
Argentina: la soja busca revancha tras una década de rindes en retroceso
Mientras Argentina pelea por recuperar el rendimiento, Brasil consolida su lugar como líder en la producción de soja con una tendencia clara: más área sembrada, mejores rindes y cosechas récord.
Por más que la superficie cultivada se mantuvo relativamente estable, los rindes de soja en Argentina han mostrado una preocupante tendencia a la baja en la última década. Así lo refleja el gráfico elaborado por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), que traza un declive sostenido del rendimiento promedio, con una línea de tendencia negativa clara y pronunciada.
Entre las campañas 2015/2016 y 2024/2025, el promedio de rinde pasó de 3,04 toneladas por hectárea a 2,83, con un piso crítico en la campaña 2022/2023, cuando la sequía redujo el rendimiento a apenas 1,74 t/ha, uno de los peores registros de la historia reciente. Fue el resultado de la campaña más castigada por el fenómeno de La Niña.
En términos generales, el promedio quinquenal entre 2020/2021 y 2024/2025 fue de apenas 2,62 t/ha, lo que representa una caída significativa respecto de los promedios alcanzados antes.
A pesar de algunas campañas puntuales con buen desempeño –como 2018/2019, que marcó el rinde más alto del período con 3,33 t/ha– la tendencia estructural muestra un deterioro paulatino.
La superficie sembrada también disminuyó, aunque de manera más moderada. En 2015/2016 se cultivaron 19,35 millones de hectáreas, mientras que el promedio del último lustro fue de 16,08 millones.
Sin embargo, en la campaña 2024/2025 se observa una recuperación del área sembrada a 17,3 millones de hectáreas, dato que podría anticipar una reconfiguración del mapa agrícola a favor de la oleaginosa.
En cuanto a la producción total, el impacto de los rindes fue determinante. En 2015/2016, Argentina cosechó 58,8 millones de toneladas, mientras que el promedio del último quinquenio bajó a 42,46 millones. La peor marca fue, sin dudas, la del ciclo 2022/2023: apenas 25 millones de toneladas, casi la mitad del volumen alcanzado en años anteriores.
No obstante, el dato alentador lo da la campaña 2023/2024, con una recuperación a 48,2 millones de toneladas y un rinde de 2,95 t/ha, lo que sugiere que, en condiciones climáticas normales, el potencial productivo sigue vigente.
Para la próxima campaña 2025/2026, el USDA proyecta una producción de 48,5 millones de toneladas con un rinde de 2,94 t/ha, lo que consolidaría dos campañas consecutivas por encima del promedio reciente.
Sería una señal de estabilización, aunque aún lejos de los valores históricos que supieron posicionar a la soja como el principal motor del agro argentino.
Brasil se subió al tren.
Mientras Argentina pelea por recuperar el rendimiento, Brasil consolida su lugar como líder en la producción de soja con una tendencia clara: más área sembrada, mejores rindes y cosechas récord.
En la campaña 2015/2016, Brasil arrancó con un rendimiento de apenas 2,87 toneladas por hectárea. Sin embargo, el progreso fue sostenido: para 2024/2025 se estima un rinde de 3,57 t/ha, y la proyección para 2025/2026 ya alcanza las 3,59 toneladas.
El promedio quinquenal entre 2020/2021 y 2024/2025 es de 3,43 t/ha, más de 800 kilos por hectárea por encima del promedio argentino en el mismo período (2,62 t/ha).
Este diferencial de productividad tiene un fuerte impacto en el volumen total cosechado. En 2015/2016, Brasil producía 95,7 millones de toneladas. Para 2024/2025 se espera que alcance 169 millones, y en 2025/2026 la cifra treparía a 175 millones de toneladas, casi cuatro veces más que la producción argentina proyectada para ese mismo ciclo.
Una de las claves del éxito brasileño ha sido la expansión sostenida del área sembrada. En diez años, Brasil pasó de 33,3 millones de hectáreas a 48,8 millones.
Más allá de algunas oscilaciones puntuales –como la caída del rinde a 3,12 t/ha en 2021/2022, producto de factores climáticos–, la performance brasileña ha sido consistente. El rinde más alto se dio en 2022/2023 con 3,63 t/ha, y los últimos tres ciclos muestran una estabilidad destacable en torno a los 3,6 t/ha.
En el plano tecnológico, Brasil ha apostado fuerte por la biotecnología, la siembra directa, el uso intensivo de fertilizantes y la rotación de cultivos, elementos que han permitido mantener la fertilidad de los suelos y elevar la eficiencia del sistema productivo. Además, la logística de exportación ha mejorado en forma significativa, especialmente en puertos del norte como Barcarena y Santarém.