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El mundo queda lejos para las pymes sin un claro proyecto exportador


En 2016 la rentabilidad de las exportaciones de las pyme industriales aumentó 17%. El “núcleo duro” exportador de las pyme se estabilizó en 12% (22% en 2009) y la apertura exportadora en 14% (22% en 2010); por primera vez se detuvo la caída exportadora que se venía experimentando desde el año 2009, según el informe especial de la Fundación Observatorio Pyme sobre “Competitividad e inserción internacional de las pyme industriales argentinas”.

En la ecuación de costos y rentabilidad, durante 2016 los términos del intercambio industrial (cantidad de insumos importados necesarios para obtener una unidad de bienes de exportación) que enfrentaron estas empresas jugó un rol negativo (-3,5%). Es decir que las pyme reciben 3,5% menos insumos importados por unidad de bien nacional entregada. Además, entre 2011 y 2014 los términos del intercambio industrial de las pyme habían ya sufrido una caída del 10%. Dicho de otro modo, las pyme industriales argentinas deben entregar cada vez más exportaciones por cada unidad de insumo importado.

Entre 2009 y 2016 el único sector que logró incrementar la proporción de pyme exportadoras fue el sector Químico. A su vez, y no obstante, durante el mismo período este sector disminuyó muy significativamente la proporción de sus ventas orientadas al mercado internacional. En síntesis, más pyme químicas operan en el mercado exportador, pero a un promedio de ventas al exterior inferior al registrado en 2009/2010.

La proporción de pyme que perdieron participación en el mercado interno a mano de las importaciones aumentó del 13% al 21% entre 2015 y 2016.

Competitividad e inserción internacional

La devaluación del peso realizada a fines de 2015 detuvo la caída de la competitividad internacional que las pyme industriales venían sufriendo nítidamente desde 2009, aunque no logró frenar la amenaza importadora ni evitar la pérdida de mercado interno de las empresas menores.

Durante 2016 la depreciación del peso se aceleró 32 puntos porcentuales con respecto a la depreciación registrada en 2015 (52% vs. 20%, respectivamente), mientras que las pyme industriales durante el mismo período aceleraron el incremento de sus precios internos en sólo 8 puntos porcentuales (31% vs. 23%, respectivamente). Es decir que estas empresas realizaron una modesta traslación de la devaluación a sus precios en el mercado interno.

Adicionalmente, los precios de exportación de sus productos se incrementaron muy levemente (un 1,5% en dólares). En 2016 se verificó que mientras que los precios de las manufacturas de exportación de las pyme crecieron en dólares 1,5%, los insumos importados por ellas mismas se incrementaron en un 5%. Es decir, se verificó una caída de los Términos de Intercambio Industrial de las pyme manufactureras argentinas de 3,5%. Esta caída tiene un obvio efecto negativo sobre la rentabilidad de estas firmas. Así como también lo tiene el alza de salarios (33% en 2016, sector privado registrado-Indec).

No obstante, el impacto positivo de la devaluación compensó más que proporcionalmente estos dos efectos negativos, consiguiendo una mejora en la rentabilidad de la exportación (+17%) de las pyme industriales.

La consecuencia de todo esto fue un abaratamiento para el resto del mundo de las manufacturas nacionales producidas por las pyme o, dicho de otro modo, un incremento de la competitividad internacional de estas empresas.

Las pymes realizaron una modesta traslación de la devaluación

Sin embargo, es necesario comprender que esta ventaja lograda con la devaluación del peso no podrá ser sostenible si no se acompaña con una adecuada política industrial y comercial, dado que su efecto por sí sólo es transitorio (espurio). Se trata, de darle a la producción industrial de las pyme una perspectiva de competitividad a más largo plazo y una mejor gestión comercial de los mercados de exportación e importación.

La “rigidez importadora”

El nivel de la devaluación de diciembre de 2015 parecería haber sido suficiente para frenar la caída de la cantidad de empresas exportadoras y su grado de apertura comercial, pero no así para disminuir la presión de las importaciones (competidoras) en el mercado interno de las pyme.

A pesar de que en 2016 los productos nacionales fabricados por las pyme industriales resultaron más baratos con respecto a la competencia de manufacturas importadas, estas empresas perdieron espacio de mercado interno a favor de las importaciones: la proporción de pyme industriales que perdió mercado interno pasó del 13% en 2015 al 21% en 2016.

Éste es un hecho alarmante que merece una explicación debido a las implicancias que tiene sobre la política cambiaria y comercial de la Argentina. ¿Cómo se explica que a pesar de que las importaciones se hayan encarecido, la pérdida de mercado interno de las pyme se haya agravado?

Durante 2016 la producción de las pyme industriales disminuyó un 8%. Sin embargo, la importación de bienes competitivos de la producción local no disminuyó con la misma intensidad. La producción nacional de las pyme fue muy sensible a la caída del PBI de 2016, mientras que las importaciones lo fueron mucho menos.

Mediante este mecanismo las importaciones ocupan hoy una porción más importante en el mercado interno que en 2015: no existe una invasión de importaciones pero sí una mayor presencia de las mismas en el mercado nacional. Éste es el origen de la preocupación manifestada tanto por los industriales pyme como por el Gobierno mismo.

Esperar una recuperación pujante de las exportaciones de las pyme frente a recientes mejoras cambiarias no hubiera sido realista. El segmento PyME industrial es poco importador como así también poco exportador, y para ser más competitivo no le basta con un tipo de cambio más elevado (productos locales más baratos para el resto del mundo). Necesita condiciones de estabilidad en el mercado externo, asociatividad con otras firmas para salir a competir al exterior, una disminución de la presión tributaria, mejoras en infraestructura, recursos humanos con formación adecuada, etc. A estos fines es necesario una adecuada articulación de política cambiaria, industrial y comercial.

Este menor traslado de la devaluación a precios internos por parte de las pyme industriales contribuyó a mejorar su competitividad internacional, dado que constituyó un abaratamiento de sus productos para la demanda externa. El factor ”precio“ no es el fundamental a la hora de ganar competitividad de largo plazo, pero tampoco es un factor desdeñable en el corto. Debe ser visto como una herramienta útil pero transitoria, para luego generar competitividad genuina a través del mejoramiento de las condiciones estructurales que conciernen y afectan a estas industrias.

Fuente: Bae negocios

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