
Las organizaciones sociales, más “organizadas” que la propia política
Columna por Walter Giannoni.
Las llamadas organizaciones sociales volvieron a realizar la semana pasada un amplio despliegue en las calles para exhibir el reclamo de más asistencia alimentaria, ayuda social y, lo más novedoso, el pedido de que se genere trabajo genuino, para lo cual necesariamente el país debería seguir un modelo de desarrollo.
Según datos relevados por la publicación Forbes Argentina, en el país hay 141 programas de protección social y ayudas estatales, lo que implica por día la asignación de 800 millones de pesos para el pago de planes sociales, 288.000 millones de pesos en el año.
La cuenta incluye una variada gama de planes, desde aquellos vinculados con la protección de la niñez, pasando por las remanidas pensiones por invalidez, becas, seguro de desempleo, pensión universal del adulto mayor (Puam), asignaciones, potenciar trabajo y un largo etcétera.
En un país que no crece (salvo chispazos) desde 2011, es una entelequia pensar que se pueden cortar drásticamente estas ayudas, aunque sí hay cosas para revisar. Dos ejemplos al canto: en Argentina la cantidad de inválidos recibiendo contribuciones supera a países que atravesaron guerras. O, desde otra perspectiva, la necesidad de ponerle un límite a las jubilaciones sin aportes, para dar esos beneficios ya está la Puam.
Pero aquí lo que queremos señalar y remarcar es el arrinconamiento que las organizaciones sociales le han propinado a la clase política dirigente del país. Nadie, ni en el actual oficialismo que tiene la necesidad de achicar el gasto para contener la inflación, ni en la oposición (según ha reconocido, por ejemplo, María Eugenia Vidal) saben bien qué hacer en el corto plazo con esta problemática.
En medio se cuelan factores ya conocidos como el clientelismo político o, el más reciente, las monedas que una organización de ultraizquierda les saca a los manifestantes para concurrir a las marchas. Digamos que esas son cuestiones importantes, pero aleatorias frente a la dimensión que hoy tiene la asistencia social en la Argentina.
Hay, asimismo, otro dato: las organizaciones sociales han superado con creces la “organización” (valga la redundancia) que los propios gobiernos y sus dirigentes tienen para trabajar estos temas. En un país donde la política se ha loteado por intereses personales y facciosos (como vemos en las internas del Gobierno nacional), la dirigencia de las organizaciones sociales está muchísimo más coordinada y es más efectiva que la política. Una muestra más de dónde estamos parados.