
Ahorro e inversión en los silos bolsa: la renta inesperada no es solo del campo
Durante los primeros cinco meses de este año, el aporte tributario de las cadenas agroindustriales estuvo en los 1,6 billones de pesos; la recaudación del Estado nacional por este circuito creció 50% en términos interanuales.
Por Carlos Petroli, especial para Container.
Una buena porción de la “renta inesperada” se aloja en la contabilidad de la recaudación tributaria que las cifras oficiales acreditan mes a mes. Si “la está juntando con pala”, como se suele generalizar, el campo no es el destinatario exclusivo de la bonanza; está haciendo su aporte.
Con el viento de cola de los precios internacionales, a los productores y empresas de commodities les podría ir mejor. El derrame se expresaría en mayor inversión y creación de empleos. Pasó con el trigo y el maíz cuando se les bajaron o quitaron retenciones. Pero, al fin de cuentas, estas actividades están inmersas en las distorsiones que arrastra la economía doméstica.
En junio, la participación del Estado en la renta agrícola fue de 61,5%, según el Índice FADA. Estos datos les dan razón a los productores cuando se pone al agro en el centro de la puja.
Por estos días, entre los que tiran de esta cuerda están quienes proponen un salario (subsidio) universal para aquellos (millones) de argentinos que no tienen, no consiguen o no buscan un empleo. Y como remedio proponen subir más las retenciones.
El escenario productivo está contabilizando otro asunto preocupante: el boom de precios agrícolas tiene su contrapartida en costos crecientes (no sólo impositivos).
Según la publicación Márgenes Agropecuarios, los costos totales para la producción de maíz en la zona núcleo son los más altos desde 2001, medidos en dólares por hectárea. De un año a esta parte, el costo total pasó de 1.051 a 1.427 dólares, mientras que el precio del maíz pasó de 182 a 209 dólares la tonelada, luego de haber estado por momentos por encima de 252 dólares. Entre los costos que más aumentaron figuran los fertilizantes y todo lo relacionado con el gasoil.
En el caso de la soja, según la misma publicación, los costos expresados en dólares por hectárea son los más altos de las últimas dos décadas, mientras el precio de la soja ha bajado unos escalones desde los máximos registrados en el último trimestre. De un año a esta parte, el costo en dólares pasó de 677 a 866 dólares por hectárea; el precio de la soja pasó de 303 a 365 dólares la tonelada, y los costos en quintales ascendieron de 22,3 a 23,7 quintales por hectárea.
Estos deslizamientos explican por qué los silos bolsa, amén de una solución logística, se ofrecen como resguardo frente a la inestabilidad macroeconómica. Juan Manuel Garzón, economista del IERAL-Fundación Mediterránea, menciona que la estrategia de retención es más ostensible con la soja: a fines de junio, sólo el 27% de la cosecha estaba comercializada, cuando el patrón histórico se ubica en el 45% para la misma fecha.
En el caso del maíz, las ventas se encontrarían en un patrón estacional normal. Al cierre de junio –indica Garzón- se llevaban comercializados unas 25 millones de toneladas del ciclo 2021/22, alrededor del 50% de la cosecha esperada.
Los granos en los silos son la caja de donde salen los recursos para un nuevo ciclo productivo, más aún en tiempos de inestabilidad. Sin este “ahorro”, tampoco el Estado tendría para repartir en la cosecha siguiente.