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Nuevos tiempos, antiguos desafíos

container.jpgاLograr una apertura al mundo por medio de una política pro exportadora, un desafío aún vigente.

Por Raúl Ochoa

Se ha iniciado una nueva etapa política en la Argentina, que trae una bocanada de aire fresco en una sociedad agrietada y conflictiva; justamente esta conducción deberá hacer de la búsqueda de consensos y acuerdos la base fundamental de su accionar, lo que implica oportunidades y amenazas, pero simultáneamente nos vuelve al juego de los equilibrios tan propio de las verdaderas democracias y tan alejada de nosotros, por marcados sesgos autoritarios de las autoridades salientes en los últimos años.

Hay también un definido objetivo de la conducción política de “volver al mundo” de tener relaciones cordiales y amistosas con todos los países, comenzando con nuestros vecinos latinoamericanos y mostrar y “mostrarnos” como una sociedad abierta y moderna dispuesta a compartir valores y señalar rumbos en aquellas actividades en las que los argentinos han demostrado sus capacidades y espíritu innovador y que pueden ser en el futuro algo, mucho más que una carta de presentación.

En ese interés de recuperar un activo papel en el ámbito internacional, se prioriza y no podría ser de otra manera tener activas relaciones económicas y comerciales internacionales con diversas regiones y países, de manera tal de ampliar la base de nuestros negocios a otras latitudes y a su vez atraer más y mejores inversiones a la Argentina; de hecho el Presidente ha priorizado finalizar la interminable negociación con la Unión Europea, aspecto ya conversado con Dilma Roussef en su primer encuentro bilateral; así como acercarse decididamente hacia la Alianza del Pacífico a través de los buenos oficios de la presidenta chilena Michele Bachelet.

Por otra parte, si bien destacó la importancia de las relaciones con China y Rusia y su intención de afianzarlas, no dejó de señalar la gravitación de los acuerdos comerciales firmados por los países de la Alianza del Pacífico, en especial el TPP que los une con Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea y países integrantes del ASEAN.

No hay duda que estamos frente a un cambio de enfoque sustancial, con respecto a los doce últimos años, donde no hubo avances desde el Mercosur, ni tampoco en aquellos aspectos no tarifarios donde nuestro país pudo haber negociado inclusive con otros países de la región.

Será muy interesante observar cómo se logran coaliciones pro-negociadoras que abarque sectores de bienes y servicios, luego de tantos años de mercado interno protegido y de escasa o nula presencia externa de fuertes ramas empresariales, que por esa misma razón fueron perdiendo competitividad internacional y que para ponerse a tono deberían invertir o asociarse con socios tecnológicos. Es esperable y previsible que más allá del discurso, a poco de andar comiencen a aparecer voces disidentes en contra de la apertura comercial.

Es por ello indispensable que haya en simultáneo una política estructural de claro sesgo pro-exportador que otorgue al empresario que arriesga abriendo (y manteniendo) mercados y clientes en otros países alicientes fiscales, financieros, de cobertura de riesgos y de incentivos a la innovación permanente y sin papeles, que funcionen y se paguen Cuando las operaciones de comercio exterior se rijan por los principios TASC: Transparencia, Acceso, Simplificación con adecuado Control habremos pasado la barrera que nos ata a un pasado de atraso normativo, papeleo innecesario y controles y costos superpuestos Vale resaltar lo de política pro exportadora porque venimos de muchos años de una política de desaliento a exportadores; se estima de acuerdo al Observatorio PYME de la Universidad de Bologna – UIA que en el 2014 tenemos menos pymes exportadoras que en el 2004.

El título del artículo, responde por lo tanto a lograr algo que hasta ahora parece imposible de obtener: Conjugar una apertura al mundo coincidente con una política pro exportadora de largo aliento.

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