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La condena a CFK es también una fuerte señal para la economía

La condena a CFK es también una fuerte señal para la economía

Columna por Walter Giannoni.


Lo importante no es si este Gobierno levanta ya mismo el cepo al dólar, sino que en el futuro nadie, ––es decir, ningún otro gobierno–, lo vuelva a poner. Ese razonamiento gira en la cabeza de empresarios que convalidan el rumbo de la economía y modelan sus expectativas en torno del mensaje que baje desde el terreno de la política.

Con una brecha de menos del 12% entre el tipo de cambio oficial y el blue, el apuro por quitar esa restricción clave gana un poco de paciencia entre los agentes económicos. La distancia entre un dólar y el otro llegó a ser cuatro veces más que esta brecha, por lo cual ninguna empresa que esté pensando en invertir va a dejar de hacerlo por ese motivo.

El cepo sí puede incidir, en cambio, en las compañías extranjeras que necesitan girar divisas a sus casas matrices, sea por ganancias o deudas originadas en el momento más grave de las restricciones a las importaciones de la era Massa.

Es decir, la inversión está más atada al nivel de actividad económica y a la confianza por el devenir político que a la eventual restricción para poder acceder al Mercado Único y Libre de Cambios (MULC).

Explicado de otro modo, por más que Milei consiguiera de Trump los dólares para sacar mañana a las 8AM el cepo cambiario, ninguna compañía arriesgaría un dólar en la Argentina si entiende que las horas del libertario están contadas porque vuelve el ciclo kirchnerista.

Por ello, la reciente ratificación de la condena para Cristina Fernández de Kirchner constituye una fuerte señal en el universo político donde se desenvuelve el líder libertario que prácticamente se ha quedado sin contrincantes de fuste en la “lucha agonal por el poder”, como diría Maquiavelo.

El kirchnerismo, agitado por despiadada interna entre Kicillof y Máximo K., ha quedado prácticamente circunscripto al Amba, sin socios de peso en las provincias que otrora lo acompañaban más por la billetera que por la ideología. El peronismo alternativo, en tanto,  todavía debe demostrar músculo territorial.

El radicalismo es un conjunto desopilante de egos, sin chances de dominar escalas intermedias del poder, a punto de que Milei lo vapulea con sus próceres. Juntos por el Cambio se ha pulverizado y el PRO solo tiene algunos alfiles que pueden resultar de utilidad al mileísmo en la pelea bonaerense.

Lentamente, la amenaza política a Milei va disolviéndose más por mérito de los adversarios que propio.

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