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El Océano Pacífico Centro del Comercio Mundial

Aunque parezca increíble, Argentina era un país del Pacífico en la época de la Colonia. Por ese mar pasará el fuerte del intercambio, con los motores de EE.UU. y China.

Hace muchos años escribimos un artículo titulado “Argentina es también un país del Pacífico”. En el mismo analizábamos porqué las provincias que hoy son las más pobres del país en la época colonial eran las más ricas. Una de las respuestas fundamentales es que en esa época comerciaban por la costa del Pacífico (había un intenso intercambio con el Virreinato del Perú) y no por el Atlántico.
Esto último ha sido una constante desde la fundación del país al mismo tiempo que se desarrolló la macrocefalia de la ciudad de Buenos Aires y de su puerto que han actuado como embudo de la producción y del comercio exterior en los últimos dos siglos.

También decíamos que el futuro estaba en el Pacífico porque es donde están los grandes centros mundiales de la economía y del comercio: Estados Unidos, Canadá, Japón, China, Corea, Singapur, Malasia, Australia y el resto del Sudeste Asiático, entre otros. Preveíamos también la caída a mediano plazo de la economía europea tal cual está sucediendo por estos días. La llamamos a Europa en ese momento “un gigante con pies de barro” especialme nte recordando su no muy lejano pasado de guerras permanentes, hambrunas y pobreza.

Una vez fracasada su propuesta del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), Estados Unidos cambió el rumbo de su política económica internacional y se dispuso a realizar pragmáticamente acuerdos de libre comercio, generalmente bilaterales, con países latinoamericanos que no habían rechazado el ALCA.

Así fue que se han concertado acuerdos con Chile, Colombia, Panamá, Perú, República Dominicana y los países de Centro América (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua). Entre tanto, y en la contracorriente, hace unos días se “festejó” (¿?) en la Argentina un nuevo aniversario del rechazo del ALCA en Mar del Plata (año 2005) en medio de un acto que reunió una abigarrada y pintoresca comparsa de combatientes contra el “imperialismo yanqui”, entre ellos el inimputable y verborrágico presidente Chávez, el futbolista jubilado Maradona de abundante y macarrónico lenguaje, entre otros histriónicos personajes, además de los infaltables intelectuales militantes.

EE.UU. sigue su marcha No es común celebrar tamañas equivocaciones provocadas solamente por el resentimiento ciego o hasta por la envidia hacia la prosperidad de otros que por eso son considerados enemigos, por más que tengan muchos aspectos y antecedentes sumamente criticables. Se prefirió seguir andando al lado de los autoritarios candidatos a la perpetuidad como Chávez, los Castro, Morales, Ortega o Correa. Craso error. ¿Por qué es un craso error festejar estas cosas? Porque mientras tanto, Estados Unidos sigue realizando acuerdos comerciales con otros países el último de los cuales constituye el más importante del actual siglo. Algunos países continúan esperando ansiosamente en la fila de los pretendientes.

Habría que preguntarse por qué. Mientras Europa se sumerge en una crisis que cada día parece peor, con la casi desfalleciente y probable agonía del euro, con los principales países
endeudados más allá del límite razonable por gobiernos incompetentes e irresponsables, los Estados Unidos concretan una integración con los países asiáticos y del Pacífico. Se está llevando adelante el Trans-Pacific Partnership (TPP) que fue iniciado en 2005 por cuatro países no demasiado importantes a niveles mundiales pero exitosos en lo suyo: Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur.

Recientemente, en Hawai se amplió el mencionado TPP con la inclusión de nuevos países totalizando a los Estados Unidos, Brunei, Chile, Perú, Malasia, Singapur, Nueva Zelanda y ¡Vietnam! (¿quién recuerda ahora la guerra de más de diez años con los Estados Unidos?). Japón, Canadá e Indonesia han anunciado que están estudiando la posibilidad de ingresar a la nueva organización, que será la más amplia de todas las conocidas.

De manera que posiblemente dentro de poco tiempo tendremos el acuerdo comercial más grande e importante del mundo. Oportunidad ya perdida por los países latinoamericanos en Mar del Plata en ocasión de la “Cumbre de las Américas” hace seis años. No demoraremos mucho en conocer el enorme costo para casi toda América Latina de tamaña marginación.

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