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Cristina, condena y economía: un ciclo que se cierra

Cristina, condena y economía: un ciclo que se cierra

Walter Giannoni
Periodista | leer más notas

La ratificación judicial de la condena a Cristina Fernández de Kirchner no solo clausura un capítulo clave de la historia política argentina reciente, sino que también reconfigura el mapa de expectativas económicas. Porque en un país donde la economía y la política marchan juntas –y muchas veces revueltas–, el efecto sobre el clima de negocios es inmediato.

Durante años, los agentes económicos –empresas grandes y chicas, pero también individuos– navegaron entre la crítica y el pragmatismo ante las políticas del kirchnerismo. Para muchos sectores, sobre todo aquellos ligados al mercado interno, el modelo basado en la demanda agregada de la emisión ofrecía aire. Había actividad, se vendía, se consumía. Esa dinámica permitió que en 2011 Cristina ganara en todo el país, incluso en bastiones reacios al peronismo. Fue una adhesión transversal, más asociada al bolsillo que a la ideología.

Pero pronto, los síntomas de fatiga del modelo se volvieron evidentes. Atrás habían quedado los superávit gemelos con los que Néstor Kirchner había ordenado las cuentas públicas. La inflación, esa fiebre que cuesta bajar, comenzó a corroer los cimientos de esa marcha. 

Para contener la deriva inflacionaria, el kirchnerismo echó mano a todos los recursos disponibles: controles de precios, cepos, barreras a las importaciones, pactos más simbólicos que efectivos. La economía se volvió una sucesión de parches, favores y amenazas. Las fotos de empresas anunciando inversiones, en muchos casos, eran apenas parte del juego político: automotrices que necesitaban destrabar piezas en la Aduana, sectores que pedían tipo de cambio diferencial o exenciones puntuales. Lo que se sembró fue desconfianza.

El ciclo kirchnerista completo, incluyendo el gobierno de Alberto Fernández, cerró en 2023 con una inflación del 211,4%. Cifra que habla por sí sola. Para la historia.

Con la condena ratificada, el escenario cambia. El kirchnerismo pierde su principal carta electoral. Esa ausencia despeja el camino para que Javier Milei avance con su plan económico sin una oposición con poder real de retorno inmediato.

La economía real, sin embargo, muestra los efectos indeseables del ajuste. Caída del consumo, actividad frenada. El Congreso asoma como el último gran contrapeso, pero la variable que antes condicionaba buena parte del análisis económico –el posible regreso de CFK– ya no está.

Desde ahora, como se diría en las redes: todo lo que pase o no pase, es “toda de él”. De Milei.

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