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Importar más para exportar más, la fórmula de los países exitosos

Importar más para exportar más, la fórmula de los países exitosos

La Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA) considera que la facilitación del comercio es el camino para el crecimiento. El caso argentino y la “inviabilidad actual de la sustitución de importaciones”.


CARLOS PETROLI – ESPECIAL PARA CONTAINER

Con algo de superávit, la balanza comercial del primer semestre insinuó una ligera mejora: 30.752 millones de dólares por el lado de las exportaciones (contra 30.035 millones de enero a junio del año pasado), e importaciones que se desplomaron. En este andarivel fueron apenas 25.163 millones de dólares versus 34.899 millones en los primeros seis meses de 2018.

De acuerdo con los datos oficiales del Indec, las importaciones acumuladas de los seis primeros meses del año cayeron 27,9 por ciento (-9.736 millones de dólares), con una fuerte contracción en bienes de capital (-37,8 por ciento).

Los bienes intermedios retrocedieron 13,3 por ciento; combustibles y lubricantes 27,2 por ciento; piezas y accesorios para bienes de capital 24; bienes de consumo 29,9 y vehículos automotores de pasajeros 58,7 por ciento.

¿Quo vadis importaciones? La pregunta apunta más allá de la  coyuntura, bajo la premisa de que el camino del despegue económico es de dos vías: no hay exportaciones sin importación.  No se puede pretender integrarse y vender al mundo sin una adecuada complementación e inserción, con reglas lógicas de intercambio.

El rumbo de la CIRA

Con 112 años de vida y alrededor de 1.200 asociados asentados en las distintas regiones del país, la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA) se fijó un norte hacia el que apunta contra los vientos zigzagueantes de la política y sucesivos modelos que colisionan entre sí, según pasan los años y los gobiernos.

“La sustitución de importaciones es inviable; creemos que la competencia y la facilitación del comercio es el camino. La Argentina demostró que tiene capacidad de producción porque tranqueras y portones adentro somos competitivos a nivel mundial. Lo que nos saca del mundo es la mala logística y la burocracia; el mundo nos compra productos, no ineficiencias”, resume ante Container Rubén García, presidente de la CIRA.

García considera que más allá de las acciones y buenas intenciones del Estado para facilitar la operatoria del comercio exterior, aún falta despejar el camino de la sobrecarga de normativas, tributos, burocracia, costos, asimetrías y hasta la mala praxis que impera en la actividad. “Sería muy sensato de parte de quienes gestionan y de los aspirantes al gobierno sumar a las fuerzas del sector privado, que son las que producen, para que digan dónde aprieta el zapato y trabajar sobre metas de largo plazo”, opina García.

Bifurcación

Bajo el título “La inviabilidad actual de la sustitución de importaciones”, Marcelo Elizondo –consultor en negocios internacionales y miembro de CIRA–, presentó semanas atrás un documento que cuestiona a fondo este tipo de herramientas.

Argumenta que la economía global se ha integrado y que la  producción depende del acceso a recursos (bienes de capital, conocimiento, insumos) y que la interrelación productiva hoy impide la vigencia exitosa de un sistema de sustitución de importaciones.

Los países mayores exportadores son a su vez los mayores importadores. Eso muestra que no se puede ser competitivo o aun exportar sin importar. Así, los mayores importadores del mundo son las economías más avanzadas, incluso las denominadas industrializadas, argumenta el consultor, que acompaña el trabajo con diferentes indicadores.

Enumera que los países que más han crecido en la participación en las importaciones mundiales son los asiáticos (que lo han hecho mientras comenzaron a progresar sostenidamente) y se han incorporado a los procesos productivos modernos, mientras se mantiene la alta relevancia de Estados Unidos y ha perdido algo de significación Europa.

El caso argentino

En Argentina, según Elizondo, la evidencia muestra que la llamada sustitución de importaciones no generó los resultados pretendidos. Esto ocurre porque en el largo plazo la economía no crece porque tenga más demanda, sino por su productividad. La mayor demanda es consecuencia de la mayor productividad. Una vez que una persona puede producir más en menos tiempo genera mayores ingresos, lo que le permite un mayor nivel de consumo.

Pero es precisamente esa ganancia de productividad lo que la sustitución de importaciones impide. Con trabas comerciales, los insumos se encarecen y la producción se hace más ineficiente, generando un menor despliegue del potencial productivo, argumenta.

Por otro lado, en Argentina, desde que se inició el siglo 21, se constata que el mayor crecimiento económico ocurrió con mayores participaciones de importaciones en la economía.

Por ende, no debe plantearse alarma alguna si las importaciones crecen, sino que, al contrario, si ello ocurre es altamente probable que sea como consecuencia de necesidades de la economía local de accionar procesos que se han dado antes en los demás países. La sustitución de importaciones no es aplicable en pleno siglo 21, remarca el trabajo patrocinado por la CIRA.

Y concluye que es altamente probable que las importaciones inexorablemente crecerán si ocurren los siguientes supuestos: si la Argentina logra los objetivos de crecer económicamente; si mejora la tasa de inversión; si incrementa la productividad; si eleva la recepción de inversión extranjera directa y la participación del sector privado en la economía. Y, además, si mejora los niveles de competencia en la economía local, acelera su integración al mundo y logra exportar más.


Esta nota fue publicada en la edición digital de la Revista Container.

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