
Los “monstruos” que nos acompañarán por mucho tiempo
Por Walter Giannoni.
Los “monstruos” que nos acompañarán por mucho tiempo
A medida que transcurren las semanas, la proa de este velero que se llama Argentina comienza a torcer el rumbo. En náutica le dicen abatimiento, vaya coincidencia. Es decir, el barco va tomando otro camino que no era el originalmente correspondía.
En lugar de encarar la solución de los graves problemas que aquejan del país, la dirección es ahora el próximo turno electoral. De reconstrucción poco y de administrar, menos.
La discusión está a la vista en la propia interna oficialista, donde el Presidente tiene que salir a decir que no defraudó a sus electorales, como le reclama la socia fundadora de la alianza. Tiene razón AF en algo, casi nadie descuenta de su hoja de ruta el impacto de la pandemia.
En ese debate político que se acrecienta para 2023, aparecen visiones cándidas o esperanzas ingenuas. Por ejemplo, que el próximo Gobierno va a poder corregir las cosas con un pase mágico de ajuste y reordenamiento.
Nada más lejano a la realidad. Aún haciendo las cosas bien, Argentina deberá convivir por años con problemas de fondo que colocan la posibilidad del shock (el famoso “hay que hacer todo el primer día”) en un freezer. ¿De qué shock hablan? Durante años habrá que convivir con varios “monstruos”.
La mayor parte de la erogación del Estado es inflexible a la baja. A datos de 2019, “casi la mitad de lo que se gasta en jubilaciones y pensiones proviene de recursos de rentas generales”, dice el libro “Una vacuna contra la decadencia” (Giordano, Seggiaro y Colina), de reciente aparición y de lectura obligatoria para entender rápidamente el desastroso funcionamiento del sector público. ¿Cómo se cambia eso en dos días?
Los subsidios energéticos, apenas podrán ser mitigados por el rebalanceo. Pero el déficit continuará firme por la necesidad de importar energía. La restricción externa es otro “monstruo” de larga vida, pese a la mejora que implican los altos precios de las commodities, frente a las dificultades para vertebrar un modelo exportador de bienes industriales que complemente a la agroindustria.
La renegociación permanente de los compromisos internacionales es parte de ese camino donde no existe la magia, los intereses son ineludibles. Y la pobreza estructural va a seguir estando ahí para recordar que todo lo que hicimos mal en décadas, también llevará décadas revertirlo.