Lejos de ser un cuento chino
China frenó por al menos dos meses la compra de aceite de soja y se interpreta que es una represalia a las actitudes argentinas con sus importaciones de calzado y textiles. Brasil afila los colmillos y ya ofrece su producto.
La relación con China entró inesperadamente en cono de sombras a raíz de la decisión del coloso asiático de interrumpir unilateralmente la compra de aceite de soja aduciendo el incumplimiento de una medida sanitaria, hecho que en realidad es interpretado en la Argentina como una medida paraarancelaria en respuesta al freno que se viene imponiendo a la introducción de mercadería de aquel país.
La suspensión de las compras puede durar “uno o dos meses”, según dijo el embajador Gang Zeng tras reunirse con el canciller Jorge Taiana y su aplicación ya ha generado posiciones disímiles entre el empresariado.
Por un lado, las principales exportadoras de aceite, Bunge, Cargill y Nidera, y en menor medida Aceitera General Deheza, están preocupadas porque la veda no tiene una fecha cierta de finalización. Pero por otra parte industriales Pyme y el titular de Techint, Luis Betnaza, salieron a apoyar al gobierno argentina en la aplicación de restricciones a productos chinos para defender a la industria nacional.
El año pasado el intercambio entre ambos países benefició fuertemente a Pekín, que exportó a Argentina U$S 4.800 millones, frente a los U$S 3.600 millones que exportó Buenos Aires.
En realidad, el nuestro no es el único país que frena las importaciones de China. Por la crisis internacional del año pasado varias fueron las naciones que interpusieron alguna que otra traba, entre ellas el mismo Estados Unidos. Las exportaciones de China a la Argentina disminuyeron 32 por ciento el año pasado.
Por ello, según algunas interpretaciones, la decisión de paralizar la compra de aceites podría tomarse como una acción “disciplinaria” a un país que como Argentina tiene escaso peso en el comercio internacional a fin de que otras naciones no detengan la introducción de productos chinos.
Para detener las compras de aceite, China desempolvó una vieja resolución de 2004 en la que se impide el ingreso del producto cuando tenga más de 100 partes por millón de un solvente llamado hexano, que se utiliza para extraer, aceite del poroto de soja.
Ernesto Fernández Tabaoda, de la Cámara de Comercio Argentino-China realizó una interpretación más profesional del problema y apuntó que se trata de una reacción de los chinos frente a sus elevados stocks en aceites.
El freno compromete unas 11 millones de toneladas de soja (el 20% de la cosecha) y negocios por US$ 2.000 millones, y no tiene mayores consecuencias internacionales sólo porque el 70% del aceite que compra Beijing va desde la Argentina, donde existen 47 plantas aceiteras y un polo considerado el mayor y el más eficiente del mundo a orillas del río Paraná.
Repercusión mezquina
En los medios internacionales, el freno ha tenido una tibia repercusión. BBC Mundo consideró que “la decisión de Pekín podría estar relacionada a la súbita cancelación de su viaje a China que anunció a último minuto la mandataria argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en enero pasado”.
“Ese viaje, que fue realizado por Taiana, fue cancelado por la presidenta para no dejar a la nación en manos del vicepresidente, Julio Cobos, quien está enfrentado con el resto del gobierno”, agregó.
El diario El País, de Madrid, no hizo referencia a la controversia, aunque sí publicó un amplio informe acerca de la soja en la Argentina titulado: “La República de la Soja” y señala que el cultivo masivo de la planta se lo come todo: vacas, pueblos, tradiciones y trabajadores rurales. Argentina alcanza este año la mayor cosecha de su historia, 52 millones de toneladas
“El oro verde, la soja, ha transformado Argentina en muy pocos años: ha impulsado el crecimiento de la economía y la salida de la crisis de 2001, ha cambiado la manera de vivir y de trabajar de miles de productores agrícolas y de centenares de pequeñas localidades rurales y ha extendido la frontera agrícola por donde antes había pastos, otros cultivos, monte o simple paisaje. La soja se come todo: vacas, pueblos, montes, tradiciones e incluso trabajadores rurales, porque exige poca mano de obra y porque existe una creciente concentración de la propiedad de la tierra. Algunos expertos empiezan a estar preocupados”, dice el prestigioso rotativo español.
Brasil, acecha
Entre tanto, ni lerdo ni perezoso, los empresarios aceiteros del principal socio del Mercosur se entusiasmaron ante la posibilidad de que el boicot chino al aceite de soja argentino para darle una salida más a las 65 millones de toneladas que se estima será la cosecha brasileña del poroto.
En el marco del conflicto por el aceite de soja entre China y la Argentina, desde la Asociación de Industrias de Aceites Vegetales de Brasil (Abiove) indicaron que por el momento no hubo mayor demanda asiática por el producto brasileño, pero no descartaron que eso ocurra.
Al respecto, aseguraron que están en condiciones de exportar a China entre 300.000 y 400.000 toneladas extra de aceite de soja, si el bloqueo al subproducto sojero argentino no se soluciona. No obstante, el presidente de la Abiove, Carlo Lovatelli, aclaró que Brasil podría sustituir en parte los cargamentos argentinos de aceite de soja, que en 2009 representaron el 76% del total importado por el país asiático. Y resaltó que es difícil que China pueda prescindir totalmente de la Argentina como proveedor, dado que tanto Brasil como Estados Unidos destinan buena parte del subproducto sojero a la fabricación de biodiesel.