
Semana de cuchillos entre los dientes
Fue una de esas semanas que dejan marcas. Por errores propios, brutalidades propias y jugadas ajenas, es probable que haya sido la más difícil de Javier Milei desde que asumió el poder. Y sin embargo, si se miran los termómetros que importan –el dólar y/o el riesgo país–, la sacó barata.
En otras épocas, semejante ruido institucional habría llevado la tensión financiera al rojo vivo. Esta vez, el dólar libre subió, pero no desbarrancó. Es más inquietante, en todo caso, que desde el 11 de abril, cuando se lanzó el nuevo esquema de flotación entre bandas, avanzó un 16,17%, bastante más que la inflación, pero sigue bajo el radar del oficialismo. No cruzó los 1.400.
Y el riesgo país bajó a 704 puntos. Para un país como Argentina, sigue siendo muy alto, pero no es el abismo, nada que no se haya visto antes. Es el costo que el mercado le asigna a la deuda, medido en relación con los bonos del Tesoro de EE.UU. Cuanto más alto, más cara la plata. Cuanto más bajo, más confianza.
El Presidente eligió el camino más áspero. Jugó contra todos: la oposición, los gobernadores, su propia vicepresidenta que ha pasado a ser una vice formal. A Victoria Villarruel la trató de “traidora”. No es un adjetivo que deje margen para la reconciliación. Cierra la puerta a cualquier estrategia de control del Senado, por lo menos hasta después de las elecciones.
Milei ya admite que vetar leyes y judicializarlas es solo una forma de ganar tiempo. Cree que tras las legislativas el escenario le será más favorable. Que sumará bancas. Que el respaldo a su ajuste quedará confirmado en las urnas. Que habrá premio a la persistencia de los “malvados liberales”, como dijo.
Mientras tanto, la relación con las provincias está rota. Lo demuestra la escena –inédita– de ver sentados en la misma mesa a Kicillof, Insfrán, Llaryora, Pullaro y Frigerio. Gobernadores de partidos e intereses distintos, unidos por el espanto. Y por las cuentas, claro. En Córdoba, por caso, ya se aplican restricciones extra al gasto provincial para lo que queda de 2025. Por ello se festejó tanto haber conseguido crédito internacional.
Como en toda relación humana, después de la furia puede asomar alguna hendija para negociar. Aunque el cuchillo siga entre los dientes. A Milei, como dijo Juan Carlos de Pablo, lo único que lo sostiene es el déficit cero. Difícil que lo entregue, si lo hiciera, deambularía lo que le queda de mandato. No sería él.