De blindaje y otras cuestiones
Quince años de megainflación –1975/89–, dos hiper 1989 y 90 y por lo menos cinco procesos recesivos en los últimos cincuenta años, deberían ser antecedentes más que suficientes para tratar cuidadosamente y medir las expresiones con visos de pedantería en referencia a la crisis que actualmente abarca a países de Europa, EEUU y Japón.
En primer lugar hay que considerar que la actual crisis es un episodio de la comenzada en 2008 y cuya profundidad todavía no se conoce con certeza, pero que seguramente –tal como indican los elementos que a la fecha se tienen– resultaría imposible creer que, afectado el potencial de desarrollo de lo que todavía es más del 50% del PBI mundial el resto de los países, incluido el nuestro, no sufrirían algún tipo de consecuencia, ya sea desde el punto de vista del comercio o la inversión, o de ambas.
El canal del comercio es el más probable, dado que el de inversiones hasta la fecha es negativo (hay mas salida de fondos que ingresos y es lo que ha morigerado el impacto inflacionario en los últimos meses) y provendría de una reducción global de la demanda.
Nuestro país viene hasta ahora sosteniendo un ciclo de crecimiento, basado fundamentalmente en excepcionales precios de nuestros commodities agrícolas y del fuerte desempeño del mercado interno brasileño. Estos dos factores, unido a la acumulación tecnológica habida en la explotación agropecuaria, que ha elevado los rendimientos y ampliado la frontera para nuestras cosechas, ha confluido para tener desde 2004 en adelante un desarrollo que sólo se vio interrumpido con la caída del producto del año 2009, como consecuencia del inicio de esta crisis.
Resultaría más eficaz y de mayor pudor, en lugar de sermonear a terceros destacando “nuestras virtudes” y los aparentes defectos de los ahora caídos en desgracia, prever para las necesidades de un futuro próximo para el cual se requiere multitud de inversiones, parte de las cuales ya deberían estar llevándose a cabo.
Agenda pendiente
En ese orden de prioridades, se encuentran las nuevas obras de infraestructura para encarar lo que todo indica, a través de diversas fuentes internacionales, como por ejemplo OCDE-FAO que entre los años 2016 y 2020 la Argentinaestaría en condiciones de alcanzar los 130/140 M de toneladas de granos para lo cual se requiere encarar las obras de renovación de material ferroviario, en especial del Belgrano Cargas, para de esa manera, aunado a una mejor utilización de la Hidrovía Paraguay-Paranáy la ampliación de puertos y accesos a los mismos, se pueda enfrentar con costos competitivos ese mayor volumen que está representando en parte, a la nueva frontera agraria.[1]
Por otra parte, para seguir creciendo y no afrontar inminentes cuellos de botella es imprescindible mejorar los precios que reciben los productores de gas y de petróleo en boca de pozo de manera tal de incentivar la recuperación y obtención de nuevas reservas y de esa manera lograr mayores producciones a fin de cortar la creciente dependencia de abastecimiento externo, que ya para este año implica un déficit en la balanza comercial energética de los 3000 MU$S.[2]
Al mismo tiempo se debe avanzar, y para esto no hay nada mejor que las señales de los precios internacionales del petróleo y gas, para a su vez simultáneamente avanzar en la utilización de energías renovables, no sólo en lo referido a etanol y biodiesel sino en lo atinente a eólica, solar e hidroeléctrica. Para ello será necesario por la importancia que tiene en el sector, tomar decisiones con respecto a Repsol- YPF ya que el convenio de distribución de dividendos en efectivo del 2008, que debe abarcar como mínimo el 90% de las utilidades líquidas y realizadas, y por el término de 10 años, inhibe a esa firma a llevar a cabo los inversiones necesarias para reinvertir en exploración y explotación de sus cuencas. Sería conveniente que el director que representa los intereses del Estado Argentino, en ese directorio, actuara con firmeza para lograr un cambio en el actual cuadro de situación.
Para encarar estas obras y otras como el caso de nuevos aeropuertos y la modernización de los existentes en el interior del país se requerirán, además de aportes privados – en los casos donde las reglas de juego resulten claras y atractivas para la inversión- fuentes de financiamiento internacional y aportes públicos. Dada la magnitud y el extenso período de recuperación de las mencionadas obras, será indispensable dejar de lado el “aislacionismo financiero”, finalizar las negociaciones con el Club de París, poner en orden y al día las cuentas de la verdadera inflación regularizando el INDEC, para de esa manera poder encarar lo que son inversiones estructurales, a fin de afrontar los desafíos ya no del crecimiento, sino del desarrollo sostenible.
Va de suyo que los blindajes como nos demuestra la historia de nuestro país y de otros tanto o más dotados para enfrentar los vientos desfavorables, no se logran proclamándolos sino actuando y guardando para los malos tiempos, como enseña en la famosa fábula de Esopo la hormiga a la cigarra.
[1] Sobre el Belgrano Cargas y otras obras de modernización ferroviaria se está estudiando el ofrecimiento chino de crédito a 19 años al 6 % de interés por10.000 M de U$S. De acuerdo a trascendido todo el material sería provisto por los chinos incluyendo 500.000 toneladas de rieles. Es crédito gobierno a gobierno sin comparación de precios, calidades y condiciones, tal como es usual para África
[2] Se está importando gas licuado para regasificar, se ha firmado un convenio con Quatar a 20 años para el suministro de gas de ese origen y se amplió la provisión de gas desde Bolivia de7 a 27 Mm3/diarios. Una cuarta parte del gas será importado, mas el gas oil y ahora también naftas importadas vía Venezuela en primer caso y de Brasil en el segundo.