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La Reingeniería de las conversaciones en la empresa

En el diálogo anida buena parte del éxito de una compañía y también de una carrera personal. Las cosas que es necesario tener en cuenta.

Es tan cotidiano y familiar referirnos a las “conversaciones” que desarrollamos entre las personas en todo tipo ámbito, que hasta nos resulta extraño que se pueda hablar del tema en algún sentido más técnico.

Una conversación o diálogo puede darse en varias ocasiones y sentidos, dentro de un marco laboral formal o informal coloquial, entre dos o más interlocutores que tengan la intención de establecer comunicación y construir un mensaje hablado o escrito.

En la mayoría de las organizaciones y aún en aquellas de las que formamos parte, desarrollamos diariamente decenas de conversaciones que se asoman con el saludo inicial, pasando luego por las ocasionales charlas en el break, como así también, cuando asistimos o coordinamos reuniones con nuestros equipos de trabajo.

En esa cuadra de expresiones y situaciones, coexisten diferentes estilos de conversación que vamos adoptando según el contexto que nos acompañe: La conversación confrontativa; la diplomática, la exploratoria y la gestual.

Cada una de ellas representa momentos que nos indica el tipo de construcción textual que debemos estilar para la ocasión.

Asimismo, cada individuo aprende a desarrollar alguno de estos estilos con mayor facilidad, haciendo uso de él en diversas circunstancias. Así por ejemplo, la ironía característica de la conversación confrontativa, suele ser manejada por personas cuyo recurso lingüístico es perpicáz y necesitan de la presencia argumental en todo su discurso. El objeto de la confrontación es demostrar dos opiniones contrapuestas: quien falla y quien no.

Sin embargo, en muchas otras ocasiones las personas pueden sacar a relucir su manera más cordial de dirigirse hacia los demás, haciendo un uso correcto y elocuente de la palabra. De este modo, la diplomacia se pone de manifiesto en cada discurso gramaticalmente correcto y pensado antes de cada emisión.

En este contexto, es menester contar con un buen grado de desarrollo de la capacidad de escucha, ya que esta competencia nos permite armar una estructura más generalizada de la conversación. Escuchando a los demás, podremos construir discursos más acertados y pertinentes.

Otro estilo de conversación es la del tipo exploratoria que optimiza el manejo de la indagación y las explicaciones en situaciones donde se debe enfatizar la génesis de un problema. Aquí también las buenas expresiones se presentan en todos los enunciados interrogativos de la conversación.

Los gestos son claves

Cualquiera sea el estilo de interacción verbal, hacemos indefectiblemente uso de gestos propios del lenguaje corporal que vamos adoptando o bien hemos entrenado desde siempre. Nuestro cuerpo comunica en cada momento y acompaña a las conversaciones a través de modos y articulaciones propias de nuestra gesticulación.

Debemos conocer que un gesto a veces dice más que mil palabras.

Ser capaces de desarrollar la habilidad del bien hablar y gesticular, hace que las personas puedan destacarse en las organizaciones desde otro lugar.

Las buenas y respetuosas conversaciones son necesarias desde el primer contacto cotidiano en el intercambio oral mínimo que realizamos con el saludo, hasta el saber escuchar y respetar las opciones de los demás, sin expresar descalificativos a través de gestos que pueden llevarnos a generar un clima hostil y de intolerancia.

El proponernos generar cambios un nuestro modo de dirigirnos hacia los demás puede ocasionar grandes movimientos estructurales en una organización, permitiendo de ese modo que fluyan relaciones exitosas en los negocios y en muchos casos, hasta amistosas.

Debemos saber que el modo en el que utilicemos nuestro lenguaje verbal y corporal nos puede llevar a conducirnos por terrenos sinuosos difíciles de transitar o bien por anchas avenidas que nos permita explayarnos con holgura por cualquiera de sus intersecciones. Esto, sin duda es el punto de partida de toda buena relación entre las personas, las cuales deben perpetuarse en el tiempo a través de una sana, pertinente y respetuosa comunicación.

La manera de cómo decimos las cosas es el condimento esencial para que una buena conversación se haga presente en cada acto al que asistimos y nos abra la puerta de muchas oportunidades a veces impensadas.

El buen diálogo se basa en las normas de cortesía y buena educación, las cuales nunca cambian de moda y se fortalecen con la práctica y la voluntad de las personas.

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