Saber escuchar
El cerebro humano está preparado para interpretar, decodificar y entender a una velocidad de 600 palabras por minuto, mientras que la capacidad de hablar es de aproximadamente 150 palabras por minuto.
Desde niños, en nuestras familias primero, en el espacio educativo más tarde y en el ámbito laboral finalmente nos desarrollamos a través de la escritura y la expresión oral.
Nos enseñaron a leer, nos enseñaron a hablar y cómo hablar, tal vez realizamos cursos de oratoria y locución, pero pregunto ¿nos enseñaron a escuchar?
Existe una premisa básica en materia comunicacional que expresa: “La calidad de la comunicación se mide por su efecto”, esto significa simplemente que si lo que se comunicó no surte efectos prácticos significa que la comunicación no fue satisfactoria (Ejemplo: nos encontramos esta noche en el cine le dijo Juan a Marcela, Juan fue a un cine y Marcela a uno distinto).
La responsabilidad del receptor en un proceso de comunicación es fundamental para el éxito ya que es quién carga con el compromiso de verificar si lo que el otro emitió está siendo percibido en la misma frecuencia (Siguiendo el ejemplo anterior Marcela pudo preguntar: ¿qué cine, a qué hora?).
Tratando de entender la lógica del proceso de escuchar (es distinto de oír, escuchar es oír más interpretar) debemos saber que nuestro cerebro está preparado para interpretar, decodificar y entender a una velocidad de 600 palabras por minuto, mientras que la capacidad de hablar es de aproximadamente 150 palabras por minuto, conclusión: a nuestro cerebro le sobra tiempo, y según la forma que utilicemos este tiempo nuestra habilidad de escucha se incrementará y la comunicación tendrá el efecto deseado.
Reglas para una buena escucha, algunas ideas que ayudan:
- Cuando escuchamos, escuchar
No distraernos, no hacer dibujos no relacionados con una lapicera, usar al máximo nuestra capacidad cerebral para concentrarnos en el proceso de escucha, y mientras oímos lo que el emisor nos dice tratamos de interpretar si su lenguaje corporal confirma sus palabras buscando entender en su totalidad el mensaje emitido sin pasarnos a pistas laterales (Ejemplo: me están explicando el plan de capacitación, pero como a mi cerebro le sobra tiempo y en vez de concentrarme en ese tema voy pensando en paralelo que mañana tendré una reunión muy compleja de estrategias). - Analizar evidencias
Evaluar permanentemente lo que nos están proponiendo como evidencias, ¿son válidas?, ¿son realistas?, ¿son objetivas, totales o parciales?, ¿son incompletas o suficientes? - Revisar, pensar y resumir
A intervalos frecuente revisar mentalmente el contenido del mensaje, y luego resumir con el emisor usando frases como: ¿es correcto si interpreto que tu mensaje es…? si hacemos esto tenemos la enorme oportunidad de confirmar lo que entendimos o por el contrario recibir por retroalimentación que nuestra interpretación no es correcta, permitiendo entablar y profundizar el diálogo en un ciclo hasta que lo dicho y lo escuchado esté en sintonía. - Buscar significados ocultos
¿Qué me está diciendo?, ¿qué no me está diciendo?, ¿por qué dice palabras alegres pero no sonríe?, si escuchamos concentrados y atentos tendremos oportunidades de detectar lo antes mencionado y ayudaremos a descubrir el verdadero mensaje, ya que al escuchar no solo oímos, sino que también interpretamos. - No interrumpir hasta que el otro haya concluido
Escuchar, pensar, entender y recién luego responder, a veces resulta complejo ya que tenemos un enorme apuro por expresar nuestra verdad, lo cual termina bloqueando la comunicación al no dejar a nuestro interlocutor terminar su idea.
Nos enseñaron a leer, nos enseñaron a hablar, ¿usted piensa que debemos aprender a escuchar?, estoy de acuerdo, hoy es el día, busquemos el camino.