
Día del Trabajo: tres desafíos urgentes para el mercado laboral argentino
El panorama es desolador. Solo 13 millones de personas están insertas activamente en el mercado laboral. Un tercio de ese número, detenta empleo de calidad, señala un informe de IDESA.
El 1º de mayo encuentra al mercado de trabajo en la Argentina atravesando una profunda crisis estructural. A pesar de que el empleo es un motor central del desarrollo económico y social, la realidad muestra que apenas una de cada cinco personas en edad de trabajar accede a un empleo de calidad, según destaca el Instituto para el Desarrollo Social de la Argentina (IDESA).
En este contexto, el interrogante es inevitable: ¿qué transformaciones se necesitan para que el trabajo vuelva a ser un camino hacia el progreso?
El primer gran desafío es la baja tasa de participación laboral. Según los datos más recientes de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), correspondientes al tercer trimestre de 2024, la población urbana en edad de trabajar asciende a 18 millones de personas. De ellas, solo 13 millones están activamente insertas en el mercado laboral, ya sea trabajando (12 millones) o buscando empleo (1 millón).
El restante 27% —unos 5 millones de personas— se encuentra inactivo, lo que representa una cifra preocupante: uno de cada tres argentinos en edad de trabajar no tiene empleo ni lo busca. Este grupo incluye a quienes estudian, se dedican a tareas del hogar o simplemente han abandonado la búsqueda de trabajo por falta de oportunidades reales. La inactividad, en muchos casos, no es una elección sino una consecuencia de un mercado que no ofrece opciones.
El segundo desafío tiene que ver con la calidad del empleo. De los 18,6 millones de adultos en edad activa, apenas 4 millones acceden a empleos considerados de calidad. Esto incluye tanto a asalariados del sector privado formal como a cuentapropistas con formación profesional. Esta cifra representa solo el 21% del total, una proporción alarmante.
A la par, 6,2 millones de personas se desempeñan en empleos precarios, mal remunerados, sin protección social ni estabilidad. Y más de 5 millones ni siquiera participan del mercado laboral. La mayoría de los trabajadores se encuentra en situaciones frágiles, sin acceso a derechos laborales básicos ni perspectivas de desarrollo, destaca IDESA. La informalidad, el subempleo y la rotación constante son parte de una dinámica que impide construir trayectorias laborales estables.
El tercer gran problema del mercado laboral argentino es el deterioro de los ingresos. La inflación persistente, sumada al estancamiento económico, ha golpeado fuertemente el poder adquisitivo de los trabajadores. Entre enero de 2019 y enero de 2025, el salario real de los trabajadores formales del sector privado cayó un 9%, mientras que el de los trabajadores informales se redujo en más de un 25%.
A esto se suma una creciente desigualdad salarial: mientras un trabajador formal genera 10 pesos, uno informal apenas produce 5. Por otro lado, quienes poseen estudios universitarios y trabajan de forma independiente o profesional se ubican en los niveles más altos del ingreso.
Frente a este panorama, los tres desafíos del mercado laboral argentino –alta inactividad, baja calidad de empleo y caída de los salarios– tienen un denominador común: la falta de empleos productivos. En un país donde la mayoría de los trabajadores no accede a puestos que generen valor sostenido, es difícil pensar en desarrollo inclusivo. Esta escasez de empleo productivo no es casual: es el resultado de una serie de obstáculos estructurales.
Entre las principales trabas se encuentra un marco legal que desalienta la contratación formal, especialmente en Pymes. Las altas cargas sociales, la rigidez de los convenios colectivos (pensados para grandes empresas) y la incertidumbre jurídica hacen que muchas firmas opten por la informalidad o directamente no contraten. A esto se suma una burocracia estatal ineficiente, que muchas veces termina protegiendo intereses sindicales o corporativos en lugar de promover condiciones laborales justas.
Otro factor determinante es la crisis del sistema educativo. La desconexión entre el mundo del trabajo y el sistema educativo es profunda, y responde en parte a una gestión política que prioriza acuerdos sindicales antes que resultados pedagógicos.
En definitiva, el estancamiento del empleo en Argentina no se resolverá sin reformas de fondo, dice IDESA. Recuperar el valor del trabajo implica mejorar la calidad educativa, modernizar las regulaciones laborales y alinear los incentivos hacia la creación de empleo productivo. Es urgente a transformar un modelo laboral que hoy excluye a millones de argentinos del desarrollo.