La integración regional que choca con la desintegración comercial
La distancia que existe entre lo que la política dice y lo que la política hace quedó una vez más reflejada en el llamado que Cristina le hizo a Dilma para saludarla y felicitarla por su ajustada reelección. “Gran victoria de la inclusión social y de la integración regional”, expresó la mandataria argentina.
La inclusión social en Brasil fue razón excluyente del triunfo de Dilma. Pero la “integración regional”, como bandera que además quiere capitalizar Cristina, es sólo un dicho de alto contenido político reñido con los hechos.
En los últimos años, decisiones administrativas argentinas cargadas de una argumentación emotiva, en defensa de la soberanía en sentido amplio, violaron sistemáticamente todo precepto de integración regional.
Por el lado de Brasil, las restricciones a las importaciones minaron de lleno el potencial exportador de la matriz industrial pyme del socio: la Argentina es el mercado ideal para las exportaciones industriales brasileñas que cayeron tanto por la imposición de las DJAI y el cepo cambiario, como por el desplazamiento activado por la mayor presencia de productos chinos en los mismos rubros.
Con Chile, hay “voluntad de integración” en cuanto a la pavimentación de pasos fronterizos, pero está aún abierta la cicatriz por la interrupción de las exportaciones argentinas de gas. La integración energética sigue pendiente.
Uruguay y Paraguay, en tanto, bien pueden dar ejemplos de que, al menos con la Argentina, las relaciones están desintegradas.
Cristina, de la mano de su subsecretario de Puertos y Vías Navegables, el empresario naval Horacio Tettamanti, le impuso un cerrojo a la logística del comercio exterior paraguayo y uruguayo.
La logística del transporte regional de cargas a través de la hidrovía -en cuanto al despliegue de la estrategia más eficiente en materia de tiempos y costos- tiene al Paraguay como la flota por excelencia, y a los puertos del Uruguay como centros de transferencia en franco crecimiento. Las disposiciones argentinas incluyeron desde el cierre de amarraderos usados por las barcazas paraguayas en viaje a puertos uruguayos, hasta la imposibilidad de transbordar cargas argentinas en puertos uruguayos, como Montevideo o, en menor medida, Nueva Palmira. Paraguay tiene hoy más costos. Uruguay, menos movimientos.
La definición argentina de integración regional es válida en sus argumentos y tosca en sus métodos: proclama el regreso a una base sólida para el desarrollo, con la soberanía nacional como explicación justa, por un lado, pero vulnera sistemáticamente, por otro lado, acuerdos regionales con trabas a la competitividad logística ganada por los socios menores a costa del abandono argentino a la política del transporte.
Fuente: La Nación