solución de diferencias ha sido un instrumento útil que fue utilizado habitualmente por nuestro país.

Medio ambiente, pobreza y trabajo

En el preámbulo del Acuerdo de Marrakech por el que se establece la OMC se citan entre los distintos objetivos la utilización óptima de los recursos mundiales, el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente.

Con una discusión mundial sobre el calentamiento global en pleno auge, la OMC no puede ni debe mirar para otro lado. El comercio es un generador de gases invernadero y eso debe entrar en la discusión.

Tampoco se debe olvidar de dos grandes problemas que aquejan al mundo como la pobreza y el trabajo infantil o esclavo.

Si bien el comercio genera mayor riqueza, en algunos casos, puede generar desabastecimiento de alimentos en las zonas productoras, para alimentar a los países más ricos o incluso para generar combustibles.

Al igual que con el trabajo infantil y esclavo, el tema de los biocombustibles implica un cuestionamiento ético.

El dumping social y ambiental debe ser tenido en cuenta.

La OMC no puede abogar por un mayor comercio si se olvida de que hay bienes producidos por niños, esclavos, o cuyo proceso productivo produce contaminación ambiental.

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