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El empresariado frente a Massa

El empresariado frente a Massa

Columna por Walter Giannoni.


La asunción de Massa como “superministro” colocó al empresariado frente a una nueva disyuntiva. Hace cuatro años que quienes gestionan empresas, ya sea como dueños o como ejecutivos, no están contenidos en un esquema de cierta estabilidad para la toma de decisiones.

Es decir, esta situación cruza los dos últimos años del gobierno de Macri (salvo el tercer trimestre de 2019) y los dos primeros del FdeT, ciclo este en el cual, primero con la pandemia y luego con la fuerte inflación, no se frenó la acumulación de problemas en los tableros de comando de las empresas, chicas, medianas y grandes. Como, por otra parte, le ocurrió a toda la sociedad.

La aparición de Massa en la escena mayor implicó en cierto modo un hecho disruptivo. Aunque pertenece a la coalición que gobierna, cuya voz mayor pertenece por definición a CFK, por formación y ideología, el tigrense no es un kirchnerista “clásico”. Militó en la Ucedé de Alsogaray, estudió Derecho en la Universidad de Belgrano y siempre cultivó buenas relaciones con “la Embajada”. Es anticastrista, condenó la invasión rusa a Ucrania, etcétera. Es abiertamente pro mercado y sus amistades más cercanas están relacionadas con el mundo de las finanzas y la energía. Son hechos reconocidos y expuestos que lo alejan de la chance de pensar en cualquier otra aventura ideológica.

Existe cierto consenso en que más allá de su hondura, los anuncios que recientemente realizó van en la dirección esperada por los decisores económicos. La Cámara Argentina de Comercio (CAC), a la cual no se le puede achacar el mote de oficialista -por el contrario-, consideró que las medidas “merecen ser celebradas”. Ahora bien, el curriculum político muestra otras actitudes. “Es escurridizo en sus lealtades”, lo acaba de definir uno de sus mentores políticos. Esto genera una enorme duda que sólo podrá encontrar respuestas a medida que el plan avance en su aplicación.

La otra sombra es la conocida. El origen ideológico del Gobierno en general, y la posibilidad de que las acciones sean vetadas, como ya empezaron a manifestar algunos aliados desde los movimientos sociales. El punto, en todo caso, es la urgencia por los resultados. La industria está agotando insumos, a lo que se agregan las restricciones internacionales, como se vio esta semana con el parate de una terminal cordobesa y el financiamiento en pesos del gasto público escala a tasas inquietantes. Es decir, los resultados del decálogo de intenciones comenzarán a verse en apenas días. De eso, no podrá escapar.

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