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El Granero del Mundo


Había una vez un país que llegó a abastecer el 25% del mercado mundial de carne y a ser líder en producción de alimentos. Pero el tiempo pasó. Y, preso de sus propios desaciertos, entregó esa posición a su socio. Dos realidades y dos futuros distintos.

Un poco de historia
Hacia 1870, en Argentina, la producción de trigo no resultaba suficiente para abastecer de harina al mercado interno. En 1880 la situación cambió: la producción de las colonias agrícolas logró satisfacer la demanda nacional. Desde entonces las exportaciones de cereales crecieron hasta representar más del 50% del total de las exportaciones argentinas.

La expansión de la línea de frontera, la expulsión de los indígenas y el avance del ferrocarril, facilitaron la nueva incorporación de nuevas tierras para el cultivo. Además, los gobiernos tomaron medidas que beneficiaron el desarrollo de la producción agrícola destinada a la exportación, que mejorarían las condiciones de comercialización de los cereales (depósitos, elevadores y silos). La primera corriente migratoria regó esta tierra de brazos fuertes y trabajadores.

Así, la Argentina comenzó a autoabastecerse de harina en el mercado interno y también generó un excedente de producción que permitió realizar las primeras exportaciones de este cereal. La demanda de alimentos del mercado mundial superó a la de insumos textiles, por lo cual las tierras fértiles de la Argentina fueron aprovechadas para el desarrollo de dos nuevos rubros: la producción de cereales y de carne.

La producción cerealera destinada a la exportación provenía de las colonias agrícolas ubicadas en la provincia de Santa Fe. Pronto, otras zonas de la región pampeana se comenzaron especializar en la producción de cereales. La provincia de Buenos Aires, el sur de Santa Fe y Córdoba, y el nordeste de La Pampa, se convirtieron en el polo dinámico del desarrollo económico argentino: allí se generó la producción exportable, se invirtió el grueso de los capitales nacionales y extranjeros, y se concentró el 70% de la población del país.

Argentina, alimentaba al mundo y bien merecido su título de granero del mundo.

Hoy
Si bien se trata del principal socio comercial y su recuperación es vista como una oportunidad de crecimiento para los empresarios argentinos, lo cierto es que Brasil en los últimos años se ha situado como un competidor de Argentina en muchos productos que, en el pasado, nuestro país era exportador neto.

En este contexto, la gran carrera se juega en el terreno de los alimentos, donde Brasil, que antes dependía fuertemente del abastecimiento de la Argentina en varios rubros, se fue haciendo cada vez más autosuficiente hasta transformarse, incluso, en un jugador de clase mundial.

Brasil tiene todos los condimentos para ser el verdadero granero del mundo y está en condiciones de ser el primer oferente de materias primas y productos elaborados.
La combinación de un crecimiento de área y la incorporación de tecnología le permitió a Brasil despegar con un ritmo sin precedentes. De hecho, dentro de los productores más importantes, es el país que tiene la tasa de crecimiento más alta del mundo.

¡O granero du mundo!
Desde hace unos años no sólo se destaca el fenómeno de empresas brasileñas que salen de “shopping” por tierras locales. Sino que también crece la presencia de emprendedores argentinos que no quieren quedar afuera de la “locomotora” brasileña.

Es una realidad: hoy los grandes productores locales, piensan más en el “paraíso” carioca que en la conflictiva Argentina.

Desde hace tiempo se están incorporando grandes masas de gente al consumo de alimentos basados en proteínas y aceites. En un par de décadas se va a necesitar el doble de producción de granos. ¿De dónde va a salir esa producción? El 50% va a provenir del Mercosur, una de las zonas más favorecidas del planeta.

Sin embargo, los mayores “beneficios” se los llevará el país vecino: En la Argentina, donde se cultivan hoy 30 millones de hectáreas, es probable que se pueda crecer entre un 10 y un 20%, no mucho más que eso. Y en Brasil, donde hoy se trabajan 55 millones de hectáreas, en el futuro la superficie podrá crecer un 60% más. Entre el Centro, el Norte y el Nordeste brasileño, hay 100 millones de hectáreas agrícolas potenciales. De ese total, por tipo de suelo y régimen de lluvias, 55,6 millones se podrían dedicar al cultivo de soja. Este es un dato trascendental, dado que implicaría duplicar la superficie actual.

Teniendo en cuenta que hoy Brasil produce un total de 140 millones de toneladas de granos, el gigante sudamericano se podría encaminar a producir cerca de 300 millones de toneladas.

Como contrapartida la Argentina, en el mediano plazo, podría incorporar un 20% más de hectáreas, no mucho más. Con esto se podría pensar en una producción de hasta 150 millones de toneladas, la mitad de lo que podría producir Brasil. Y, al igual que en ese país, aquí tendríamos que hacer enormes inversiones para sobrellevar este crecimiento.

Aspectos político-tributarios, un incentivo para cultivar en Brasil
A la hora de trazar las razones por las cuales Brasil “nos arrebató” el título de granero del mundo, se evidencia una enorme diferencia en las políticas de Estado.

Los brasileños tienen una política muy clara de incentivos al sector agropecuario. Tienen un proyecto de país que trasciende cualquier administración y esto les permite producir más y generar saldos exportables cada vez mayores.

Lejos de aplicar altos impuestos y retenciones al campo, el gobierno brasilero le otorga a los productores fuertes estímulos. “En esta zafra, el Gobierno ofreció 115.000 millones de reales (unos 57.500 millones de dólares) para financiar el agro negocio y otros 18.000 millones de reales (unos 9.000 millones de dólares) para apoyar a la agricultura familiar”, informó la presidente de Brasil.

Como contrapartida, en la Argentina tenemos comportamientos pendulares. En los últimos 70 años tuvimos casi diez políticas agropecuarias totalmente distintas unas de otras. Pasamos por todas las situaciones: regulaciones, intervencionismo extremo y políticas liberales. Todo esto se traduce en que hoy no haya certidumbre y tengamos estancamiento en el sector más pujante de la economía.

En general, la sociedad brasileña, piensa en el largo plazo y la sociedad argentina piensa en el corto. Este es un tema que tiene sus explicaciones: no es que uno sea bueno y el otro malo. En la Argentina esto sucede porque todos están esperando los próximos shocks, es decir, cómo defenderse del riesgo de inflación, del riesgo del cambio en los contratos y demás. Tiene que ver con la falta de estabilidad en las reglas de juego y que las decisiones que se toman no son fruto de consenso sino de la imposición de quien le toca tener el poder circunstancialmente.

El rey del ganado es brasileño
En lo que respecta al sector cárnico, las diferencias entre ambos países son abismales.

Según las proyecciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) no son alentadoras para la Argentina: los expertos prevén una caída continua de las exportaciones mientras que los envíos de los frigoríficos brasileños crecerían sostenidamente.

Desde la Sociedad Rural Argentina (SRA) alertaron que “los precios máximos, los encajes en los frigoríficos, la cuotificación de ventas al exterior, su control a través de los ROE rojos y el cierre de las exportaciones, entre otras medidas desacertadas, son los causantes de la debacle ganadera”.

Este intervencionismo ha provocado que el productor tenga cada vez menos participación en el valor final de la carne.

Lo más destacable es que, en la década del ´60, casi el 25% del mercado mundial de carnes lo tenía la Argentina, pero hoy explica apenas el 4%. Como contrapartida, Brasil, que años atrás importaba “bifes” de la pampa húmeda, ahora domina el mercado con el 27% y, según el plan trazado por el Ministerio de Agricultura de ese país, en 2018 buscan captar el 60% del mercado global.

El sector lácteo
En lo que respecta a la industria láctea, las diferencias entre ambos países también son notables: mientras que la producción en la Argentina no crece desde hace diez años, en Brasil la industria avanza a paso firme.

Además, según informó el medio brasileño Valor Económico, cinco cooperativas lácteas del país vecino negocian la unión de sus operaciones para crear la mayor entidad del sector de todo América latina, con una facturación que rondaría los 4.000 millones de dólares y una capacidad de procesamiento de más de 7 millones de litros por día.

La tendencia al cierre de tambos se mantiene, es un negocio marginal. Las políticas intervencionistas vuelven a diferenciarnos de Brasil y hacernos esclavos de nuestros errores, impidiendo que Argentina aproveche ser el país con mayor potencial para producir leche en el mundo.

Ellos lo bailan, nosotros lo añoramos
La escuela de samba que este año se consagró ganadora del carnaval de Río de Janeiro fue Vila Isabel, que obtuvo 299,7 puntos. Desde el anuncio de los resultados, los hinchas de Vila Isabel explotaron de alegría en la sede de la escuela, en el norte de Río de Janeiro, dando inicio a una fiesta.

Vila Isabel, con sus 3.800 integrantes y siete enormes carrozas alegóricas desarrolló el tema “Brasil, granero del mundo”. El desfile homenajeó a los campesinos brasileños, sus productos (Brasil es el primer exportador mundial de carne, café, jugo de naranja y azúcar) y sus costumbres, su música, procesiones y las fiestas tradicionales de junio (festas juninhas). Parece evidente que Brasil no se avergüenza de esa condición, que Dilma Roussef no se cansa de destacar. La presidente brasilera señala a su producción agroalimentaria como ejemplo de productividad a ser seguido por la industria. Roussef afirmó este lunes que el país recogerá este año la “mayor cosecha de granos de su historia”.

“Y todo eso sin contar con otros alimentos producidos por nuestra agricultura, como verduras, frutas, carnes, leche, café o azúcar”, destacó la jefa de Estado en su programa de radio semanal.

Rousseff sostuvo que esa financiación estatal, ofrecida con intereses preferenciales y otras ventajas, permitió unas mayores inversiones en la adquisición de semillas, maquinarias agrícolas y mejoras tecnológicas en el campo.

“Como resultado de ese apoyo, tenemos hoy una de las agriculturas más eficientes y modernas del mundo” y “cada año los agricultores brasileños han conseguido más y más créditos para mejorar sus modos de producción y mejorar las condiciones de trabajo en el campo”, afirmó.

El triunfo de la escola Vila Isabel en carnaval refleja el orgullo brasilero en su eficiencia agroalimentaria.

Contadora Juliana Gambino

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