
Sobre que ya eran muchos, comienza a aparecer el “dólar electoral”
Por Walter Giannoni.
El problema de la Argentina con el dólar hace rato que está a la vista. Podría decirse, haciendo una enorme abstracción que me perdonarán los economistas, que el dólar se llevó puesto al gobierno de Mauricio Macri sencillamente porque las continuas devaluaciones terminaron todas en los precios, en particular los de la canasta familiar.
El peronismo una vez arribado al Gobierno aplicó sin darle tantas vueltas al asunto la vieja receta con la que había terminado el segundo mandato de Cristina Kirchner: un cepo fenomenal, un apretón en las vías de salida de divisas, como por ejemplo, en ciertas importaciones, y regulaciones estrictas en el mercado de cambios oficial.
Dejó liberado el funcionamiento de un dólar paralelo al que, en la experiencia anterior de gestión, había intentado domar inclusive con policías a caballo en la City porteña. ¿Recuerdan?
Esta administración de Alberto Fernández parece no estar dispuesto a salir a la “caza de arbolitos” y deja que ese dólar haga su vida porque, según puntualizaciones como las del economista Ricardo Arriazu, tiene una escasa incidencia en la formación de precios, apenas un 11%.
Pero esa “convivencia” entre el dólar prisionero y el dólar libre comienza a mostrar hondas fisuras. En primer lugar porque el retraso cambiario conspira contra la posibilidad de traer más divisas genuinas por vía de la exportación. Y luego porque la amplia brecha entre uno y otro le genera a la economía la expectativa de que en algún momento habrá una corrección abrupta.
Y aquí entra a tallar un tema no económico: es el dólar electoral. Traducido: ¿qué hacés con el tipo de cambio oficial, el que sí incide sobre los precios, a medida que se acerque el proceso electoral del año próximo donde todo indica que habrá una batalla clave por el Senado de la Nación.
Es una decisión difícil porque el Gobierno ya tiene “encepados” los precios y las tarifas, los primeros mediante acuerdos con el sector de la industria con márgenes muy ajustados que obligan a una renegociación permanente. Los segundos, totalmente regulados. ¿Pensará que es sustentable esa estrategia un año más? Poco se sabe.
Por esto, si AF tuviera la voluntad de producir una corrección en el tipo de cambio, el manual de la política indica que debería hacerlo más temprano que tarde, aunque eso implique arriar otra de las banderas con las que llegó a la Casa Rosada y aguantar el correlato inflacionario.
Esta columna fue publicada en la edición digital de la Revista Container del 16/08/2020.