
Para pensar: lo que nos tiene detenidos hace medio siglo
La decadencia parece estar ligada al déficit fiscal y al endeudamiento estatal, con sus derivaciones inflacionarias, y a los desequilibrios externos. Disyuntiva del modelo post pandemia.
MARCELO CAPELLO – Presidente del IERAL-Fundación Mediterránea
Si bien la negociación por la deuda bajo ley extranjera seguirá por algunos días más, desde el pasado viernes 22 de mayo Argentina se halla técnicamente en default, el noveno en su historia.
Además, tras dos años en recesión, y ocho años con estanflación, el impacto recargado de la pandemia sobre la economía como mínimo infligirá una caída de 7% en el PIB de 2020, con un efecto máximo difícil de pronosticar. En el mejor escenario, la actual década mostrará finalmente una caída del PIB per cápita cercana al 15%, sólo superada en las últimas cinco décadas por la baja del 22% de los años 80.
Dos décadas perdidas para la economía en medio siglo. Un país que en ese lapso pasó un 42% del tiempo con recesión, difícil de encontrar en otro lugar del mundo.
Ligado a la inflación, el aumento de la emisión monetaria resultó del 86% anual promedio en los últimos 50 años. Existieron cuatro cambios de moneda en el medio siglo, un reemplazo de moneda cada 12 años y medio, en promedio.
Emisión y déficit, primera pista
La emisión de moneda, por supuesto, estuvo relacionada con el déficit estatal: el sector público nacional no financiero mostró déficit financiero el 69% de los años que conforman el último medio siglo. Primera pista para las soluciones futuras: la decadencia económica argentina parece no haber estado vinculada precisamente a la existencia de superávit fiscal, sino lo contrario.
El déficit fiscal, además de ser financiado con una extravagante creación de dinero, también lo fue con una no menos exagerada emisión de deuda pública. Entre 1970 y 2020, la deuda pública de Argentina, medida en dólares constantes, creció un 1.205%.
Sector externo, segunda pista
En el último medio siglo, Argentina también evidenció repetidos problemas con su sector externo, al transitar un 72% del tiempo con desequilibrio en la cuenta corriente de su balanza de pagos. Esto es, pasó más de dos tercios del período gastando más de lo que produce, endeudándose con el resto del mundo. Segunda pista clave para el futuro: está claro que la declinación argentina tampoco parece estar ligada a un crecimiento importante de las exportaciones, sino a la escasa competitividad y al crecimiento de la demanda sólo basado en el consumo (privado o público) y el mercado interno.
El estancamiento a largo plazo y la caída de los ingresos reales de la población han devenido en una notable suba de la porción de la población que se halla bajo la línea de la pobreza.
Para una comparación de desempeño internacional, entre 1979 y 2020, el PIB por habitante de Argentina, según datos del FMI, creció un acumulado de 10% en dólares constantes (paridad de poder adquisitivo), versus 77% que lo hizo en Australia, 186% en Chile, 296% en Irlanda y 611% en Corea del Sur.
No quedan dudas de la decadencia de la economía argentina en al menos cinco décadas, con graves consecuencias sociales.
Disyuntiva sobre el modelo
En plena negociación con acreedores y en medio de la crisis por Covid-19, nuevamente surge la disyuntiva sobre el modelo a seguir post pandemia. El repaso previo ofrece algunas pistas: la decadencia parece estar ligada al déficit fiscal y al endeudamiento estatal, con sus derivaciones inflacionarias, y a los desequilibrios externos por la incapacidad de aumentar sostenidamente las exportaciones con valor agregado, lo cual conduce permanentemente a crisis fiscales y/o de escasez de divisas, acompañadas de eventos de inseguridad jurídica que desalientan la inversión a largo plazo.