
La exportación de carne y el cronómetro electoral
Por Walter Giannoni.
Es repetitivo y hasta tedioso abordar otra vez temas vinculados con los sectores agro-pecuarios (esta vez vale la división de la palabra), pero el precio de los alimentos está en el centro de la escena y el Gobierno se empecina en buscar soluciones en las etapas iniciales de la cadena productiva y no donde debería hacerlo: la falta de poder adquisitivo del consumidor, la intermediación comercial y los impuestos.
Con honestidad intelectual, todos quienes participan de este debate sin final debería admitir una cosa: Argentina, por ser productora, siempre estará condicionada al precio internacional de los alimentos y a su incidencia inflacionaria. Hasta ahora ha sido difícil desenganchar una cosa de la otra.
El viernes pasado el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) sostuvo una reunión importante con funcionarios del Gobierno para intentar destrabar la veda a las exportaciones cárnicas que se extenderán por un mes.
La reunión no tuvo resultados concretos y las partes reafirmaron sus criterios. El Gobierno reclamó que los frigoríficos exportadores pongan en el mercado nacional tres veces más cantidad de carne de buena calidad que la que hoy ofrecen a precios rebajados. Sería pasar de ocho mil toneladas a 32 mil.
Eso implica un costo financiero difícil de asumir para el sector (es el de menor rentabilidad en la cadena), pero ofreció avanzar hacia esa cifra con remanentes de exportación de una calidad que no convencería a los funcionarios. La reunión terminó con una declaración de la entidad donde se rechazó el pedido oficial, aunque, en verdad, las puertas quedaron abiertas para seguir la conversación.
La Casa Rosada juega con fuego con este tema pero presionado por los sectores cristinistas entiende que no le queda otra. El país entró en el túnel de una nueva cuarentena que tiene una luz al frente dentro de una semana, pero en rigor no sabe si después de eso viene otro túnel, más largo.
Y, con postergación por la pandemia y todo, el cronómetro del proceso electoral comenzó a funcionar con encuestas lapidarias para la imagen presidencial y las chances del oficialismo en las legislativas. Todas las fichas K están puestas en el Gran Buenos Aires. Hacia ese lugar irá todo lo que consiga con temas como este de la carne. Importa poco cómo quede después el campo de batalla.