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Confluencia de influencias

Estamos inmersos en un entorno de mensajes exteriores inevitables y pensamientos interiores, que nos influyen, modifican y generan nuestro yo resultante.

Confluencia, de todas las definiciones hay una que me resulta dotada de una bella imagen, y nos dice que es un paraje donde se unen los caminos, ríos y otras corrientes de agua, e influencia, del latín influere, significa capacidad de influir, producir efecto sobre otra cosa o persona.

Somos personas, y como tales estamos permanentemente bajo influencias que desde distintos orígenes llegan a nosotros transitando diferentes caminos como el agua recorre los ríos de la definición.

Las influencias, a veces nos tentamos a entender que son externas, y muchas veces lo son, y nos ocuparemos de ellas, pero hay otras, no menos poderosas e importantes, y son las influencias internas, nada menos que nuestros pensamientos.

Las influencias externas son nuestra familia, nuestros amigos, los compañeros de trabajo, de estudio, los vecinos, las noticias, los profesores, los ruidos, la economía, las película, el medio ambiente, la televisión, los olores, el clima, los libros ¿qué más?

Todo aquello que llega e impacta nuestros sentidos y emociones. Lo enunciado está permanentemente rodeando nuestro ser emitiendo señales que en función de nuestro estado de ánimo y autoestima pueden generar variadas reacciones.

Pero si pudiéramos aislarnos de lo exterior, aún así estamos bajo influencias que confluyen y nos influyen, nuestros pensamientos, y como alguien alguna vez dijo: “Eres lo que piensas”, básicamente somos pensamiento, palabras y acción.

Hacemos lo que decimos, lo que sentimos, pero todo esto primero fue un pensamiento, desde lo bueno a lo malo, construir, transformar, crear, pero también lo opuesto es parte de nuestro pensamiento.

En alguna oportunidad un maestro me dijo, existen cuatro clases de pensamientos, los primarios o básicos (qué comemos, a qué jugamos, qué hacemos); los improductivos (si hubiera hecho esto, si no hubiera invertido, si hubiera estudiado); los dañinos, basados en momentos de enojo, ira, celos y que solo nos inducen a acciones vinculadas con la destrucción, con restar, obstaculizar u obstaculizarnos a nosotros mismos impidiendo nuestro progreso y desarrollo; y finalmente los positivos, que nos dan fuerza, ánimo y energía, nos muestran que existe un universo de posibilidades, y que cada uno de nosotros con sus propias capacidades puede construir un futuro mejor.

Confluencia de influencias, estamos inmerso en un entorno de mensajes exteriores inevitables y pensamientos interiores, que nos influyen, modifican y generan nuestro yo resultante.

El resultado de las influencias en nosotros me recuerda la conocida historia del maestro cocinero que puso a hervir una zanahoria, un huevo y granos de café. Luego de un tiempo, la zanahoria que ingresó al agua dura y firme, termino blanda y débil cediendo su contextura ante la influencia del agua caliente.

El huevo ingresó frágil y con el tiempo el agua ardiente lo transformó en rígido y duro, y el café no solo mantuvo su originalidad pese a la influencia del agua hirviendo sino que brindó y regaló su más agradable aroma que se derramó gratamente por el ambiente.

Cuando distintas influencias confluyen en nosotros, ¿Cómo actuamos, como la zanahoria, el huevo o el café? No quiero influir en la respuesta.

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