
Antorchas para la esperanza (que es lo último que se pierde)
Por Walter Giannoni.
Con cada sector metido en sus problemas, el país está como congelado a la espera de lo que viene que, según coinciden casi todas las estimaciones será, al menos en el primer año, de una gravedad y profundidad desconocida, con un índice de pobreza que alcanzará a la mitad de los compatriotas. Ya lo hemos vivido dos décadas atrás.
Pero, en medio de esa situación generada por la extensa crisis económica de arrastre y el impacto del Covid-19 en la Argentina (cuyo pico no llega nunca), aparecen datos que son como antorchas que mantienen abierta la esperanza de que en algún momento se le pondrá al menos freno a la caída.
El acuerdo con los bonistas es una de ellas. Generó cierta polémica por razones ya ampliamente difundidas basadas también en diferentes bibliotecas intelectuales y políticas. Pero está. Queda una etapa compleja por delante, como el arreglo con el FMI. Debería ocurrir una catástrofe negociadora, sin embargo, para que Argentina no se mantenga dentro del concierto económico y los mercados del mundo.
El Gobierno de Córdoba es uno de los que más celebró ese apretón de manos con los fondos financieros. Comprometida al punto de que gran parte de la obra pública construida e inaugurada hace un año termina pagándose con certificados, queda el camino abierto para una renegociación de sus deudas.
Otra antorcha fue el cambio de rumbo que el Gobierno adoptó respecto de Vicentin, al tirar abajo definitivamente su intención de expropiar la agroexportadora. Hay quienes ven algo debajo del poncho en esa decisión, pero respeta la voluntad mayoritaria de mantener a la propiedad privada como una condición afianzada en el país.
La amplia recepción que el gobierno le dio a la iniciativa del Consejo Agropecuario Argentino para colocar al sector agroexportador como punta de lanza en la búsqueda de divisas, debe estar en esa lista de señales. Es ciertamente difícil que una iniciativa de semejante magnitud prospere en un país cuyo principal déficit es la escasez de consensos, pero al menos hay un mensaje: el país sostendrá el perfil de su comercio.
Esa intención fue claramente expresada días atrás por funcionarios nacionales ante empresas norteamericanas. Al menos en un ala técnica afianzada del oficialismo no existe la voluntad de cerrar la economía.
Ello no significa que este peronismo en el poder vaya a renunciar al discurso que se le conoce, máxime a medida que se aproxime el proceso electoral del año próximo que, vale la pena remarcarlo, aún sigue en pie.
Esta columna fue publicada en la edición digital de la Revista Container del 09/08/2020.