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BRASIL: Nuevos pilares de política

La situación económica del vecino país le trae varios problemas a la Argentina, pero Dilma está convencida de que necesita devolverle competitividad a su industria.

La depreciación del real “vis a vis” el dólar que comenzara hacia los últimos días de agosto (y que se mantiene, entrado octubre), cuando orillaba la paridad real 1.56 por dólar USA a valores un 20% por encima de ese mínimo, implican no un fenómeno temporario sino el intento más profundo de un cambio en los ejes de la política económica desde el gobierno de F.H. Cardoso en adelante, aprovechando la oportunidad que brinda la crisis de los países desarrollados.[1]

Durante todos estos años, desde el gobierno de Cardoso, pasando por el de Lula da Silva y los meses iniciales del de Dilma Rousseff, la política económica se caracterizó por seguir firmemente las metas de inflación – piso de 4% / techo de 6 % anual – siendo las políticas monetarias, cambiarias y fiscales y sus instrumentos las que debían de preservar ese objetivo.

Luego de la primera fase de la crisis financiera mundial 2008-9 cuando aparentemente el mundo retornaba a la “normalidad”, Brasil comenzó a ser uno de los países donde el ingreso de capitales, sumado al aumento de los precios de los commodities de los cuales ese país es actor principal: mineral de hierro, soja, azúcar, algodón, carnes vacuna, pollo y porcina, jugo de naranja y ahora también petróleo, provocaron una apreciación persistente de la moneda aspecto este que comenzó a ser notoriamente perjudicial para la industria de transformación, a partir de mediados del 2010.

Se tomaron diversas medidas para frenar el ingreso de capitales, fundamentalmente gravando con impuestos (IOF) a las transacciones financieras de corto plazo, pero las mismas no se reducían lo suficiente, atraídas por el diferencial de tasas de interés mas altas en el Brasil, que las vigentes en la mayoría de los países. De hecho la moneda brasileña a junio 2011 era de las más apreciadas del mundo compartiendo el podio con el franco suizo y el dólar australiano.[2]

Como los commodities subieron durante todo el período de julio 2010 hasta junio 2011, la inflación brasileña estuvo varias veces por encima del techo y eso llevó a aumentar la tasa de interés de referencia SELIC al 12,5 % anual. Dicho en otras palabras, por un  lado se intentaba desalentar el ingreso de capitales y por otro se lo activaba aumentando la tasa.

El agravamiento de la crisis del eurozona, las enormes dificultades de la Administración Obama para mejorar la situación norteamericana, en definitiva la clara noción – compartida por los organismos internacionales y renombrados economistas – de que la crisis de los países desarrollados será de larga duración abarcando como mínimo este año y todo el año venidero y que por lo tanto habrá menor crecimiento económico, caída del volumen del comercio, precios estables o más bajos para los commodities y que en ese cuadro  lo esperable es inflación hacia adelante en ciclo descendente y la actividad económica brasileña en un escalón inferior.

Siguiendo esa línea de razonamiento, las autoridades brasileñas llegaron a la conclusión que había que impulsar dos medidas simultáneas, la primera la de mayor impacto reducir la tasa de interés rompiendo la inercia mayor inflación = mayor tasa de interés, apostando a la baja de la inflación futura en función a la menor actividad global y en segundo lugar gravando las operaciones de aplicación de derivados financieros, fundamentalmente para limitar el ingreso de inversiones extranjeras directas que en realidad enmascaraban capital especulativo de corto plazo.

Como sucede habitualmente con los mercados abiertos y de amplio volumen, con muchas operaciones apalancadas, el impacto sobre el tipo de cambio fue más fuerte que lo indicaba en una mera reducción de la tasa SELIC del 0,5 %; los operadores tomaron nota del cambio de política y actuaron en consecuencia.

Las expectativas de la conducción económica son que la depreciación del real continúe, ganando competitividad su industria y frenando el auge importador, que de hecho observando las cifras de COMEX de agosto y las preliminares de setiembre se están amesetando. Esto también tiene que ver con el menor nivel de actividad del segundo semestre y las menores previsiones para el 2012 (Se espera que el PBI crezca 3,8 % en 2011 y 3,5 % en 2012)

Si bien la depreciación del real no es una buena noticia para la Argentina, era esperable que en algún momento se produjera un cambio de política, porque la balanza de cuenta corriente comenzaba a mostrar signos de déficit preocupantes.

Sin embargo, en realidad en el intercambio entre los dos países lo que más juega es el nivel de actividad y es en ese sentido donde debe centrarse la atención sobre todo para el año 2012.

Quizás vaya llegando el momento para que luego de las elecciones de octubre, nuestro gobierno comience a revisar algunos aspectos vinculados a competitividad, entre ellos la continua apreciación del peso en una época de crisis mundial, donde nadie puede regalar mercados o clientes.

 

[1] Los ejes de la nueva política se encuentran en el estudio efectuado por IPEA en el Comunicado Nº 107 del 18.08.2011 ver www.ipea.gob.br IPEA es un think tank que depende de la Secretaría de Asuntos Estratégicos de Brasil

[2] La atracción era el diferencial de tasas, pero también el hecho de la apreciación continua que permitía pasado cierto plazo retirar mas dólares que los inicialmente colocados en la conversión a reales

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