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Dos nombres y un apellido

Dos nombres y un apellido

Por Walter Giannoni.


Lo que está ocurriendo con el proceso político para la designación Daniel Rafecas para ocupar la Procuración General de la Nación tiene mucho que ver con la desconfianza generalizada que ralentiza las decisiones económicas y contribuye también a que el Ministerio de Economía no pueda avanzar a mayor velocidad con el recorte de la brecha entre el dólar oficial y los demás tipos de cambio.

En apariencia, desde afuera, una cosa no estaría relacionada con la otra, pero resulta todo lo contrario: ambas situaciones muestran en manos de quiénes está el poder en la Argentina.

El viernes pasado, la senadora cordobesa del PRO Laura Rodríguez Machado dijo en la sesión del Senado: “es vox populi que a Rafecas lo estaría poniendo Alberto Fernández, que a Cristina no le gusta y que va a poner otro”.

Si ese termina efectivamente siendo el resultado de todo este proceso, es decir, si en lugar de Rafecas aparece otro procurador bendecido por CFK quedará totalmente probado el eje de las decisiones.

El caso Rafecas y el impuesto a la riqueza son parte de la misma cosa, indivisibles.

Al menos una decena de grandes empresarios argentinos le hicieron llegar a Alberto, algunos personalmente, su disconformidad con este nuevo tributo que gravará (supuestamente por única vez) los patrimonios personales pero en muchos casos también los activos de las empresas.

Un colega reveló días atrás que Urquía le hizo saber al Presidente de la Nación que AGD, de capital nacional y de ‘espalda pyme’ cuando se la compara con los grandes jugadores internacionales del rubro agroexportador, terminará pagando el tributo, inclusive en el rango mayor de la carga fijada en el proyecto, mientras que sus competidores directos, todos de capital internacional, no lo harán.

A cada planteo sobre el tema, los últimos realizados por la conducción de la UIA, Alberto responde con medias palabras y, para colmo, en la media donde asume algún compromiso, termina resbalando contra el poder real que en el Congreso tiene dos nombres y un apellido: Máximo y Cristina Kirchner.

Mientras el esquema de funcionamiento del Gobierno transite por estos carriles, la cuestión de la confianza no tendrá solución y más allá de algún brote pospandémico, la economía continuará hundida en lo que hoy experimentamos.

 

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