
“Puente de tiempo” en la economía a la espera de 2023
El contexto mundial es complejo, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania ensombrece la recuperación pospandemia. Ha reaparecido la inflación en los países centrales quienes, desacostumbrados a ella, la están atacando (tarde) con subas de tasas.
Por Nancy Villarruel, Economista.
Latinoamérica enfrenta sus propias dificultades. Si nos concentrarnos en países con quienes tenemos relaciones estrechas debemos puntualizar que lo más importante este año serán las elecciones en Brasil, con Lula como favorito. Uruguay se está mostrando como una democracia madura donde las instituciones importan. Chile y Perú parecen estar moderándose mientras que Venezuela, ya pasó por la hiperinflación pero enfrenta problemas de pobreza.
En este escenario global y regional, Argentina va a los tumbos. La suba de los precios de la energía y de granos impulsa la inflación que ya se perfila en un 60% anual. La gran novedad es el pre acuerdo logrado con el FMI y con el Club de París para postergar otra vez los pagos pendientes. Los organismos internacionales apuestan al próximo gobierno, aunque más allá de quien resulte electo en 2023, cuesta pensar en reformas como se exploraban en los ´90 previsional, laboral e impositivo, que serían las principales para ayudar a la competitividad.
En un contexto donde los gobiernos de todo el mundo se acomodan a las circunstancias externas, Argentina –que podría aprovechar la oportunidad con los precios de los granos cerca de sus máximos– se comporta hace de las suyas. Cocina una sopa con la gallina de los huevos de oro! Pretende fijar el precio de la tonelada de trigo, como si no se fijaran en el mercado mundial. La economía aporta muy poco para resolver nuestro estancamiento político. Se apunta a alcanzar en 2024 una situación de equilibrio fiscal, lo que supondrá más impuestos, porque no hay vocación para bajar el gasto. Estos frenos externo y fiscal pueden resentir la actividad y, con una inflación que no logra corregirse, se profundizaría la pobreza.
El panorama no luce sencillo y amerita tener una dirección clara. Pero Argentina se muestra confusa y con doble discurso, empezando por la coalición gobernante. Esta falta de rumbo impide que las empresas inviertan en capital humano y físico, que hacen falta para crear los empleos productivos necesarios para erradicar la pobreza y reducir la desigualdad. Sería sensato buscar acuerdos como los que ayudaron a otros países a salir de peores crisis: España en los ´70, Israel en los ´80, Chile en los ´90, a Sudáfrica en los 2000. A esta altura, hay coincidencia en que –salvo que en Qatar tengamos suerte– los argentinos no tendremos mucho para festejar este año.