Dónde estoy, a dónde voy
El desear cambiar es el disparador principal de un proceso de cambio superador.
¿Dónde estoy? y ¿dónde me dirijo? parecen preguntas simples, sobre todo si las consultas se refieren a un lugar geográfico, pero parece complicarse un tanto si las planteamos desde la perspectiva de entender nuestra misión, visión y objetivos en la vida.
Recuerdo una anécdota donde un joven preguntaba a una persona mayor :
–¿Cómo llego al museo de la fama?, por respuesta recibió :
–Tienes varias opciones, una es tomar un taxi, otras son estudiar, trabajar duro, entrenar, practicar y perseverar, estoy casi seguro esto también te hará llegar.
Es común escuchar quiero ser un gran empresario, quiero ser un médico famoso, quiero ser un deportista que salga en las tapas de las revistas, quiero ser astronauta…
El “quiero ser” es un buen comienzo, demuestra el deseo de superación, el mirar a un espejo que nos muestra un ejemplo que nos gustaría imitar, pero ese es solo el comienzo. Si deseo ser un deportista reconocido debo examinar donde me encuentro en cuanto a mis debilidades y fortalezas, y crear un plan, un método que claramente describa qué voy a hacer para transformarme en ese gran deportista, cómo lo voy a hacer, cuándo, con que frecuencia y fundamentalmente haciéndome responsable por cumplir todas las etapas señaladas, caso contrario, ese “quiero ser” inicial solo será una declaración fantástica, una expresión de deseo truncada básicamente porque sé donde estoy, también sé donde me gustaría estar, pero no recorro el camino que une los dos extremos : el soy actual y el deseo de ser futuro.
El desear cambiar es el disparador principal de un proceso de cambio superador, consideremos que el deseo de cambiar se puede originar por dos motivos:
1) Cambiar porque algo no me gusta
2) Cambiar porque se de algo mejor
Si algo no me gusta o si conozco que existe algo mejor, es muy bueno que nos planteemos como lograr el cambio, esto nos llevará a un estado de satisfacción con nosotros mismos, y no me refiero a lo material, me refiero a un bienestar físico y emocional basado en nuestros logros.
Muchas veces nosotros mismos bloqueamos nuestra superación, dejando pasar el tiempo, con miedo por intentarlo, vergüenza por el que dirán y dudas de nuestras capacidades dando como consecuencia la bienvenida a nuestra bien conocida y perjudicial conformidad narrada con maravillosa simpleza por William Shakespeare (1564-1616): “El tiempo no vuelve atrás, planta tu jardín y adorna tu alma en vez de esperar a que alguien te traiga flores”.
Tener una visón clara, con objetivos definidos no es propio de ninguna edad, género o tipificación que se nos ocurra, pero si es distintivo de las personas con deseos de progreso.
Como dijo el novelista ruso Dostoievski (1821-1881), “el secreto de la existencia no consiste solamente en vivir, sino en saber para que se vive”. ¿Dónde estoy? ¿Dónde me dirijo? Las preguntas son las mismas, las que cambian son las respuestas; y ellas habitan en nuestro interior.