
Cuando te sacan el banquito
Columna de Walter Giannoni.
La alta inflación de marzo significó un knockout técnico para Alberto Fernández, aunque a diferencia del boxeo, con el respaldo de la Democracia, está obligado como pueda a tratar de recomponerse.
Lo llamativo es que quienes deberían ponerle el banquito en su esquina del ring, no paran de pegarle y se suman sin piedad a la paliza que ya le viene dando la economía. Eso pasó otra vez esta semana con la asombrosa frase de CFK acerca de la banda, el bastón y el poder.
Como interpretó velozmente el diputado radical Ricardo López Murphy, la vicepresidenta intenta despegarse de lo que no podrá: el estrepitoso fracaso del cuarto gobierno kirchnerista que ella pergeñó y finalmente creó. Todo lo que viene es peor a lo que conocemos.
Alberto y Cristina usaron sin éxito toda la caja de herramientas que el populismo habitualmente emplea frente a situaciones recesivas –en este caso agravadas por la pandemia– y lo único que consiguieron es poner al país frente a una no descartada inflación de tres dígitos para el año.
Se agrega a ese hecho que la pelea interna puede transcurrir por carriles imprevisibles, dado que, para usar palabras de CFK, Alberto tiene “la lapicera” pero dos tercios de las cajas del Estado están en manos de ella. Esa tensión es una bomba de tiempo adicional a lo que ya conocemos.
Hay una total y absoluta pérdida de credibilidad, un elemento esencial para cualquier intento de recuperación basado en la confianza que es, en definitiva, la principal moneda de la economía.
Esa sensación de gobierno acabado (como pasó con Macri en febrero de 2018) y sin reacción (como le apuntó inclusive Cristina en estos días) es lo que corre de inmediato la mirada hacia lo que hay en la principal oposición. Y ahí, por el momento, sólo se observa una fenomenal cadena de intrigas y peleas.
Hay que decir en este punto que en cierto modo es natural que ocurra. Lo habitual entre elección y elección son los realineamientos en las fuerzas políticas, más aún cuando no hay un solo elector que a dedo impone las candidaturas y máxime en una coalición variopinta en lo partidario y lo ideológico.
Quizás por todo esto los empresarios se aferran a lo que hoy tienen con sus empresas. Cualquiera firmaría sin dudar el empate hasta que llegue diciembre de 2023.