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El negocio financiero del año que seduce a los empresarios: importar productos y stockear “mientras el dólar caro no esté”


Se acercan las elecciones de octubre y lo que pueda pasar de ahí en más con el tipo de cambio es un gran interrogante. Mientras se pueda, conviene aprovechar el actual billete oficial “subsidiado” para traer mercadería de afuera. Si no, que lo digan quienes ya lo están haciendo.

En esta Argentina marcada a fuego por el cepo y por el debut del Cedin, la “cruzada pesificadora” que intentó llevar adelante el Gobierno en el último tiempo parece haber quedado en la nada.

La “pasión” de los argentinos por todo aquello que tenga “olorcito” a dólar oficial, sigue intacta y continúa desvelando a cada uno de los actores de la economía, tanto a los consumidores como a las empresas.

El problema es que, con prácticamente todos los frentes cerrados por un Ejecutivo empeñado en que sea el BCRA el que monopolice el control de las divisas que ingresan a la plaza, son muy pocas las alternativas que quedan a mano.

En el plano empresario, por ejemplo, frente a la imposibilidad de comprar billetes verdes por la vía oficial, desde hace tiempo cada vez más firmas vienen transitando las aguas del “conta con liqui”, operaciones que permiten sacar divisas triangulando bonos o acciones que cotizan en la Argentina y en los Estados Unidos, y para las cuales se maneja una cotización por debajo del blue.

Otras, en cambio, optan por volcar sus pesos a activos que sirvan como refugio, como es el caso de los inmuebles. Así, en momentos en que el sector del real estate atraviesa un duro panorama a causa del cepo y de la enorme brecha entre el blue y el oficial, el mercado de oficinas se mantuvo relativamente activo de la mano de compañías decididas a incursionar en ese rubro.

Sin embargo, en este abanico de alternativas que buscan las empresas para evitar que los ingresos en pesos que hay en caja se “quemen” al calor de la inflación, hay una en particular que está captando la atención de los CEOs y gerentes financieros: la posibilidad de sacar rédito del tipo de cambio oficial cada vez más retrasado, importar más productos -ya sea insumos o bienes de consumo final-, stockearlos y cubrirse ante un potencial “frente de tormenta cambiario”, del cual ya vienen dando cuenta cada vez más analistas.

En efecto, con una suba de precios que no cesa y una expectativa que prevé una aceleración de la tasa de devaluación, son muchos los analistas que aseguran que, hoy por hoy, están todos los ingredientes dados como para que importar, “stockear” y hacer frente a un dólar más caro con un mayor volumen de inventario, sea uno de los grandes negocios financieros, especialmente para aquellas firmas cuyo portafolio dependa de bienes o insumos del exterior.

“Dadas las expectativas, hoy sin dudas una excelente estrategia es anticiparse comprando materia prima o bienes importados. Las empresas, de este modo, buscan cubrirse frente al riesgo cambiario. Y puede ser fundamental especialmente para aquellas firmas que operan en rubros en los que estos productos del exterior tienen un peso importante”, aseguró Gabriel Caamaño Gómez, economista del Estudio Ledesma.

“Juguemos” a stockearnos mientras el dólar caro no esté
Tal como quedó de manifiesto, las proyecciones que se vienen trazando respecto a la evolución del dólar oficial son las que alimentan esta estrategia de negocios.

Si bien días atrás la Presidenta aseguró que no habría una devaluación, las expectativas del mercado prevén una aceleración del tipo de cambio. No se tratará de un movimiento “brutal” de la moneda, sino de un deslizamiento sin prisa pero sin pausa que bastará para que comprar, stockear y esperar se convierta en un interesante negocio financiero.

Entre las múltiples voces que se alzaron en los últimos días para alertar sobre un nuevo escenario en el plano cambiario se puede citar al economista Daniel Artana, de la fundación FIEL, quien aseguró que “el dólar marginal ya anticipó una devaluación que en algún momento va a ocurrir en el oficial”.

Las expectativas que tejen agencias y bancos internacionales desde el exterior van en la misma dirección.

De acuerdo con un relevamiento elaborado por la consultora LatinFocus, entidades de peso como Bank of America pronostican un tipo de cambio oficial hacia fin de año en la Argentina de hasta$6,50, lo que implicaría una devaluación superior al 20% de aquí a diciembre.

En línea con estas proyecciones, días atrás el BCRA le soltó un poco la correa al dólar, que registró la segunda mayor suba semanal del 2013.

Y la realidad indica que ya hay empresas sacándole jugo a esta estrategia.
El gerente de una cámara del sector tecnológico aseguró que “importar hoy, a un tipo de cambio de 5,25 frente a las proyecciones que se están trazando respecto al tipo de cambio a futuro, lo convierte en un negocio financiero fenomenal”.

El directivo agregó que “hay firmas de muchos sectores que ya lo están haciendo, especialmente las que tienen espaldas y las que pueden asumir el costo de tener capital inmovilizado mucho tiempo y hacer frente a los gastos que requiere manejar logísticamente grandes stocks”.

Sectores que esquivan el “cerrojo”
Claro que entre las dificultades frente a la estrategia de stockearse y cubrirse ante el eventual temporal se suma una variable no menor: el accionar del Gobierno, que no es precisamente “laxo” con los permisos de importación, especialmente en un año en el que apunta a repetir el superávit comercial del año pasado pero que arrancó el primer trimestre con una caída del 50%.

Desde la Cámara de Importadores vienen alertando que en este primer cuatrimestre, las Declaraciones Juradas Anticipadas -trámites indispensables para poder pasar cualquier producto por la Aduana y que son manejadas por Guillermo Moreno- vienen saliendo con muchas dificultades.

Sin embargo, hay empresas de numerosos sectores que sí están logrando acelerar el ritmo de importaciones, con tasas de crecimiento de dos dígitos, lo que muestra cómo en algunos rubros se está aplicando la receta de “jugar a stockearse” mientras el dólar caro “no esté”.

Esto se da principalmente en el rubro de los bienes de consumo. De hecho, este segmento es el único que logró crecer a “tasas chinas”, además de la energía, de la cual depende el Gobierno para sostener el crecimiento de la economía.

Según datos del propio INDEC, en marzo el ingreso de bienes de consumo del exterior se disparó un 23%, una cifra considerablemente superior a la performance que exhibieron los bienes de capital (5%), piezas y accesorios (-3%), insumos para la industria (-6%) y vehículos (-13%).

Al hilar más fino, y en base a un relevamiento de la consultora Abeceb.com, se observa cómo las compañías que operan en un amplio abanico de subrubros de bienes de consumo están logrando una excelente performance en momentos en que Moreno mantiene un estricto control en las fronteras.

Así las cosas, durante el primer trimestre, por ejemplo, ya ingresaron motos de distintas cilindradas por un valor cercano a los u$s80 millones, un 20% más que en el mismo período de 2012.

También crecieron con fuerza las importaciones en el rubro alimenticio, como tomates en conserva, atún y demás productos, con tasas de crecimiento de hasta casi el 50%.

Quienes importan determinados calzados (46%), valijas (34%), también dan cuenta del excelente negocio que significa comprar a dólar “subsididado” y guardarse la mercadería por un tiempo.

Fuentes del sector importador confirmaron que los responsables de ingresar alimentos del exterior son principalmente los supermercados, que recibieron este permiso de Moreno como “moneda de cambio” frente a la extensión del plan del control de precios.

El mayor dinamismo también se observa en el sector automotriz, especialmente entre las empresas que no desarrollan procesos productivos en el país: según un relevamiento de la consultora MRT, los niveles de importación de algunas marcas premium crecieron a “tasas chinas” en el primer trimestre del año, con niveles sólo comparables a las épocas “pre cerrojo”.

En el caso de Porsche, por ejemplo, las operaciones se multiplicaron por seis, con un ingreso de vehículos equivalente a los u$s3 millones durante el primer trimestre.
Para Nissan, las importaciones entre enero y marzo crecieron un 105% y totalizaron casi u$s20 millones. Mercedes Benz, Chrysler, Land Rover, Kia, BMW, Subaru o Volvo, también se han sumado a esta “fiebre importadora”:

El “salvoconducto” para sortear el cerrojo
Frente a la política del “cerrojo” que viene llevando adelante el Gobierno y al endurecimiento de Moreno por los malos resultados de la balanza comercial, las empresas de un amplísimo abanico de sectores que deseen poder ingresar productos al país cuentan con una suerte de “salvoconducto”.

Se trata del plan “1 a 1” o el mecanismo que administra el propio secretario de Comercio Interior y que consiste en que las empresas compensen cada dólar que destinan a la importación con exportaciones por el mismo valor, de modo de que cada compañía sea una “unidad de negocios equilibrada” o que, incluso, genere superávit.

Claro que para lograr este objetivo, las firmas están tejiendo todo tipo de acuerdos, sin importar tanto el rubro en el que incursionen como el flujo de divisas que generen para el país.

Esto es lo que explica por qué hay automotrices que en la actualidad están exportando alimento para animales, agua mineral embotellada y hasta revestimientos de interiores.

Y esto es lo que también permite comprender hay empresas que exportan vinos sin saber nada del negocio vitivinícola.
Este rubro en particular es una prueba fehaciente de cómo las empresas están apelando a los planes “1 a 1” para obtener luz verde y poder seguir importando.

En efecto: según datos oficiales, dentro del grupo de 500 bodegas que exportan vino desde la Argentina, hay más de 30 compañías que no pertenecen a esta actividad y que realizan envíos al exterior de este producto bajo su propio CUIT.

Así las cosas, firmas de la talla de Falabella, la fabricante de motos Gilera o representantes de marcas europeas de productos para bebés, incursionaron en el negocio del vino para hacerse de más cupo y poder importar.

El “crisol” de sectores es tal que entre los principales exportadores de vino argentino también figuran empresas que comercializan muebles de oficinas, sistemas de seguridad satelital para camiones, neumáticos y hasta artículos de bazar.

“Parte de la facturación y del volumen exportado por esta industria está explicado por empresas que no tienen nada que ver con esta rama de actividad. Esto nos obliga a tener que hacer una ´limpieza´ de las estadísticas porque nos distorsiona los resultados”, explicó el analista de una reconocida consultora.

El punto a destacar es que estas maniobras, totalmente avaladas por el Gobierno, no son gratuitas. Por el contrario, que una firma -en este caso, una bodega- acepte ceder su operación a otra compañía para que ésta realice la exportación bajo su propio CUIT tiene un costo de mercado que puede ir del 5% al 10% del monto total de la operación.

“Si se realiza una exportación por u$s300.000, la empresa que pone el CUIT deberá pagarle una comisión de entre u$s15.000 y u$s30.000 a la compañía que pone el producto y, en muchos casos, el comprador en el exterior. Todo depende del tamaño de la operación y de la urgencia”, explicó el consultor que pidió absoluto off the record.

En este contexto, Ochoa destacó que ese “peaje” que debe pagar la empresa para hacerse de un cupo de importación es otro costo a considerar, además de los mencionados gastos que acarrea manejar dicho stock.

Sin embargo, fuentes del sector importador aseguran que tener todos los números “prolijitos” y cumplir con este plan no garantiza que Moreno dé su “ok” definitivo para avanzar con la importación: “La regla es que no hay regla. Es muy aleatorio y arbitrario, depende mucho de las necesidades de divisas y también del técnico de la Secretaría de Comercio Interior que le toque a cada empresa. Algunos tienen criterios más rigurosos que otros”.

Los riesgos de stockearse
Un aspecto clave es que no sólo basta con sortear el “cerrojo”, sino que también hay que tener espaldas para poder adelantar compras.

Desde el sector importador advirtieron al respecto que “por el riesgo país, el crédito externo se ha endurecido terriblemente durante los últimos años para las empresas argentinas”.

Por lo tanto, “salvo que un importador tenga una relación de años con su proveedor en el exterior o que se trate de una gran empresa con avales, cada vez impera más el mecanismo por el cual recién se despacha el embarque en el momento en que se gira el dinero”.

Esto implica pagar hoy por mercadería que recién se podría necesitar en varios meses y, enfrentando además el riesgo que implica disponer de un elevado inventario en momentos en que la economía y el consumo se vienen enfriando.

A esto hay que sumar el mencionado costo logístico: hay que calcular que una empresa que no tenga superficie suficiente para almacenar un mayor inventario deberá apelar a tercerizar este servicio en depósitos, a un costo promedio de $35 mensuales por metro cuadrado, más gastos de transporte. La incidencia de dichos costos se moverán en función del volumen y el valor de la mercadería que se necesite almacenar.

Independientemente de todo este listado de “salvedades”, la brecha entre el blue y el oficial, así como el consenso entre expertos de que sobrevendrá un mayor ritmo devaluatorio, van allanando el camino para que más empresas, además de buscar refugio en el conta con liqui o en la compra de oficinas y cocheras, piensen en “jugar a stockearse”. Al menos, claro, mientras el dólar caro no esté.

Fuente: iProfesional.com

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