Con margen para no repetir la historia
Una corrección del tipo de cambio creíble es una condición suficiente para recomponer la rentabilidad del sector transable. Si ello se logra, la próxima administración podría beneficiarse.
En el último tiempo, el mundo no dio buenas noticias. La desaceleración en el crecimiento de China y la sobreoferta de commodities derrumbó los precios de la soja y otros productos básicos de exportación; el dólar se apreció y Brasil, nuestro principal socio comercial, sumido en una crisis política y económica, no sólo profundizó su recesión sino que además devaluó el real más de un 50 por ciento.
Este contexto global debilitó la capacidad de Argentina para enfrentar shocks internacionales y agregó presión sobre el atraso cambiario que heredará la nueva administración que asuma en diciembre. Si un año atrás era posible -aunque no deseable- imaginar un escenario sin correcciones urgentes, hoy soñar con esto es mucho menos realista. El margen de gradualismo se acotó.
Erosión
Un tema de relevancia pasó a ser la erosión de la rentabilidad del sector transable, atrapada entre el incremento de los costos internos y las devaluaciones competitivas de las economías emergentes y de Brasil en particular. Sin recomposición de la rentabilidad transable no habrá credibilidad, porque los mercados anticiparán que el déficit de cuenta corriente tenderá a ampliarse aunque se consigan recursos para financiar el déficit actual y recomponer reservas.
Si la expectativa del sector privado es que la brecha externa se va ampliar, las reservas que se obtengan se esfumarán rápidamente. Se trataría de una situación no muy diferente de la actual.
Condición
Una corrección del tipo de cambio creíble es una condición suficiente para recomponer la rentabilidad del sector transable. Si ello se logra, la próxima administración podría beneficiarse con los dos efectos que siempre han actuado para estabilizar la economía en situaciones de desequilibrio como la que transitamos.
En primer lugar, hay que considerar lo que está ocurriendo hoy con las decisiones de portafolio del sector de mayores ingresos ya que actúa no sólo como revelador de la volatilidad actual sino también de los escenarios futuros: si la demanda de dólares de este sector es especulativa –como lo indica el hecho de que esté subiendo sensiblemente el atesoramiento de divisas en una economía que no crece– ello implica que una vez que el valor del tipo de cambio real sea corregido y se aproxime a su valor de equilibrio, ya no será negocio guardar dólares, pues no se esperará que su precio aumente.
Método
En segundo lugar, con un tipo de cambio competitivo, este sector reducirá la avidez de dólares que hoy demanda para viajes y turismo. De hecho, con un tipo de cambio que hiciera volver el saldo de la cuenta de turismo a los promedios históricos, sería posible ahorrar un monto que podría ser suficiente para financiar todo el déficit energético.
A su vez, como ya está ocurriendo en Brasil luego del ajuste cambiario, el país podría mejorar sensiblemente el saldo de la cuenta comercial, lo cual es un método para aumentar las reservas mucho más sólido que recurrir al financiamiento.
Por supuesto, nada es gratis. Inducir un cambio en los precios relativos en favor de los productores del sector transable tiene efectos distributivos y sobre la inflación. Por lo tanto, una corrección cambiaria no debería hacerse sin un programa que incluya medidas de política monetaria, fiscal y de protección social para lidiar con esos efectos. Se trata de una tarea difícil, pero que no puede evitarse. La opción que enfrentará el equipo económico futuro no será entre corregir o no el tipo de cambio. La opción será entre hacerlo de manera ordenada o no.
Margen para decidir
Argentina ciertamente tiene más experiencia con el desorden macroeconómico. Pero las futuras autoridades tendrán margen para no repetir la historia. Esto es así porque el sector público no está sobreendeudado en dólares como en otros tiempos y el privado, muy precavido, ha acumulado una enorme cantidad de activos externos hasta el punto de convertir al país en acreedor del resto del mundo.
Esos activos están ahí y no se espera que la tasa de interés internacional vaya a subir mucho aún si la FED (Reserva Federal de los Estados Unidos) comienza con las correcciones. De esta forma, parece posible asumir que los proyectos de inversión domésticos tienen chance de ganar la competencia con la inversión en activos externos si la economía se ordena y la rentabilidad de la inversión se recompone.
Este debería ser el desenlace de las primeras correcciones que disponga un nuevo gobierno dispuesto a encauzar la economía hacia el crecimiento y el desarrollo.
Fuente: La Voz