
Navegar la tormenta global: el rumbo que Argentina debería tomar
Por la tensión arancelaria entre EE.UU. y China, la guerra en Medio Oriente y el fin de ciertos modelos productivos, el mundo está convulsionado. Qué debería hacer el país para tratar de surfear estas olas y crecer en exportaciones.
Un proverbio antiguo sostiene: “Dios ayuda al marinero en la tempestad, pero el marinero debe estar al timón”. Para Fernando Landa, presidente de la Cámara de Exportadores (CERA), la frase no podría ser más precisa frente al escenario actual. En un contexto internacional convulsionado, Argentina necesita adoptar una actitud decididamente proactiva para trazar una ruta clara hacia el fortalecimiento de su inserción exportadora.
Landa plantea que el comercio internacional atraviesa una etapa de inédita incertidumbre. El sistema multilateral basado en reglas, que durante décadas permitió una expansión sostenida del comercio global bajo principios como el de “Nación Más Favorecida”, muestra signos de agotamiento. Desde la crisis financiera de 2008, la Organización Mundial del Comercio (OMC) entró en un prolongado estancamiento. La falta de consensos internos ha impedido avanzar incluso en acuerdos plurilaterales, y su Órgano de Apelación se encuentra paralizado desde 2019. “No hay administración eficaz de las normas, no se generan nuevas disciplinas para temas claves como economía digital o medio ambiente. Estamos ante una crisis masiva del sistema”, advierte Landa.
A este deterioro institucional se suman transformaciones estructurales que redibujan el mapa global: el ascenso del llamado “Sur Global”, las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China, los cambios demográficos, la transición energética y el impacto de las tecnologías disruptivas. Según Landa, todos estos factores configuran un entorno de creciente fragmentación geoeconómica y desconfianza en las reglas comunes. “El segundo mandato de Donald Trump ha profundizado la volatilidad, erosionando aún más la credibilidad del sistema”, señala.
En este marco desafiante, Landa propone revisar el papel de Argentina. “El país no puede permitirse ajustes marginales: necesita un cambio de rumbo profundo”, afirma. Y destaca un dato clave: en 2024, Argentina tuvo el tercer número más bajo de empresas exportadoras en tres décadas. Además, la participación de las pymes en las exportaciones es la mitad del promedio de los países en desarrollo.
Frente a este panorama, el titular de CERA subraya que el ordenamiento macroeconómico alcanzado en los últimos meses habilita una oportunidad concreta. “Es ahora cuando debemos encarar el fortalecimiento de la competitividad. No solo para consolidar lo avanzado, sino para crecer genuinamente”, sostiene.
Landa identifica tres ejes estratégicos que deben ser abordados con decisión:
1. Impuestos y restricciones
En un mundo donde los grandes países recuperan políticas industriales y aplican subsidios masivos, Argentina debe alinearse con la norma internacional de “no exportar impuestos”. Landa propone tres medidas fundamentales:
• Eliminar progresivamente y de manera sustentable los derechos de exportación remanentes. “Es indispensable que la eliminación sea definitiva, sin posibilidad de reposición futura”, advierte.
• Reformular el sistema de reintegros, evaluando todos los impuestos pagados a nivel nacional, provincial y municipal. “El reembolso debe ser automático y transparente, no puede seguir dependiendo de gestiones interminables”, enfatiza.
• Cumplir con la ley de IVA, asegurando la devolución inmediata del crédito fiscal exportador, sin las restricciones que aún persisten.
2. Facilitación del comercio
Landa subraya la importancia de reducir los costos ocultos que entorpecen las operaciones de comercio exterior. “Muchos países están avanzando en la digitalización de sus sistemas y en la eliminación del ‘red tape’ burocrático. Argentina no puede quedar atrás”, señala.
El dirigente propone que el sector público y el privado trabajen en conjunto para identificar los cuellos de botella y simplificar procesos aduaneros, licencias, certificaciones y controles. “La clave es la coordinación técnica. No se trata solo de voluntad política, sino de gestión eficiente”, afirma.
3. Logística e infraestructura
La geografía de Argentina impone desafíos naturales, como su lejanía de los grandes centros de consumo y su dispersión territorial. Sin embargo, Landa sostiene que hay márgenes de mejora aprovechables en el corto plazo.
“Podemos optimizar los corredores bioceánicos, modernizar los accesos a los puertos, y simplificar el régimen de tránsito aduanero para las regiones más alejadas”, explica. Y añade que existen acuerdos regionales ya firmados que permitirían facilitar el movimiento de mercancías, si se los articula correctamente.
En todos los frentes, Landa insiste en la necesidad de una alianza estratégica entre el Estado y el empresariado exportador. “No hay forma de minimizar la importancia del trabajo conjunto. La experiencia de los países más competitivos del mundo demuestra que el diálogo técnico sostenido es indispensable”, afirma.
Aunque el contexto global parece desalentador, para el presidente de CERA el desafío está en recuperar protagonismo. “Argentina participa con menos del 0,3% en el comercio mundial. Esa cifra no se va a mover si no cambiamos estructuralmente la forma en que exportamos”, concluye.