El error es no entender
Exportar es tener las divisas necesarias para importar lo que no se produceen el país; importar es abastecer el 85% de la producción y la industria nacionales
Argentina, tierra de paradojas. Caso 1: el hombre que más combatió las importaciones fue clave para que buena parte de la población entendiera el relevante papel que tienen en la economía del país. Caso 2: un país que destina el 85% de sus compras al exterior a la producción traba las importaciones para “proteger” sectores que se ven obligados a interrumpir su operatoria por falta de insumos. Diego Pérez Santisteban dice que “gracias a Guillermo Moreno el comercio exterior pasó de la página 30, al lado de las necrológicas, a la tapa de los diarios”. Es cierto, el protagonismo fue a fuerza de problemas, pero al menos sirvió para que la gente entendiera cuán relevantes son las importaciones, cuánto tienen que ver en la producción, generación de empleo y la mejora en la calidad de vida.
Según el presidente de la Cámara de Importadores de la Argentina (CIRA), hoy todos empiezan entender que “la sustitución de importaciones es muy buena, siempre y cuando tenga lógica industrial, comercial y no encarezca los productos que vienen de afuera para que alguien los fabrique localmente y se quede con la diferencia”.
Y continuó: “Debemos generar un programa (para maximizar beneficios) que defina capacidades e incapacidades, que prevea un reemplazo para aquellos sectores que no tienen futuro, para que la gente no sólo no quede sin empleo sino que consiga mejores empleos. Pero eso es un plan de largo plazo y el problema que tenemos en la Argentina es que todos los gobiernos de los últimos 20 años se plantean como refundacionales. Cuando llegan al poder creen que todo lo anterior estuvo mal”, destacó en diálogo con La Nacion.
-¿Adanismo crónico? El mundo empieza a partir de su llegada.
-Sí, y todo lo anterior es malo. Seguro que hay cosas malas en el anterior, pero también buenas. Es como si el próximo presidente dijera: “Como la asignación por hijo la puso Cristina Kirchner, la saco”. ¿Es buena o es mala? Es muy buena. Entonces hay que dejarla. Hay un agrupamiento muy importante que se ido generando desde fines del año pasado entre más de 50 entidades, el Foro de Convergencia Empresarial, que está trabajando para definir políticas de Estado, consensuarlas con los políticos, y que haya un compromiso cívico que se firme antes de las elecciones. A los políticos con los que nos reunimos les pedimos que, cuando asuman, sean claros con sus planteos para cuatro años, eventualmente ocho, y que se den cuenta de que en cuatro años no podrán hacer todo lo que quieren.
-¿Cómo es la radiografía actual de las importaciones del país?
-El perfil de hoy, como de hace 5, 10 y 30 años, muestra que 8,4 de cada 10 dólares que importamos van a la producción, la industria, el campo, infraestructura de servicios públicos y privados, o es energía. En los primeros 9 meses de 2014, el 38% de lo importado fue bienes de capital (máquinas, piezas y accesorios); 28%, bienes intermedios (materias primas, insumos y semielaborados); 18% combustibles y lubricantes; 10% bienes de consumo; y 6% vehículos automotores de pasajeros (90% es intercambio “compensado” con Brasil). La composición actual está muy influida por el notable crecimiento de las importaciones de energía en los últimos ocho años. Hasta entonces, la energía implicaba 6% de las importaciones; los bienes de capital, 40%; los bienes intermedios, 30%, y los autos, 8%.
De todas formas, el núcleo duro de las importaciones (bienes de capital más bienes intermedios, incluso sin energía) que se destina a la producción ha explicado durante muchos años no menos del 70% de las importaciones, y allí está el verdadero perfil y rol que nuestra actividad le aporta al país. Del total que va la producción, alrededor de 75% de lo que se importa no se fabrica en el país. Si fueras secretario de Comercio, dirías: de ese 75% ni me preocupo, voy a mirar el resto para ver qué puedo sustituir.
-¿Si se toca ese toca eso, se para el país?
-Una buena parte. La importación es el primer proveedor de la industria y del campo. La mayoría de los tractores y cosechadoras, de los fertilizantes, plaguicidas y las semillas son importados. Ni qué hablar de la industria: las importaciones recorren transversalmente toda la industria. Cualquier tipo de industria argentina tiene al menos un insumo importado. La Argentina es un extraordinario convertidor: no producimos mineral de hierro, pero embargo tenemos a uno de los cinco grupos metalúrgicos más grandes del mundo; no producimos cacao, pero tenemos al primer productor mundial de caramelos y uno de los primeros de chocolate; no producimos goma laca, pero tenemos la segunda industria del caucho de toda América latina.
El error básico es no entender el rol de la actividad importadora. Si igual decidís trabar la operatoria para tener un superávit comercial porque no podés manejar las exportaciones (no se puede obligar a otro a que te compre) hay que afrontar las consecuencias, porque aunque alguien haya creído que todo quedaba circunscripto a las importaciones, los efectos colaterales existen.
VIVIR SIN CRÉDITO
“Cuando un país hace obras de infraestructura, lo hace para las generaciones futuras. Es una inversión, no un gasto corriente, para lo que todos los países utilizan, el crédito internacional. Cuando la Argentina decidió salir de los mercados de crédito hace 10 años y le pagó al FMI todo lo que le debía, la plusvalía de los precios de exportación del país era fenomenal. Pero fue un error porque se debería haber armado un fondo anticíclico para el momento de las vacas flacas, que sirviera incluso como garantía de los créditos para obras de infraestructura. Como no se hizo, el financiamiento fue con nuestros impuestos: ya estamos en un 37% de carga impositiva cuando históricamente fue de 25%. Llega un momento en que ya no se puede aumentar la carga impositiva ni mantener el superávit comercial con precios que tuvieron una plusvalía espectacular. Si el país no cambia su estrategia de financiación de mediano y largo plazo, las trabas a las importaciones van a seguir”, destacó.
¿PARA QUÉ SIRVEN?
“¿Para qué existen las importaciones? La Argentina tiene 40 millones de habitantes, pero produce, por ejemplo, alimentos para 800 millones. Lo que no se consume aquí se vende al exterior. Eso genera las divisas necesarias para importar lo que no se tiene. Hay bienes que, por economía de escala, desarrollo tecnológico o nuestra ubicación geográfica, no tiene sentido producir en el país. No hay que demonizar las importaciones, decir que le sacan trabajo a los argentinos o que nos invaden aluviones de productos. Bien manejada, dirigida y estimulada donde debe serlo -y perseguida si es desleal- es fundamental. Y lo mismo pasa con las exportaciones. No se puede parar la venta de carne para que los argentinos comamos más a menor precio porque lo que ocurre es que en realidad producimos menos carne y al final el producto nos cuesta más caro. Una vez que se entiende el rol de las actividades entonces, sí, hay que programar para maximizar los beneficios”, concluyó.
Fuente: La Nación